El comentario de hoy: «Martin Rivas»
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LA SUPERPRODUCCION BORCOSQUE

                                            

Ayer se llevó a efecto la exhibición privada de la producción Borcosque, titulada «Martín Rivas«, adaptación a la época actual de la famosa novela de Blest Gana.

Este trabajo marca, indudablemente, un avance en ciertos aspectos de la cinematografía nacional. Revela un esfurezo serio, aunque en algunos mmentos no obtuvo todo el éxito que esperaron sus directores. El argumento está llevado con acierto y liviandad; acaso precipitado al final. Acertadísimos y elegantes los escenarios. Gastados y no muy finos los detalles cómicos. Las ratas en al pieza de Amador, el cambio de zapatos de Martín en la Plaza, el sacerdote falso en el matrimonio de Agustín, son detalles cuya omisión haría ganar al valor artístico de la película. Fotográficamente, la cinta es dispareja. Hay algunos detalles falsos. Podemos citar el coche en el cual Martín se roba a la muchacha que está enamorada de él. Ese es un coche que no está trasladado a la época actual: ese vehículo pertenece a la primera juventud de Blest Gana. El asalto al cuartel del regimiento está precipitado y aparece como desligado del asunto.

Brillante entrada hace Silvia Villalaz a la pantalla chilena. Posee gracia y naturalidad, viste bien, su mímica es delicada y rica y su desenfado escénico merece todos los fuegos del elogio. Comprendemos que es molesto hacer comparaciones. Pero no seríamos sinceros, si no dijéramos que Silvia Villalaz es la actriz más acertada de todas las producciones nacionales.

En esta pelícual se ha revelado un actor cinematográfico: el señor Rafael Larson. Muy sobrio, muy seguro, muy expresivo en cada una de las escenas de su difícil y poco simpático papel. Es un actor moderno. Sabe expresarse con naturalidad y mesura, y conserva, con una habilidad digna del más caluroso aplauso, el carácter del tipo que encarna.

Jorge Infante hace una hermosa figura y su sobriedad encomiable. Es sensible que en los últimos actos permanezca demasiado frío, y descuide numerosos detalles.

Animado y gracioso el señor Rondanelli. Muy en carácter el señor Cerecer. Como ahora el espacio no nos permite extendernos, publicaremos en breve otro comentario sobre esta cinta que sin duda alguna merece los aplausos del público.

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 Nota: El texto ha sido transcrito respetando la ortografía que presenta el artículo original.