Una película muy buena: LA DAMA DE LA MUERTE (Chile Films)
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Con un preciosismo de joyería, el director Carlos Hugo Christensen se superó en esta historia sombría. La de un joven de 24 años, que ha perdido hasta el honor por causa del juego y que decide terminar sus días en las aguas del Támesis. Un personaje de extraña presencia lo sostiene en la orilla y, con voz sugerente aunque misteriosa, le sugiere el hechizo de un juego más, donde el banquero es la muerte. A espaldas de la policía funciona, en Londres, un Club de Suicidad. El joven decide hacerse socio de la institución y, guiado por su amigo, asiste a la primera partida. El presidente de Club reparte las cartas: la dama de corazón indica al socio que debe morir al cabo de siete días, que son de ventura, por cuenta de la institución, y el as de corazón señala, sin que nadie lo sepa, poeque las cartas esta vez no se dan vuelta, al encargado de cumplir el fallo de la suerte. Nuestro héroe se enreda en la telaraña del Club, y obtiene la dama de corazón en la segunda partida del juego. Va solo y pesando la cruda responsabilidad de su destino, su juventud le insta a desvincularse del terrible compromiso. Así procede, pero el Club lo vigila; tiene sus ojos en todas partes e incluso es parte de la policía misma, y…

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Carlos Cores, Guillermo Battaglia, Judith Sulián y Juan Corona son el nervio del drama. Y Agustín Orrequia, decano del club que al fin encuentra a la dama de corazón, Italo Martínez y Plácido Martín, un militar extraviado que busca la misma oportunidad, componen las mejores estampas del conjunto en la mesa fatal.

Cores, particularmente, subyuga con la mejor creación interpretativa de su carrera. La tormenta aparece en sus facciones y en sus maneras: arrebata y se sostiene. Judith Sulián, sensual y hechicera, enmarca con el joven astro la parte emotiva y sentimental del drama. Y todo: el ambiente y los tipos; el clima y la escenografía, exacta rescontrucción de una época – Londres de fines del siglo XIX –. Prestan homogeneidad y jerarquía plástica al desarrollo de la trama.

La Dama de la Muerte” no es un tema vulgar. El reparo radica en que no consiente los motivos fáciles; el agrado colectivo que se traduce en un desenlace feliz. Aplasta del principio hasta el fin, pero mantiene la expectativa.