Nuestra literatura en el cine
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Muy pocas son, hasta el momento, las obras de nuestra literatura que han conocido los honores de una adaptación cinematográfica. Entre esos privilegiados títulos figuran “Martin Rivas”, de Alberto Blest Gana; “La Chica del Crillón”, de Joaquín Edwards Bello y “La Hechizada”, de Fernando Santiván.

Muchos otros libros, de reconocidos méritos, ricos en sucesos y personajes, han sido ignorados por quienes han buscado la comodidad del asunto intrascendente, redactado para un cine fácil y sin ninguna profundidad.

Martin Rivas

Martín Rivas”, la célebre novela del siglo pasado, que muestra el carácter pleno de un provinciano llegado a la capital y que se impone a la estrechez de un círculo burgués sin horizontes, fue filmada por Carlos Borcosque, en 1925.

Era la época de oro de nuestra cinematografía. En la actualidad se le recuerda, señalándose que en aquel entonces Chile era una especie de sucursal de Hollywood. Aunque ahora mueva a sonrisas, en esa aseveración no se exagera, sobre todo si tomamos en cuenta la gran cantidad de películas realizadas en esos años, las cuales llegan casi al millar, entre documentales y argumentales.

En el año mencionado se estrenaron en nuestro país nada menos que dieciséis películas de argumento, entre ellas y sobresaliendo por su calidad el “Martin Rivas”, de Borcosque.

Para no enfrentar los agudos problemas de una reconstrucción histórica, Borcosque decidió adaptar la novela a su actualidad, contratando para la interpretación de la pareja central –Martin Rivas y Leonor Encina– a Silvia Villalaz y Jorge Infante Biggs, quienes, según la prensa de la época, hicieron de sus personajes una verdadera creación.

“…Se necesitan actores revolucionarios….”

Así, con este título, encabezaba un llamado el diario Los Tiempos, en su edición del 30 de mayo de 1925, expresando: “Aquellos de nuestros lectores que tengan aptitudes para revolucionarios cinematográficos, pueden tomar parte de la filmación de la última escena de “Martin Rivas”, si se encuentran mañana a disposición  de Carlos Borcosque, en Avenida Matta esquina de Santa Rosa, a las 9 A. M. Allí se organizará la hueste de 500 revolucionarios que tendrán que tomarse al asalto el Regimiento Maturana. Para tranquilidad de los aspirantes a actores cinematográficos, advertimos a actores cinematográficos, advertimos que la guardia del Regimiento está advertida que se trata de la filmación de una película y que los disparos serán hechos a fogueo”.

La escena se filmó sin problemas, siendo denominado Borcosque el Cecil B. de Mille chileno.

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UNA CHICA DISCUTIDA

Si con Martín Rivas no fue posible conocer la opinión del autor de la obra, por la sencilla razón que éste se encontraba muerto, con la “Chica del Crillón” no ocurrió lo mismo.

Jorge Délano (Coke) la llevó a la pantalla en 1943, en perfecta armonía con su autor, Joaquín Edwards Bello. Este le dio plenos poderes para que hiciera la adaptación cinematográfica a su entero gusto, confiando en el talento del conocido caricaturista.

Se estrenó la película y ardió Troya. Se desencadenó una polémica sensacional entre el escritor y el cineasta. El primero afirmó que se había desvirtuado el contenido de su obra; el tanto que le segundo declaró que sólo se había  limitado a introducirle los cambios requeridos por la adaptación fílmica.

La querella siguió y aún en estos días, después de tantos años, sus protagonistas no se dan la razón. En todo caso, la crítica elogió sin reservas la labor cumplida por Coke en esa película.

LA HECHIZADA

En 1950 se estrenaron sólo dos películas chilenas. Una de ellas basada en la novela de Fernando Santiván “La Hechizada”.

A pesar de que la obra, una de las mejores del destacado escritor, brinda un excelente material, Alejo Álvarez, director y protagonista del film, no supo aprovecharla, entregando una película de pobre estructura en la cual se denunciaba una mano inexperta.

En realidad, ella fue fiel refleja de la inexperiencia de su realizador que, hasta ese momento, sólo había participado en dos películas y en la filmación de algunos cortos.

La posterior labor de Alejo Álvarez en el campo del cine documental y publicitario ha sido intensa. Cabe esperar, entonces, que a través de ella haya logrado la experiencia  y técnica que no tuvo al llevar a la pantalla la interesante obra de Fernando Santiván.

Asimismo es de suponer que en el futuro, si se produce el tan anunciado y necesario resurgimiento del cine chileno, muchas serán las películas que se basen en una literatura tan vital como lo es nuestra.