Estreno «Amanecer de Esperanzas»
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AMANECER DE ESPERANZAS

Teatro Santiago

Un nuevo film nacional.

Fuimos a ver con cierta desconfianza este film nacional Dos factores importantísimos influían en nuestro ánimo. Uno, que el realizador Miguel Frank, a la vez productor, tiene apenas 20 abriles. Y otro, la excesiva propaganda a María Eugenia Guzmán. En parte, al término de la exhibición confirmamos nuestros temores. “Amanecer de esperanzas” es el fruto de experiencias aún no controladas por la madurez espiritual que requiere un buen film. Basado en un argumento bien tejido pero falso, no consigue afirmar los tonos dramáticos, sentimentales o divertidos que se mezclan en una cinta de clima juvenil como las de su género. La historia: un músico españolk ciejo que llega refugiado a Chile con sus dos hijas y un hijo. En Santiago los muchachos tratas de conseguir que su padre recobre la vista. El varón se emplea en un hospital y esto le sirve de puente para solicitar a un jóven médico que cure al anciano. Tras diversas alternativas, todo se resuelve en forma feliz. El músico recobra la vista, la hija menor debuta en una radio y la otra cautiva al médico, y una tía de ésta que no logra solucionar el conflicto que s ele presenta a su despechada sobrina, a quiem desplaza la “refugiada española”.

Cuando un film se lanza por los caminos de las enfermadades de la vista, pulmón, hígado, reumatismo o parálisis, se corre el riesgo de caer en lo melodramático, en ese naturalismo desagrable de la sangre que mancha las vendas, el bisturí, la mesa de disección o los guantes de goma. Henriette Morvan a quien conocemos por algunos cuentos femeninamente sentimentales, cometió un censurable error al privar de la vista nada menos que al puntal del film. Por más que Rogel Retes se esmera en sacar partido a su papel de ciego, el papel mismo crispa los nervios del espectador. No hay cosa tan desagrable y desconcertante como saber que hay gente que no puede la luz del sol. Acostumbrábamos a compadecer a los ciegos del Portal, sólo de paso. En el momento de dar la chaucha. Pero no compadecemos a los ciegos de las película, por antiestéticos. Somos muy sensibles a las desgraciadas ajenas.

Otro grave defecto es que en ciertos pasajes se han pretendido calcar algunas escenas de las películas de Deanna Dubin. Hay un paseo en bicicleta-¿recuerda “Loca por la Música”?-por una avenida. De improviso surge una piedra que derriba a la chica que va cantando. El espectador se figura que esa caída va a motivar un percance romántico: la declaración amorosa del chico (Pablo Frontaura) que la acompaña en otra bicicleta. Pero no. Mientras la heroína se soba, caída en el pavimento, su acompañanante se baja para recoger la bicicleta, no la chica. ¿Qué quiso mostrarnos Frank con esa piedra de tope? ¿ Ypor qué el “cabro” no recogió a la muchacha en vez del vehículo? En otra escena, María Eugenia, junto al lecho en que agoniza su padre ciego, se pone a cantar y como si estuviese inspirada por su canción comienza a dar algunos pasos de bailes. Hay falta de sentido común en esto y revela poca espontaneidad en la protagonista. María Eugenia Guzmán demuestra poca naturalidad, salvo cuando canta con su voz de firme importación y de dudosa entonación.

En cuanto al aspecto interpretativo, se precisa actores fogueados, Rubén Darío Guevara a quien ya hemos visto en “Hombres del Sur” y las “Las Apariencias Engañan”, ha progresado bastante. Si no se le presentara como galán bonito-error que un principio se cometió con Robert Taylor-,podría sacársele gran partido. Ernestina Paredes en su papel de tía, está muy bien. Magnífica dicción y naturalidad. Es una artista de tablas que sabe ubicarse en cine. Aparece una señorita Edith Alvarez, la hija mayor del ciego, que no tiene condición alguna para el cine. Uno no se explica cómo, con ese seño duro de gendarme, pudo seducir tan rápidamente al joven médico. Hernán Castro Oliveira, hermano de la anterior, tiene un papel vacilante. A veces estpa muy natural-como cuando ve la hora, silba y sale de la casa-.Pero en otros pasajes está amarrado. “Se chupa” como dice el vulgo, Doña Consuelo de Guzmán, la maestra de canto que augura a la hijita menos del ciego un éxito universal, habla poco. Su actuación no merece repatos. Nena Lynch, la jovencita cursi, no sabe hablar.

El número musical de Oscar Kirby en “La ocarina humana” es una de las mejores atracciones pese a que no figura en el reparto.

Respecto a la dirección, presenta aciertos y tambipen grandes defectos. Miguel Frank, siendo un muchacho apenas, denota, sin emargo, que bien secundado por un argumento de peso quizá pueda producir películas menos deficientes. Sabe cortar a tiempo, como también hacer entrar en acción a sus personajes. Pero le falta exigir naturalidad a sus artistas noveles y un sentido más integral de la técnica fílmica. En la dirección, se le conoce la edad. Empero, hay que momentos, como el de la operación en la clínica, que poseen clima y dan idea de lo que puede ser capaz.

Lo más apalusible en esta cinta es la compaginación. La técnica en general. El sonido está bien. La fotografía es nítida y en ciertos pasajes hasta con sensación de relieve. Emilio Taulis reedita sus dotes técnicas de “Escándalo”.

En resumen: “Amanecer de Esperanzas” es un film que puede exhibirse en nuestro país como demostración de un incipiente esfuerzo digno de aliento. Tiene aspectos amables, como también, otros que no lo son. Todo hubiera resultado pedir de boca a no ser por el error óptico de la argumentista. Es el peor lunar de esta película sin pretensiones y realizada a costa de sacrificios y entuasismo.

HERNAN MUÑOZ GARRIDO

Jefe Sección Cine.Teatros.

Nota: El texto ha sido transcrito respetando la ortografía que presenta el artículo original.