HOLLYWOOD ES ASÍ es una película extraña, realizada con ingenio
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Con “Hollywood es así”, Coke completa cuatro películas sonoras y pone sello y rúbrica al momento cinematográfico chileno. Al analizar esta última película suya, carril por la banca dentro de las posibilidades técnicas e interpretativas con que puede contar un productor independiente en nuestro país, lógico es parar mientras en las mil y una vicisitudes que un trabajo de tal naturaleza involucra. Bien sabido es que los Estudios Santa Elena, donde se rodó esta película, están a mucha distancia de la capacidad de los que Chile Films, construidos para una producción continuada y con vista a levantar, de una vez por todas, nuestro standard artístico. Sin embargo, “Hollywood es así”, tiene golpes de audacia asombrosos, saltos de cóndor por encima de los cánones y las nomenclaturas criollas, atrevidas incursiones por el hoyado camino de lo nuevo y hasta lo inverosímil. Otra vez el ingenio de Coke, que no es un ingenio de concesiones, busca definir lo imaginativo e inventar un destino para la cinematografía chilena. Lo consigue desde el comienzo. Ese geniecillo que entra en el cuadro y mueve la palanca que invierte el castellano al inglés y el inglés al castellano, es un chiste permanente, un recurso de maravillosos efectos, una entrada en lo infantil y en lo adulto. Es simpático, sugestivo, tierno y travieso. Pero no sólo eso, que vale por mucho, hay en “Hollywood es así”.

LA LÓGICA DE LO ILÓGICO.

El tema es simple, llano, sin complicaciones. Una chica de Los Andes, soñadora y bonita (María Maluenda), gana un concurso cuyo premio es un viaje a la ciudad de las fantasías y los sueños. Rompe con su novio, un médico joven y querendón (Pedro de la Barra) y se marcha, llena de ilusiones, es pos de una quimérica fama. En el avión que la conduce a Hollywood, conoce a un manager (Adolfo Yanquelevich), quien la rebautiza con María de Los Andes y la hace filmar un contrato en blanco. Allá se encuentra con uno de esos personajes que tienen el secreto del “sésamo ábrete” en un gran estudio (Guillermo Yánquez), que le sirve de cicerone y de amigo en primera instancia. Con él empieza a ver los entretelones hollywoodenses. Observa de cerca ese mundo loco y extraño, en el que se triunfa rotundamente o se fracasa también en redondo. Pronto comprueba la amarga realidad. Debe trabajar de extra mientras espera su hora, de doble de una famosa estrella, y resistir todo el peso de las escenas desagradables. De un famoso hotel desciende a una pensión de artistas, todos soñadores, todos a la espera de la gran oportunidad que nunca llega. Tiene una amiga (Fanny Fischer), y ella le hace partícipe de sus confidencias. Hastiada, desilusionada, sólo piensa en volver. Pero Hollywood es una tenaza, un imán, una trágica seducción. Constance White, la estrella que dobla María de Los Andes, muere trágicamente y los estudios resuelven completar la película que queda inconclusa, con la chica chilena, que resulta una revelación. Pero una revelación condenada a muerte, puesto que Constance White ha desaparecido para el mundo. Triunfa como actriz, pero fracasan sus aspiraciones.

Eso es todo, poco más o menos.

Lo vital es el desarrollo, lo que se intercala dentro de esta sencilla historia. Coke revela una vez más que es hombre que no se anda con chicas y que no le asustan los ambientes, lasdificultades y las pobrezas de elementos.

LA REVELACIÓN.

¿Qué hablemos de la técnica? Egidio Heiss, que tuvo a su cargo la cámara, no hace sino reafirmar sus merecimientos. La fotografía es clara, de contrastes nítidos y de ángulos novedosos. Halla en los magníficos decorados de Alfredo Torti, un material agradable y juega con ellos a voluntad.

La revelación de la película es María Maluenda, de quien se desconfió mucho antes por considerársele antifotogénica. El error ya está subsanado. La joven actriz del Teatro Experimental revela, no sólo una fotogenia admirable, sino que encantos físicos que pronto la harán ocupar la cabecera de los innúmeros adoradores de las estrellas del cine. En cuanto a su labor interpretativa bástenos con afirmar que no se trata de una personalidad dotada de recursos insospechados. Habla y se desenvuelve con naturalidad, con simpatía, con aciertos sólo acreditados por figuras fogueadas en el teatro y en el cine. Y es esta su primera película, pero la que, seguramente, le abre, de ancho a ancho, un porvenir envidiable.

Guillermo Yánquez, viejo en estas lides, resulta el punto débil de triángulo. Es frío, inexpresivo y hasta mecánico en los pasajes en que precisamente necesitaba comunicar emociones. Empero, cumple con su papel y se salva por su físico, por su don de gente y por la experticia recogida en largos años de aprendizaje.

El resto nivela su rendimiento, Fanny Fischer es una promesa que puso en su trabajo entusiasmo y buenos deseos. Jorge Quevedo está correcto, como siempre. Rolando Caicedo defiende con altura su pequeña participación. Maddy Paulin no es actriz, pero Coke le saca partido. Mafalda Tinelli, bien. A Agustín Orrequia se le ve poco, pero lo poco es bueno. Ítalo Martínez se hace acreedor de un aplauso, porque hay en él pasta para que aprovechen los cinematografistas en lo futuro. Adolfo Yankelevich hace un buen debut. Lucho Souza y Flora Núñez logran aciertos plausibles. Dejamos para terminar a Ricardo Moller, fogueado actor de la radio que se ha incorporado al cine con brillo de lumbrera. Encarnando a un estrafalario director cinematográfico, define una jerarquía notable, con asomos maestros y con una cabal compenetración interpretativa es otra de las revelaciones de “Hollywood es así”, film que ubica a Jorge Délano como el director más inquieto de cuantos tenemos por estos lados.

En suma, es un film extraño, de difícil realización, afrontado con talento y con un visible propósito de saltarse del nivel a que ya empezábamos a acostumbrarnos.

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