«Hay que politizar cine, teatro y TV»
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Con tono pausado, casi monologando, el actor Nelson Villagra definió el papel que, a su juicio, le corresponde al teatro, cine y televisión en el proceso de cambios que está viviendo el país.

“Mientras estos medios –dijo– no sean críticos del sistema capitalista y burgués, están al servicio de los enemigos de la clase trabajadora”.

El actor respondió con claridad a un cuestionario de PF. Sus apreciaciones representan un análisis de la realidad de nuestros medios fundamentales de comunicación. Nelson Villagra (34 años, casado con la actriz Shenda Román, tres hijos) se inició en el teatro de aficionados de Chillán. Posteriormente vino a estudiar a Santiago a la Escuela de Teatro de la “U”. Egresó siendo contratado por la Universidad de Concepción para el periodo de 1958-1964. Actualmente se encuentra contratado por el Canal Nueve de Televisión para grabar cuentos chilenos.

“NO SOY ACTOR”

Sorprende una de las primeras declaraciones de Villagra a PF: “No soy actor –dice–. Aunque no lo crea, en el fondo de mi alma no soy actor; que sirvo para esta actividad es otra cosa”.

Luego aclara: “quiero considerarme retirado del teatro. Desde siempre he tenido deseos de hacer cine como director. Reitero, fui actor por accidente. Son esos juegos del destino y no pude cambiar de actividad por problemas económicos. Recientemente, me integré a los talleres de Chile Films. Ahora soy estudiante. Viejo estaré, pero seguiré ahí. Primero conociendo todo lo que se refiere a los documentales. Si tengo aptitud llegaré a dirigir un largometraje.

IZQUIERDISMO

Villagra se sorprende cuando le pregunto el origen de sus ideales revolucionarios.

“¿Por qué soy izquierdista? Es difícil responder. No sé, debe venir desde mi infancia. Mi madre era propietaria de un pequeño predio rural. Mi contacto con los campesinos… tal vez fue la primera influencia. Mi primer acto revolucionario fue encontrarles la razón a ellos y no a mi madre. Siendo ella muy buena, pero con esa bondad tipo paternalista. Creo que mis primeras etapas de conciencia se iniciaron en esa época. Luego viene el periodo crítico de la infancia. En un momento dado se adquiere conciencia primaria. Uno observa que hay injusticia, reparto desigual. También es importante la influencia de los amigos mayores, generalmente hombres de izquierda, claro que esta etapa se produce en una edad más avanzada. Me viene a la mente que durante mi infancia visité mucho la casa de un compadre de Aniceto Rodríguez. El venía de un mundo nuevo para mí. Después de los 20 años ingresé al Partido Comunista. Podría agregar que influyeron, además, algunos libros, especialmente los de Baldomero Lillo y Oscar Castro. Las obras de estos autores forman parte de una educación política…”

PF: ¿Qué juicio le merecen el teatro, cine y TV actual de Chile?

N.V.: “Los tres medios continúan siendo ambiguos, ya que existiendo en ellos la intención de servir al proceso que se inicia siguen usando, fundamentalmente, el lenguaje de la burguesía.

Por un lado, los medios teatrales continúan buscando el éxito, reflejando de una u otra manera las corrientes estéticas europeas o norteamericanas. Los más responsables, los más conscientes aún están confundidos, pues están luchando por un “nuevo arte” (como si éste pudiera crearse artificialmente), y no por una nueva vida, es decir, una nueva cultura de la cual es probable que surja un nuevo arte. Así las cosas, el drama se elige y se hace al gusto del consumidor que sin duda es la burguesía. Se podrá argumentar que al espectáculo también asiste el obrero, el estudiante, pero en definitiva el lenguaje de expresión es de concepción burguesa.

En cine, el asunto no cambia, con el agravante que más del noventa por ciento de la producción es extranjera, cuyo material es definitivamente reaccionario. El cine es y ha sido el modo más expedito que ha tenido el imperialismo para la penetración cultural. De esto ya se desprende la importancia que tiene la producción nacional, que deberá estar al servicio del proceso nacional. El cine y la TV necesitan de una preocupación rigurosa por parte de los compañeros que trabajan en ellos. Mientras estos medios sigan difundiendo los materiales actuales, el enemigo seguirá desarrollándose”.

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PF: ¿Qué orientación, qué objetivos deben tener el teatro, cine y TV en el momento actual?

N.V.: Es evidente que hasta hoy se continúa difundiendo la ideología burguesa por los tres medios de comunicación. Lo que se entrega son valores de la clase dominante.

“Hay, pues, que romper con el lenguaje reaccionario, luchar contra él, desenmascararlo. No es tarea fácil ya que el Estado burgués defiende sus valores en forma implícita, ayudado por un origen establecido por él mismo. Así, quienes nos oponemos al Estado burgués, resultamos necesariamente explícitos. Sin embargo, el momento actual no se va a ganar con mensajes implícitos o explícitos. En lo inmediato, es la acción política, concreta, organizada, la definitoria.

“Pues bien. Los artistas estaremos dentro del ámbito burgués, mientras sigamos operando como especialistas en cultura o en arte. Aquello de “trabajadores del arte”, no es sino formalidad. Nuestra jerarquía sigue incólume en la sociedad. Porque ¿qué es más considerado: ser un buen obrero o ser un buen artista? La respuesta es obvia. Vale decir, el bien el intelectual o artista es un trabajador, es indudable su jerarquía. ¿Qué importancia tiene todo esto? Que estamos ayudando a mantener una sociedad jerarquizada, una división de clases. Pertenecemos a las clases privilegiadas –usufructuamos de muchos de su privilegios–, y mientras esto sea así, difícilmente serviremos a la lucha proletaria, difícilmente nos identificaremos y sentiremos los impulsos de la clase proletaria, de los postergados. ¿Qué es todo esto? ¿Conflictiva visión pequeño-burguesa? No. Afán de objetividad. Sí los artistas e intelectuales del cine, teatro y TV no tenemos claro que en la medida en que profundicemos nuestro compromiso con la revolución (organizada por los partidos o movimientos) iremos perdiendo nuestra jerarquía, del mismo modo que el proletario en su lucha de liberación lleva su propia destrucción, en cuanto clase explotada, será imposible que sirvamos los intereses de la clase trabajadora. Sin tener esto claro, es imposible nuestra propia proletarización y nuestro quehacer estará dentro de los ámbitos de la concepción burguesa. Expresaremos al trabajador en cuanto individuo, pero no es cuanto clase. Concebiremos a la manera burguesa y para el gusto de los burgueses y esto, aunque los temas tratados se refieran a la clase trabajadora. Repito: servir los intereses del proletariado, destruir el orden burgués, criticando, denunciando sus engañosos valores, agitando y concientizando a las masas (organizadamente) encontraremos el camino de nuestra proletarización y por esto creo que hay que politizar los medios de comunicación, instrumentalizarlos para ayudar a la toma del poder por la clase trabajadora.

Desde este punto de vista, todo lo comunicado por estos medios (cine, teatro y TV) en tanto no sean críticos del sistema capitalista y burgués, del modo de vida, del modo de ver de la burguesía, en tanto no se pronuncien a la vez en favor de los intereses de los explotados, del modo de vida a que éstos aspiran, mientras no ayuden a la toma del poder por los trabajadores, objetivamente están al servicio de la burguesía, podrían ser enemigos de la clase trabajadora y, por lo tanto, los que trabajamos en estos medios estamos sometidos a las mismas circunstancias.

Por todo lo dicho, en lo táctico inmediato los grupos teatrales subvencionados por el Estado debieran transformarse en vanguardias de agitación, haciendo difusión de las ideas del proletariado y denunciando a la burguesía; debieran crear permanentemente grupos aficionados que, a la larga, serán la modalidad más concordante con una sociedad socialista; trabajadores, que, además, hacen teatro).

A todo esto, más de algún compañero artista dirá: pero ¿dónde están los objetivos artísticos? El asunto es este: el proletariado nos pide que denunciemos a la burguesía, sus valores morales hipócritas, su irracionalidad tanto en el tratamiento individual como colectivo, que le da a sus explotados. Pero somos cada uno de nosotros los que le daremos la solución artística. Seguramente tendremos que borrar muchos vicios esteticistas que tal vez sean el comienzo de una nueva estética.

En la TV y el cine el problema es el mismo. En lo que respecta a la TV me atrevo a sugerir que se pida al gobierno que la venta de televisores sea dirigida a sindicatos obreros y campesinos, juntas de pobladores, etc., en el entendido que paralelamente la programación se ponga al servicio de estas fuerzas. De otro modo sería un error. Otra sugerencia a los compañeros dirigentes de la TV es que no debieran empeñarse en una competencia exitista; los trabajadores de este medio debemos oponernos decididamente. Hay toda una programación que, inocentemente, sirve para ganar sintonías, pero para la burguesía es miel sobre hojuelas.

En el cine (Chile Films está empezando muy bien) creo que sería conveniente pensar en que toda producción nacional que cumpla con los requisitos de lucha antes descritos, debiera tener copias en 35 y 16 mm. Además, luchar por obtener móviles de proyección y facilitar los medios o hacer de intermediario en la compra de proyectoras en 16 mm. que deberán comprar los sindicatos, etc.”

-PF: Muchos actores sostienen, a pesar de la índole del régimen político, que el arte debe ser apoyado antes que ofrecer apoyo. ¿Qué opina Ud. al respecto?

N.V.: “Creo que debe darse un proceso en que masas, intelectuales y artistas definan una política cultural, discutirla con los dirigentes de gobierno y éstos entregar los instrumentos necesarios. La cantidad y calidad de los instrumentos estará determinada por las prioridades que la realidad objetiva indique”.

“En lo gremial inmediato, me parece que hay que lograr un organismo nacional de las artes, el cual, además de crear fuentes de trabajo permanente, podría planificar racionalmente el trabajo político-artístico.

-PF: ¿Qué debe entenderse por una nueva cultura?

N.V.: “Debe entenderse el nuevo modo de vida que implantará el proletariado y el nuevo arte será la expresión, la síntesis, de ese nuevo modo de vida, de esa nueva cultura”.