Entrevista a Alicia Scherson
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Sentirse un turista

Alicia Scherson (1974) es de esas personas que toman las decisiones adecuadas casi por instinto.  Creativa e inquieta, su vida ha estado llena de saltos al vacío que le han permitido llenarse de experiencias que se han convertido en su sello y fuente de inspiración. De a poco, la conversación nos va descubriendo su particular manera de aproximarse al Cine y las Artes, mirada que comenzó a forjar a partir de una casualidad: “un día vi en el diario una información sobre la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños en Cuba, me tincó, postulé y me seleccionaron. Nadie sabía nada, ni mi pololo de esa época ni mis papás. Fue un desastre pero también un giro del cual no me arrepiento”.

Y esa misma inquietud fue la que luego de finalizar sus estudios en la isla, la trajo de vuelta a Chile a terminar la carrera de Biología que había abandonado, para luego becada por Fullbright, volver a irse esta vez a Chicago, a realizar un Máster of Fine Arts. No en vano, esta joven realizadora puede hablar con absoluta propiedad sobre lo que significa sentirse un turista.

Dejando atrás el Santiago refinado de Play (2005), esta vez se traslada al Parque Nacional Siete Tazas para contarnos la historia de Carla (Aline Kuppenheim), una Bioquímica que tras una discusión con su pareja Joel (Marcelo Alonso) se queda sola, a la deriva de sus confusiones tratando de lidiar con una imponente naturaleza y con Ulrik, (Diego Noguera) un curioso extranjero con quien pasará unos días bastante singulares.

Es inevitable hacer una conexión entre tus dos películas pues en ambas sacas de contexto a tus personajes.  En Play, Tristán y Cristina salen a explorar contornos opuestos de Santiago y en Turistas, Carla y Ulrik se escapan al corazón de un verde paisaje tan desconocido como acogedor. ¿Se relaciona esto de alguna manera con tu propia experiencia?

Sí,  mi propia vida tiene mucho que ver con eso, con el rechazo a la comodidad y a dejarse estar donde mismo. Siempre tengo la curiosidad de conocer otros lugares, otros espacios y efectivamente, creo que la idea de jugar a ser otro, presente en mi primera película Play (2005) y también en Turistas (2009),  es algo que uno puede aprender cuando viaja o vive en otro lado. Incluso puede convertirse en un vicio. Puedes llegar a un lugar, reinventarte y nadie te conoce, no hay nada que te amarre y te acostumbras a sentirte extranjero, sentirte turista y empezar de nuevo. Llevo seis años en chile y ya me pica el bichito de emigrar de nuevo.

Me llama la atención los personajes femeninos en tus películas porque rompen con el estereotipo recurrente del cine chileno más comercial. Tus mujeres parecen más intransigentes y decididas pero son también bastante contradictorias… 

Me cuesta hablar de cine chileno porque es tan poco,  tan diverso y tan distinto que no sé muy bien como comparar entre películas, pero yo creo que sí. Trato obviamente de alejarme de los estereotipos con los que no me siento identificada, no por una cosa política, sino porque no podría sentirme cómoda creando personajes de mujeres enamoradizas o tontorronas, no son las mujeres que conozco. Tampoco es la idea forzar un personaje de mujer fuerte y en ese sentido, Carla es súper interesante porque encarna el derecho a contradecirse y a equivocarse, la negación de las certezas, a decir que si y que no y eso es algo que está muy prohibido en las mujeres.

Les das a tus personajes permiso para dudar…

Es que la gente que vive de certezas la encuentro súper aburrida tanto en la vida como en el cine. Un personaje que sabe lo que quiere y lo hace de manera voluntariosa se acaba ahí mismo. En mis películas, no son sólo los personajes femeninos los que rompen el estereotipo, si no que en general, me da lata que tengan muchas convicciones porque para la ficción no sirven. Creo que hay que darles un espacio de duda, que vayan para un lado, después para el otro y ahí se juegue la película. En las experiencias de ese recorrer, de ese divagar, más que en las grandes decisiones porque no creo que alguien pueda jactarse de tener muchas certezas en el mundo de hoy.

Es curiosa la figura del inmigrante representada en Ulrik, muy bien interpretado por Diego Noguera. ¿Lo construiste completamente en el guión o se fue transformando con aportes del actor durante el desarrollo del film?

Yo encontré a Diego en un casting buscando a otro personaje para una producción que finalmente no realicé y me gusto mucho como actor. Tenía mis dudas si usarlo o no para el papel de Ulrik, seguí haciendo casting y al finalmente me decidí por él. Desde ahí hicimos un proceso de construcción conjunta, de detalles físicos, el acento, la manera de caminar, de estar, de actuar y claramente él aportó bastante en cada parte de ese proceso.

Una escena clave es cuando Carla y Joel discuten en el auto sobre el término del embarazo y parece más una conversación sobre Biología que sobre la decisión de ser padres. Parte de tu formación proviene de las Ciencias e imagino que influye de alguna manera en el cine que haces y los personajes que construyes…

Siempre me preguntan de qué manera me influye el haber estudiado Biología y en realidad no lo sé, pero creo que hay algo en la manera de pensar de las Ciencias que a uno le queda marcada.  En Turistas (2009) tenía ganas de jugar con un personaje como Carla, que su manera de pensar viniera de las Ciencias puras, las matemáticas, cosas que se pueden evaluar con resultados concretos, pero que a la vez tropezara en esas mismas argumentaciones. Va por ese camino porque es lo que conoce, pero termina dándose contra la pared porque toma una decisión, se equivoca y esa manera de argumentar no le sirve. Lo que me pareció importante resaltar precisamente en esa escena fue como se discutían los detalles de la confianza, porque esas son las negociaciones en las que nos movemos. Una pareja es siempre una negociación y la vida social también lo es.

Quizás esa mirada científica también se puede observar en los planos de diversos insectos que se entrecruzan con la historia central. Creo que más de un espectador se sentirá como un verdadero “turista” frente a esa fauna microscópica que nos muestras…

La gente está acostumbrada a asignarle significado específico a las cosas y cuando he mostrado la película en festivales extranjeros siempre me preguntan ¿qué significan los bichos? A mí y me da mucha curiosidad eso, porque una araña no significa nada, una araña simplemente “es”, y es muy divertido como la gente siempre está en búsqueda de la metáfora, de descubrir un acertijo, de encontrarle un significado preciso y simbólico a las cosas. Yo me resisto mucho a eso y respondo “si los bichos están ahí”, me los tomo como extras. Si hubiera filmado en Santiago, tendría el plano de la señora que mira por la ventana o el peatón que cruza la calle. En el Parque Nacional mis extras eran los bichos y me preguntan también “¿por qué los filmaste tan de cerca?” y yo digo “¡pero si los filmo de lejos no se ven, son chicos!” (risas).

En realidad me pongo una excusa porque claramente lo tenía pensado, tenía muchas ganas de mostrar esta vida paralela. Lo que tienen los bichos y para mi es muy importante, es recordarle al espectador que su historia es un pequeño relato que se cruza con muchos otros,  y que mientras estamos con un drama, la araña tiene su propio drama del que no nos enteramos. Recordarles a los mismos personajes que no son tan protagonistas y no son los únicos que tienen algo que contar.

El Futuro de Alicia…

El Fondo de Producción del Programa Internacional de Ibermedia, favoreció un tercer proyecto de la realizadora titulado El Futuro. Basado en el relato de Roberto Bolaño Una Novelita Lumpen (2002), el eje principal de la película será la historia de Bianca y su hermano adolescente, quienes luego de perder a sus padres en un accidente automovilístico, intentarán robar a una mansión y ella hará lo imposible por seducir al adinerado dueño de casa.

¿Qué elementos de esta obra te inspiraron a realizar su adaptación al cine?

Nunca pensé en adaptar porque me gusta escribir guiones, pero cuando leí esta novela, la vi como una película mía instantáneamente. Me sentí muy conectada con el personaje principal, con la manera en cómo estaba construido y con el humor del autor. Me gusta mucho Bolaño pero ninguna de sus obras es muy adaptable, en cambio ésta es una novela súper visual, la adaptación fue muy fácil y ese humor macabro que plantea me parece súper atractivo de convertirlo en imágenes.

Te sedujo más la historia que el autor…

Lo que más me inspira definitivamente es la trama. Hay ciertas películas, ciertos directores y ciertos cuentos que se enmarcan en un juego mucho más entretenido con la idea de trama y en este caso, la novela de Bolaño tiene una historia muy potente. Sin embargo, el centro de la historia va justamente en los recovecos de ese relato y eso tiene mucho que ver con el cine que me interesa hacer. Ir por una tercera vía que es tomar la trama como un elemento más, sin esclavizarse a ella si no que experimentar con ella. Así como puedo jugar con la luz, la actuación y el montaje, puedo jugar también con la trama.

Pasando a otro tema, en el próximo Festival Internacional de Cine de Valdivia se estrena la ópera prima de Cristian Jiménez Ilusiones Ópticas (2009), en la cual figuras como co-guionista. ¿Qué te pareció esta experiencia? 

Me encantó, no lo había hecho y me gustó mucho. Estoy súper abierta a trabajar con material ajeno pero tengo que tener una cierta conexión. En el caso de Cristian somos amigos, tenemos un humor bien parecido y si ves la película se reconocen ciertas cosas que tenemos en común, como la manera de enfrentar los diálogos y de desarrollar una historia. Yo me entregué totalmente a su visión que tenía una agenda más política, más cercana al mundo de provincia. Más sobre la sociedad que sobre los personajes.

También participarás en el proyecto SCL. Tengo entendido que será una serie de cinco capítulos donde compartirás créditos con realizadores como Matías Bize, Andrés Wood y José Luis Torres Leiva, entre otros…

Somos como diez o doce directores. Los de la generación joven casi en un noventa por ciento y otros más nuevos como Dominga Sotomayor que no tiene largo terminado aún y Sebastián Brahm que acaba de filmar una película. La idea surge de las productoras que son chileno-francesas y cuando sale este pequeño boom de directores, se les ocurre hacer un proyecto de participación conjunta sobre Santiago a la manera de París Je T’Aime (2006) y nos convocaron. Cada uno tiene que realizar un corto en una comuna, yo tengo Colina, no me preguntes porqué. Es un proyecto bien interesante que aún está en desarrollo.

¿Fue al azar la asignación de comunas?

No. Nosotros elegimos pero a mi Sebastián Lelio me “robó” Providencia y bueno, al final decidí ir a explorar a Colina.

¿Qué te parecen este tipo de propuestas que intentan imprimirle un sello generacional al cine actual?

Será interesante dejar un registro histórico de lo distintos que somos. Porque la gente trata mucho de hacer generación desde afuera y le ponen nombre: “el nuevo cine chileno”, “el otro nuevo cine chileno” y realmente sí, hay varias cosas que nos unen pero también muchas que nos separan. Fuimos súper conscientes de eso y nos negamos a tratar de forzar elementos de continuidad y dijimos “ya, aquí cada uno hace lo suyo”. El único elemento común es filmar en Santiago con la misma plata, el mismo tiempo y eso puede evidenciar cosas interesantes.

Por último Alicia, ¿estás de acuerdo con la responsabilidad que algunos le atribuyen al cine de mostrarnos más temáticas contingentes que ni la política ni los medios han sabido instalar en el debate público? ¿Crees que va por ese lado la falta de identidad que se le critica a nuestro cine en algunos festivales extranjeros?

Yo creo que forzar una idea institucional de identidad tiene el peligro de terminar encerrando a los grupos.  Por ejemplo, se habla de identidad mapuche o gay y en el fondo, este invento de la diversidad termina siendo una pequeña prisión de identidad. Yo tengo mucho susto con eso, creo que efectivamente hay una necesidad de todas las Artes de mirar, mirarse y mirarnos,  pero no una  responsabilidad  de opinar sobre ciertos temas. No creo que el cine o la ficción en general tengan que obligarse a eso.