Estrenos: El diálogo de América
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Director: Álvaro Covacevich. Documental chileno co-producido por Sud-americana Films y Chile Films. 1971. Menores.

Podría hablarse de un cine chileno-castrista. Fue el que se realizó a raudales con motivo de la visita de Fidel Castro, a fines del año pasado. Además de los noticiarios e informativos de televisión, se elaboraron cuatro documentos fílmicos de más envergadura. Cada uno tiene calidad, fundamentos y profundidad distintos. Todos tienen de común que se hicieron para destacar el significado de la gira del gobernante caribeño, haciendo, de pasada, elogios –más o menos logrados- a las revoluciones cubana y chilena.

Cuba, Cuba, Chile te saluda”, fue un spot publicitario al estilo de “todo va bien con Coca-Cola”, en que Douglas Hubner y Fernando Bellet (Chile Films) mezclaban turismo y política para dar una visión “encantadora” de las estaciones de Castro a través del territorio, recibido con algazara por obreros, estudiantes, intelectuales y sacerdotes. “Primera Crónica”, de Patricio Guzmán, un excelente cineasta formado en la Universidad Católica y en España, es un buen documental-resumen, en clave política, sobre el primer año del gobierno de Salvador Allende, y uno de sus capítulos más brillantemente realizados es el de la estada de Fidel. Santiago Álvarez, el notable documentalista cubano, rindió el homenaje correspondiente a su líder, en una película tan extensa como su título, realizada con la impronta didáctica de su estilo: “De América soy hijo y a ella me debo”. La característica medular de este filme es que se trata de una cátedra de política revolucionaria antimperialista.

La primera película se exhibió sin pena ni gloria en salas comerciales. Las dos últimas, sólo un día cada una en el Ciclo de la UNCTAD, con muy buena acogida de público y crítica.

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Ahora le correspondió turno al cuarto filme sobre el mismo tema. La película de Covacevich es un documental en colores, de tres cuartos de hora de duración, elaborado en base del diálogo que sostuvieron Fidel Castro y salvador Allende, en noviembre del año pasado, en el jardín de la residencia de Tomás Moro. La mañana primaveral realza el brillo de la imagen y no parece el marco apropiado para los temas candentes que se trataron en la entrevista: revolución, imperialismo, destrucción de las oligarquías, dependencia cultural y económica, etc. Mientras Covacevich se movía detrás de la cámara, el periodista augusto Olivares hacía las preguntas que motivaron las respuestas de los dialogantes.

El reportaje tiene evidentes méritos –aparte de su valor histórico- como visión de un encuentro trascendental de esta época, dirigido a un público masivo. En el documento se ve a ambos gobernantes –sin perjuicio de la posición personal que cada cual tengo respecto de sus ideas- opinando sobre aspectos fundamentales de sus programas, de sus estrategias y de sus criterios ante problemas de sus naciones, de América Latina y del mundo.

También queda como lección lo que es la columna vertebral del encuentro dialogado: las realidades de Chile y Cuba son distintas. Tan distintas como una revolución son sufragio, terno azul, cuello y corbata, y otra con metralleta y uniforme verde oliva.