No seamos como el avestruz: Hay que dar a la cinematografía chilena calidad de exportación
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ANALIZA EL DIRECTOR DEL INSTITUTO DE CINEMATOGRAFIA

Espíritu inquieto, que ha conocido y conoce todos los vía crucis del cinematógrafo nacional, es el de Armando Rojas Castro, Director del Instituto de Cinematografía. Comisionado para imponerse del desarrollo del cinematógrafo argentino y para adentrarse en el funcionamiento de las máquinas reveladoras automáticas que hay en los estudios de ésa, acaba de volver animado de felices propósitos para la producción del cuadro plateado en Chile. Su palabra es de peso.

EN EL INSTITUTO

Una mañana de estas nos encontramos en la oficina de Armando Rojas.

-¿Visitó todos los estudios?

-Desgraciadamente no los conocí todos. Pero, no he desperdiciado experiencias ya que estuve en los principales. Los de San Miguel, por ejemplo, creo que sólo tienen parangón con los de Hollywood. Allí se cuenta con los más completos equipos de filmación. Pertenecen al señor Marchandarena, millonario, dueño de las ruletas del Plata, que se ha dado el lujo de invertir un millón de nacionales (8 millones de pesos chilenos) en montar un estudio soberbio.

EN ARGENTINA SONO FILM

La charla de Armando Rojas, no necesita el recurso de la pregunta del repórter.

-Visité después los estudios Argentina Sono Film donde hallé a mi viejo amigo Borcosque dirigiendo «Y mañana serán hombres», una película que seguramente superará a «Aalas de mi patria». Allí todo el mundo, afectuosísimo: Jacobino, el primer cameraman Etchebere, el iluminador y Borcosque, evocando conmigo esos tiempos en los que filmábamos películas mudas chilenas con viejas cámaras.

Luego estuve en el Instituto de Cinematografía Educativa Argentino, que tiene un poco descuidado el aspecto educativo de sus fines, colocándose en este sentido en un plano inferior al Instituto nuestro. Pero su director, don Carlos Alberto Pessano, está empeñado en una intensa labor.

LO MAS IMPORTANTE

-Pero lo más importante a mi juicio es el porqué del gran caudal de florecientes semillas que fructifican en el terreno cinematográfico argentino. En Chile conviene que se conozcan todos los factores que influyen en un progreso, para que pongamos el dedo en la llaga y no seamos como el avestruz que esconde la cabeza cuando hay peligro. Argentina cuenta con más o menos 1.500 salas de exhibición y con el 98% de ellas exhibe, con preferencia, films argentinos. No hay ley alguna que obligue a esos cines a proteger la producción nacional. Es el público, el que ha exigido a los exhibidores a proyectar films realizados en su patria. Fui una tarde a un teatro de barrio donde se exhibían tres películas argentinas filmadas y estrenadas hace años y las localidades estaban casi agotadas.

Luego don Armando Rojas continúa:

-El costo de una producción en Buenos Aires fluctúa entre los 80 y 250 mil nacionales. Exhibiendo una película en esos cerca de 1.500 teatros de la República, los productores sacan el costo y ganancias comerciales suficientes como para garantizar la vida de la empresa. Esto, en lo que se refiere a compañías grandes y serias como la Argentina Sono, Lumitón, SIDE, E.F.A., Pampa Film y San Miguel. Hay unas diez compañías que no son tan completas como éstas en elementos técnicos, pero que luchan por su prosperidad.

Lo esencial, agrega, es que los productores argentinos no necesitan de la exportación para subistir.

EL CINE CHILENO

El público generalmente no se figura que hacer una película es poner capitales en juego. Las palabras líricas de los críticos que pontifican sobre una cinta o las del comentarista que se refiere al último peinado de Marlene Dietrich o a las aventuras de Errol Flynn, están muy lejos de la honda realidad que se enfrenta un productor.

-Conviene insistir en la prosperidad del cine chileno. Soy optimista en este sentido y mis palabras no deben tomarse como un reproche a una advertencia de peligro en la curva de un camino. Chile posee a lo largo de todo su territorio alrededor de 250 salas de exhibición. De ellas, 50 ó 30 funcionan dos o tres veces a la semana. Si consideramos esto solamente, vemos que faltan salas exhibidoras para poder satisfacer el mercado de un film en el interior. Un film cuesta alrededor de $300.000 pesos, utilizando decorados sencillos. El productor percibe un 50% de la entrada bruta. O sea que la utilidad debe arrojar unos 600 mil pesos para sacar el costo. Luego, en Chile, para obtener buenas utilidades, se impone el film de exportación, con calidad técnica y artística.

UNA SOLUCION

Pero don Armando Rojas Castro ha estudiado el problema del futuro cinematográfico nacional y se aboca a una solución:

-Debe tenerse -nos dice- un capital que permita instalarse con elementos mínimos necesarios para obtener una relativa perfección técnica. Este capital serviría igualmente para trabajar un año, sin que se presenten tropiezos. Las sociedades que quieren hacer un solo film no resultan. Hay que tomar en cuenta que la explotación de una película demora dos o tres años. Argentina Sono Film, por ejemplo, lanza 12 films anualmente. Ya tiene vendida todo un año de producción que no ha sido filmada, la que indica que un sello con prestigio es una garantía de porvenir asegurado.

«Las Compañías cinematográficas chilenas deben contentarse con hacer cuatro películas al año, por lo menos. Los porcentajes de utilidad que se obtendrían con un film que no pudiera exhibirse en el extranjero serían no del 50 ó el 100% como acostumbran nuestros comerciantes, sino mucho más pequeños. Nuestro estancamiento económico se debe en gran parte a que nuestro comercio se hace con utilidades que son demasiado subidas en comparación con las de los comerciantes de otros países, termina Armando Rojas con ese maduro criterio de hombre que se ha estrellado con la dura piedra de la experiencia.

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Acaba de volver de Buenos Aires Don Armando Rojas Castro, Director del Instituto de Cinematografía Educativa, a quien vemos aquí rodeado por artistas y técnicos de la gran productora Argentina Sono Film. De izq. a dr.: el ayudante Hall, nuestro compatriota el director Carlos Borcosque, el actor Sebastián Chiola, Armando Rojas, el cameraman Jacobino. Atrás: los técnicos Sires y Etchebeere y el actor Pablo Palitos quien, es probable que venga a Chile.