Raúl Ruiz: entre tigres y palomas
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Palomita blanca (1973, 1992) Palomilla brava (1973)
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Corpulento y de expresión bonachona, parece un niño grandote en comisión de servicios en el mundo del cine. Para él la cinematografía no es precisamente un juguete, pero hay mucho de eso en el quehacer y testimonio de Raúl Ruiz (31, casado, sin hijos) representa cuando maneja el material fílmico. En sus manos los asuntos cotidianos, la realidad más inmediata, adquieren los caracteres de una crónica fantástica sobre el ser humano y sus frustraciones.

A pesar de estar desde los veinte años en el cine –cuando realizó La Maleta– sólo desde 1967, fecha de Tres Tristes Tigres, su nombre siempre ha estado de actualidad entre los cineastas, por una u otra causa. Recuerda sus inicios: ”La Maleta la realicé a los veinte años, llevé un guión a Sergio Bravo, de Cine Experimental y él me entregó los materiales para que yo lo hiciera”. Antes fue actor aficionado de teatro, integró también el Taller de Escritores de la U. de Concepción, más tarde, guiones de TV, incluso en México, donde hizo la serie María Isabel, por el estilo de Simplemente María al cine “mayor” llegó por el Cine Club de Viña del Mar, junto con el argentino Diego Bonacina, cuando esta entidad quiso convertirse en productora (1966). Allí realizaron juntos El tango del viudo, en imágenes, pero aún sin sonorizar.

La nómina de sus películas es un verdadero inventario. Tiene más de una decena, y casi todos largometrajes, tres por estrenarse: Nadie dijo nada, ¿Qué hacer? y Palomilla brava. Su primer largometraje, Tres Tristes Tigres, fue considerado por la crítica nacional y extrajera como una auténtica obra de arte. Impresionó la habilidad del realizador –con la colaboración de Bonacina en la fotografía- para describir la inconsistencia de una burguesía que dejaba en el nirvana etílico sus significados como seres humanos náufragos como clase social. El público no recibió la película con el mismo entusiasmo que los “entendidos”, pero la escasa taquilla no  ha sido jamás óbice para que las obras de categoría se instalen con comodidad en la historia de la cultura.

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CINEASTA RUIZ: FILMAR NO SIEMPRE ES PRODUCIR

Desde esa película en adelante, Ruiz –una especie de Orson Welles con sabor a empanada y vino tinto- pasaría su figura indisimulable, sus ojos abiertos con astucia por encima de una sonrisa bondadosa, tímida y fácil, dejando el sello de enfant terrible de la cinematografía nacional y latinoamericana.

Ahora ha abordado la dirección de Palomita Blanca, según el best seller homónimo de Enrique Lafourcade, y también ha realizado un documental –Palomilla brava– sobre el concurso organizado para elegir a la protagonista, cuya finalista más segura es Beatriz Lapido, liceana de 16 años. Al margen de la profundidad de sus conceptos sobre cine y su posición ideológica sobre este medio de comunicación, ERCILLA se interesó por indagar aspectos más superficiales sobre su nueva experiencia, que es extraña, pero no imposible dentro de la agitada bitácora de este chilote descendiente de marinos. Así respondió:

Lolas y palomas

-¿Cómo se desenvuelve un cineasta tan personal como Ruiz en la tarea de seleccionar lolas y lolos para una película?

-Considero esta experiencia como una oportunidad para hacer otra película, pues encontré que aquí había un tema, el Concurso, mejor que la película misma. Así nació Palomilla brava, documental de poco más de una hora, producido por Chile Films, no por la empresa Prochitel, que financia la Palomita blanca. Yo me entretengo, porque filmo lo que está pasando en la selección, en la entrevista a las lolas. He asumido esta labor de la manera más frívola, para dar variedad. Hasta filmé al siquiatra que entrevistaba, que es muy pintoresco y original para sus preguntas.

Extraña que siendo un autor cinematográfico haya elegido una película basada en un best seller. ¿No es una imposición de un equipo productor ajeno a su inspiración?

-En principio extraña. Reconozco que es una imposición. Acepté, pero puse condiciones. Puede pasar, en realidad, lo que sucedió con el brasileño León Hirzman, con La muchacha de Ipanema. Trató de hacer una película que equilibraba lo comercial con lo crítico y no le resultó ninguna de ambas cosas. Estoy consciente de que en esto hay un riesgo, y he perdido libertad. Por lo demás, hay que aceptar cualquier oportunidad para realizar, pues no hay muchas posibilidades de filmar en Chile. Hay que estar abierto a lo que venga.

-¿Respetará la novela de Lafourcade? ¿Qué sentido dará al filme?

-Al concretizar las situaciones planteadas por el escritor se logra mayor connotación ideológica. Al poner a una niña del pueblo hablando, creo una tensión distinta a la que obtiene la novela. Por paradoja, un exceso de fidelidad sería la mayor infidelidad que podría hacerse al texto de Lafourcade.

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LOLAS PARA LA «PALOMITA»

-Considerando que anteriormente ha trabajado sobre ideas propias y casi sin guión, ¿hará ahora un guión más detallado, siguiendo las instancias de la novela?

-No siempre he trabajado con ideas propias. El guión de los “tigres” era de Sieveking, Realismo socialista es de Pavese, La colonia penal y La expropiación se basan en Kafka. Sin embargo, no me ceñiré  un guión rígido, sólo respetaré las situaciones. Sobre todo trabajaré con actores no profesionales que conocen “su” lenguaje mejor que yo.

Diferencias

-¿Qué cosa especial le dice la novela de Lafourcade, que es considerada más un best seller que una obra con categoría literaria?

-Siempre los best seller significan algo. Lo interesante es que hay una relación entre dos jóvenes –Juan Carlos y María- de distintas clases sociales. Es una metáfora sobre conciliación de clase en sus elementos más aberrantes: la ruptura con los aliados y la alianza con los enemigos. Esto lo graduaré irónicamente con los elementos de la telenovela que los personajes estarían siguiendo en la TV. En todas partes se hablará de esta serie, y estará siempre presente en el desarrollo de la película matriz.

-¿Podría establecer alguna diferencia importante entre su manera de trabajar los materiales fílmicos en películas anteriores y lo que hará en Palomita blanca?

-Va a ser bastante parecido el modo de trabajar. Ahora tengo la oportunidad de hacer algo más tranquilo desde el punto de vista económico. Esto puede ser peligroso, pero es un riesgo que hay que correr. El presupuesto, incluyendo los imprevistos, en treinta y dos semanas de filmación, alcanza a la suma cercana de ocho millones de escudos.

-¿Está satisfecho del documental que hizo a las lolas postulantes?

-Sí, estoy satisfecho. Este documental se sigue rodando para hacer la selección final, acortándolo a una hora más o menos. E trabajó con más de mil personas en una tarea interesante.

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BEATRIZ LAPIDO: ¿MARIA?

Problemas

-¿Cuál es el verdadero motivo por qué no se ha estrenado su película Nadie dijo nada?

-Hay un solo motivo: Kafka. Yo tengo los derechos para la explotación en Chile, pero Chile Films ha firmado el convenio para la distribución. Por lo tanto, debe conseguir las copias. El original se encuentra en Italia, se han gastado millones de cables al Laboratorio Vittori, de Roma, y no contesta. Aquí había una copia de 16 mm. Pero no se ha conseguido la de 35 mm. El Banco Central y toda la burocracia exigen facturas pro-forma para la cobertura en dólares, etc.

-¿Cuál es la idea central de esta película?

-Es una prolongación de los “tigres”. Personajes de los bares, mezclados con elementos de folclore, pacto con el diablo, etc. Dura dos horas y veinte minutos.

-¿Le gusta trabajar con actores profesionales o prefiere elegirlos entre sus amigos o en concursos como en Palomilla brava?

-Yo soy amigo de montones de actores profesionales, los mezclo con otros no profesionales y uno juega como animador de todo el grupo. El actor profesional saca mayor partido de una situación y motiva a los otros actores improvisados.

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SELECCION TAMBIEN ES ARTE

Leyenda negra

-A su respecto existe la leyenda negra de que inicia muchas películas para no terminarlas. ¿Cuáles son y por qué no se han estrenado en Chile?

-He terminado más de una docena de películas. Lo que falta es el dinero para el proceso final de edición. El negativo de El tango del viudo se extravió, y esta película la rodé en cuatro días de trabajo.

-Según el crítico argentino Edgardo Cosiarinsky, usted es el único creador de nuestro cine. Aun conociendo su modestia, ¿podría glosar en alguna forma este comentario?

-Lo único que puedo agregar es que soy muy amigo de Edgardo. Hay que invitarlo a Chile para que diga aquí esas cosas y convenza a la gente.

-¿Qué opina del cine latinoamericano en general y del cine chileno en particular?

-En Brasil se sigue haciendo buen cine documental. Yo no he visto cine latinoamericano, sólo he recibido comentarios de amigos. En Chile, este año habrá muchos largometrajes. Los hermanos Castilla han terminado Proyecto uno; está Tierra prometida, de Miguel Littin; Descomedidos y chascones, de Carlos Flores; El benefactor, de Bruno Gebel; Metamorfosis de un policía, de Helvio Soto; mi Palomilla brava, junto a ¿Qué hacer? y La colonia penal y Nadie dijo nada, también mías; El gran desafío y La respuesta, documentales de Covacevich y Patricio Guzmán, respectivamente. Si el movimiento se prueba andando, he aquí el cine chileno.

-¿Cuáles son sus realizadores favoritos? ¿Y película?

-Hay más de decálogo. Por el momento, puedo decir: Renoir, Pekinpah, Fuller, Rosellini, Boeticher, Welles, Mizoguchi, Kubrick, Bresson, Jancsó, Buñuel, Skolimowski. Película, La dama de Shangai, de Orson Welles, que vi por enésima vez recientemente en TV.

-¿Qué opinas de las escuelas de cine chilenas y de los talleres de Chile Films?

-Buenas ideas mal enfocadas, construidas en el aire. Para crear necesidades y no crear por las necesidades. Los talleres eran una buena iniciativa, pero se distorsionaron, pues su fin principal era buscar valores entre el proletariado, lo que no se hizo.

-¿Existe la crítica de cine en Chile? ¿Qué influencia tiene ella sobre el modo de ver cine o de poner en su lugar los valores de los realizadores nacionales?

-La crítica existe. En cuanto a la influencia, habría que hacer una encuesta, una indagación en el público que permita apreciar su incidencia. El movimiento crítico en general es muy pobre, faltan cine clubs que animen los temas obre cine.

-¿Cuáles son las principales dificultades que deben superarse para hacer cine en Chile?

-Las mismas que anotaba recientemente en director húngaro Miklos Jancsó. “Plata, plata y plata”. No hay otras dificultades; no hay censura ni problemas de distribución, por el momento.