“El Monje” en el cine
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“El Monje” en el cine

¿Quién en la adolescencia y aun en los años de la madurez no ha leído y vuelto a leer el romántico poema de Pedro Antonio González, el noble cantor de la belleza chilena? ¿Quién –cuando las ilusiones tiene en la vida el brillante colorido de la juventud y el delicado perfume de las flores– no ha sentido vibrar en su alma el ritmo de los versos de este poeta soñador?

Pedro Antonio González ha pasado a la posteridad como uno de esos cerebros privilegiados en el arte difícil de hacer versos buenos. Sus cantos a la naturaleza y a la belleza femenina son verdaderos moldes en que están vaciados la sutileza de su espíritu y la emoción de su corazón, sutileza y emoción que brotan en sus poemas como cascadas de oro y de luz.

Su poema “El monje”, arrancado a su pensamiento a su alma en un momento de lírica ensoñación, constituye tal vez una de las mayores glorias literarias de su pluma. Sabemos, por esto, que Pedro Antonio González tuvo siempre una gran predilección por esta hermosa producción suya.

Hemos querido, pues, a fuer [sic] de reporteros y no ignorando el cariño que González sintió por su Monje, aprovechar esta circunstancia para conversar un rato con el espíritu del gran poeta.

Lo invocamos anoche, en un lugar solitario, alumbrado solo por el pálido resplandor de un cielo claro y transparente. El sitio que para ello escogimos es un sitio de recogimiento, de paz y de flores.

–Mi “Monje” –nos dice con voz temblorosa en que se adivinaba una triste emoción– instituyó para mí uno de los mayores orgullos literarios de mi vida. Lo empecé una noche, como ésta, en que mi alma soñaba con una tragedia romántica imposible . . . Puse en aquél poema todo el dolor y la belleza de mi corazón. Cada verso palpitaba en mí, con la fuerza de una noble verdad y lo escribía con el alma rebozante de lírica unción.

Todos en mi patria y fuera de ella –continúa– han leído y aprendido “El Monje” y cada vez que lo oigo recitar, desciendo para escucharlo y sentirlo . . . Y lo escucho y lo siento con la misma devoción y cariño que cuando lo hice.

Ahora mi poema lo han vertido al cinematógrafo. Y han hecho de él una burla. Nunca, pues, se me ha castigado tan duramente. Pero estas son cosas que yo no puedo evitar, porque en el mundo se piensa y se razona de otro modo. En la película hay escenas que constituyen una fuerte bofetada para mi alma romántica y soñadora. Mi poema es otro, más noble, más delicado, más sugerente de belleza, de vida y de amor.

Os pido a ustedes que me oigan: “Ya que han venido hasta este sitio de paz, obedeciendo a un impulso generoso de vuestras almas periodísticas, les ruego que escriban, a su retorno, estas líneas:

“La película “El Monje” no solamente difiere de la verdad poética, sino que la considero un insulto para la vasta obra literaria de que soy un modesto autor”.

El espíritu de Pedro Antonio González se alejó de nosotros envuelto en un níveo velo resplandeciente y pensando en lo que nos había dicho, llegamos hasta nuestro escritorio para escribita la entrevista celebrada con él.

JUSTO BUENO.

– 

 Nota: El texto ha sido transcrito respetando la ortografía que presenta el artículo original.