[Crónica] La fiesta militar de ayer

La fiesta militar de ayer

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ALMUERZO Y TORNEO EN EL CLUB HIPICO

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Ayer tuvo lugar en el Club Hípico la hermosa fiesta militar organizada con el doble propósito de festejar una vez mas a la Delegación Arjentina, mostrándole la pericia de nuestros jinetes del Ejército, y de allegar fondos a favor de los damnificados de Copiapó; obra de confraternidad para nuestros huéspedes, y de humanitaria compensación a los desvalidos que todo lo perdieron con las grandes avenidas del último invierno.

La fiesta estuvo a la altura de sus fines, pues ni una sola nota discordante empaño su brillo.

LA LLEGADA

A las once y cuarto llegó al Club Hípico el jefe de Estado Mayor, jeneral (Emilio) Körner, acompañado del inspector de Artillería, jeneral don José Manuel Ortúzar. A la puerta lo aguardaban yá los jenerales Baeza, Palacios y López.

Siguieron llegando jefes del Ejército y otros invitados al almuerzo.

Poco después de las once y media, llegaron los miembros de la Delegación Arjentina en el siguiente órden: Teniente Jeneral Campos, con el capitán Núñez, Jeneral Garmendia con el Jeneral Vergara, Almirante Solier con el comandante Verdier y teniente Meroño, señor don Alberto Blancas con don Manuel Terreros, señor Ministro de la Guerra con los sub-secretarios señores Montaner Bello y Estévez, comandante Oliveira con comandante Valleé, capitán Martín con Mayor Tassy, y los demás señores delegados.

La comitiva se dirije al pabellón del poniente, en donde se bebe la copa de aperitivo.

Suena el cañón del Meridiano, y la concurrencia se encamina hácia el pabellón del oriente, donde se ha arreglado el comedor.

EL ALMUERZO

Una gran mesa de honor de veinte asientos, dominaba la sala, que estaba artísticamente engalanada con flores, banderas guirnaldas y trofeos del mejor gusto.

Perpendiculares a la de honor, había cuatro mesas paralelas con cien cubiertos.

Al centro del pabellón se destacaba un cóndor con los escudos arjentino y chileno. Los nombres de Cruz, Freire, Martínez de Rozas y Camilo Henríquez, San Martín y O’Higgins, Las Heras y Rodríguez, coronaban el artesonado de la sala.

Tomaron asiento con la mesa de honor, el señor Ministro de la Guerra, don Víctor Lamas, quien tiene a su derecha a los señores, Ministro Ingles, Intendente Cousiño, Jeneral Ortúzar, don Luis Larrain Prieto, Jeneral López y teniente Meroño; y a su izquierda, al Teniente Jeneral Campos, Jeneral Körner, Almirante Solier, Ministro de Industria don Joaquín Villarino, Jeneral Garmendia, don Manuel Terreros, Jeneral Vergara, Comandante Nunes y Jeneral Palacios.

En las otras mesas tomaron asiento los señores: Delegado Brasilero don Carlos da  Carvalho, coronel Rivas, Comandante Verdier, Comandante Padilla, Comandante Silva Renard, Comandante Dávila Baeza, Teniente 1.º Errázuriz, Mayores, Arroyo, Cabrera, Dublé, Lorca Prieto y Mizon, Mayor ecuatoriano Hidalgo, Mayor Errázuriz, Comandante Oliveira, don Jorje Phillips, don Alberto Blancas, Guardia Marina de la Sotta, Mayor Briones, Teniente de navío Oliden, Capitán Franke, Mayor Rodríguez, Comandantes Vergara y Guerrero, Mayores, Echeverría y Serrano, Teniente Rojas, Coroneles, Soto Salas e Ilabaca, Mayor Valleé, Coronel Yáñez, Comandantes, Berguño, López y Altamirano, Capitán Gómez Carreño, Comandante Barros Merino, Mayor Sanhueza, don Luis Barceló, don Álvaro Besa, Capitán Vergara, Mayor García Vidaurre, Comandante Wilson, don Ricardo Montaner Bello, don Carlos Estévez, don Joaquín Pinto Concha, Jeneral Baeza, Coronel Pinto Agüero, Capitán don Francisco Aguirre, Coronel Parra, Comandante Rodríguez, Mayores Larrain Búlnes y Schonemayer, Coroneles, Campos y Beytia, Mayor Tassi, Capitán García Huidobro, Mayores, Yentzen y Quiroga, Comandante Mujica, Mayor Ortiz Olavarrieta.

Se sirvió el almuerzo conforme al siguiente menú, impreso en letras doradas y encabezado con el escudo chileno de metal:

Almuerzo:

Galantina de pavo

Jerez seco

Consomé de camarones

Blanco Santa Rita

Truchas a la chilena

Empanadas

Pinot Vial Reservado

Capon trufado

Paltas con crema chantilly

Roederer G. V. See.

Budín de chocolate

Frutas

Café

Licores

Cigarros

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A la hora del champagne, el jefe del Estado Mayor pronunció el siguiente brindis:

“Señores:

Las fiestas patrias que se celebran todos los años con tanto entusiasmo en nuestro pueblo, han revestido este año caracteres escepcionales de pompa y grandiosidad a causa de la presencia entre nosotros de los delegados de la nación, que en la guerra de la Independencia fue nuestra aliada.

La cordillera de los Andes, no debe ni puede ser una separación de organismos diversos, sino como la espina dorsal del cuerpo humano, que divide los dos costados sin separarlos.

Muchos son los servicios que los dos países se han prestado en la guerra de la Independencia. En 1807, se abrió en Chile una suscricion (sic) para socorrer a las viudas y huérfanos de los que murieron defendiendo a Buenos Aires. En 1811, cuando los defensores de esa misma ciudad se encontraban acorralados y sin pólvora, una cuadrilla de valerosos chilenos atravesó las nieves eternas llevando ochenta quintales de tan ansiosamente esperado esplosivo.

Cuando los españoles reconquistaron a Chile, se organizó en Cuyo el ejército chileno-arjentino que vino a darnos en Chacabuco y Maipú, la libertad y la victoria.

Después de un siglo  de estas luchas homéricas, y en presencia de los jefes del ejército y armada arjentinos, hai que recordar no solo las hazañas sino también los fines que ellos llevaban en vista. Uno de estos fines, señores, era la creación de los Estados Unidos de Sud-América, que hasta hoi ha sido un sueño, pero que parece tener hoi día mas que nunca probabilidades de realizarse, pues hemos visto los males que resultan de la desunión de estos países, y podemos calcular los bienes que su unión traería a ambos.

Si esta idea sale del ejército de Chile, no debe creerse, señores, que ella obedece al temor. No es el niño inerme que busca apoyo en su hermano mayor mas fuerte; por el contrario, es el varón poderoso acostumbrado a esgrimir armas victoriosas que se compromete lealmente tendiendo su mano a realizar ideales comunes de engrandecimiento, que los padres de la patria no pudieron llevar a efecto. Los que con orgullo vestimos el uniforme del ejército chileno, alzamos nuestra copa, para que cuando uno de los dos países esté amenazado, el otro haga, lo que se hizo durante la guerra de la independencia.

Los jefes de ambos ejércitos y armadas, presentes en esta mesa, tenemos una bella ocasión para comprometernos a trabajar por la uniformación de las instituciones militares de ambos pueblos”.

Al brindis del Jefe del Estado Mayor, contestó el jeneral Garmendia con una de esas improvisaciones verdaderas, arrancadas al alma y a la imaginación, bien nutridas de sentimientos e ideas.

El jeneral Garmendia, dijo mas o menos:

Señores:

Ante la elocuencia de las espresiones del señor jeneral Körner, que nos dá una lección de historia homérica, tendré que limitar mi discurso en esa parte.

Yo me siento conmovido en este momento, i la palabra tiembla en mis labios, ante los mudos i solemnes testigos que de lo alto de esos muros nos contemplan i nos dicen que sus nombres imperecederos deben estar en todo momento en nuestro pensamiento.

Este es un banquete de soldados; i en su pequeño conjunto representa la gloria inmarcesible que lo supera todo, i que encerrada en las cortas frases del verso de un poeta arjentino, podrá identificar la importancia de la que recojieron los ejércitos que en la edad de fierro unieron arjentinos i chilenos.

El verso dice así:

Si la grandeza militar se estima por lo que da ella al porvenir le toca,

bien vale un Austerliz dentro la boca,

de algún cañon de Chacabuco [Ayacucho] o Lima.

 Si señores, la grandeza militar supera todo, porque tiene por base la abnegación i al sacrificio; i es por eso que Alfredo Devigny ha dicho, cuando conmueve con los mas grandes actos de sacrificio i abnegación del hombre de guerra:

“Yo no conozco nada mas grande que el corazón del soldado.”

Tenia razón cuando se refería al héroe del sacrificio, que con nada tiene parangón en la vida humana.

Paladín de la eterna lucha, sólo aspira a la única recompensa que endulza la vida, que es la estimación pública i la gloria.

No tiene nada mas: i alguna vez ni una cruz de ramas en su tumba de bravo. Si lo veis enardecido en la batalla, luchando brazo a brazo con el enemigo de la patria, inspirará las mejores pájinas de la historia de su país; i cuando caiga gritando ¡viva la patria!, será sintiendo la misteriosa visión del porvenir, i cantando marcha a la muerte.

Muchas veces el soldado vuelve a la patria inválido y sin hogar ni familia, después de regar el campo con su sangre jenerosa, sin que su nombre figure siquiera en las pájinas de la historia. 

Hasta el mismo traje que viste el soldado, es símbolo de muerte y de sacrificio.

Nuestro agradecimiento por el pueblo chileno y por ustedes, que representan una de sus mas nobles instituciones, será inolvidable y sincero. No podemos olvidar jamás sus espontáneas y sinceras manifestaciones de fraternidad, sin ser ingratos.

Brindo por el ejército chileno, por sus glorias pasadas y futuras, y por S. E. el Presidente señor Riesco.

Grandes aclamaciones se tributaron al jeneral Garmendia por su elocuente brindis.

A continuación, el señor Delegado brasilero don Carlos de Carvalho levantó su copa, y pronunció el siguiente brindis en portugués, que fue mui aplaudido:

(traducción)

Señores: Entre militares que representan en esta fiesta la fuerza armada de dos naciones americanas que supieron comprender la conveniencia de envainar sus espadas para gozar juntas de los beneficios de la paz, quiso la suerte que la República de Brasil estuviese presente y  representada por uno de sus servidores mas humildes.

Por una circunstancia, que puedo calificar de mui feliz para mi y de significación grande en este momento, el delegado comercial del Brasil en las Repúblicas de Chile, Arjentina y Uruguai, fué un veterano de la guerra y es ahora también un predicador convencido de las necesidades de la paz que garantiza el órden interno e impulsa el progreso de estos países, para honra y gloria de la colectividad sud-americana.

La razón, señores, venció a la fuerza; y la fuerza, aplicada a trabajo del comercio y de las industrias, traerá seguramente mejores días para los pueblos de este continente, haciéndolos también admirados y queridos por las naciones civilizadas del mundo entero.

A la sombra benéfica de la bandera de la paz, se bajará a las entrañas de la tierra para arrancarle los tesoros fabulosos que guarda, la locomotora cruzará las sierras, corriendo con velocidad sobre los rieles, surcarán los barcos los mares con rumbo seguro, y se cantarán bellísimos himnos al amor de la patria.

He aquí, señores, esbozando el grande acontecimiento al cual no ha sido estraño el Brasil, el primero en proclamarlo bien alto.

La luz del sol que ilumina al propio tiempo a esta tierra hospitalaria, ninfa de la cordillera, y a las pampas arjentinas, me llena de felicidad, y levanto la copa para saludar a la unión sud-americana.

El jeneral don Salvador Vergara, brindó también, en los siguientes términos.

Señores: Consuelan las manifestaciones de la hora presente, como durante las de incertidumbre, consolaba ver la tranquilidad de las instituciones armadas de ámbos países que esperaban serenos el momento de cumplir con su deber.

Muchos habríamos muerto; pero ninguno perdido su honra en una batalla desgraciada. Pero nuestros gobiernos han evitado estos estremos, llegando con sabio y tranquilo criterio a firmar esta paz que hoy celebramos unidos.

Como soldado entusiasta, alzo mi copa, por el mas conspícuo representante de los ejércitos unidos de ámbos países: ¡Por el jeneral Roca!

El mayor Tassy, pronunció un bríndis mui académico, que sentimos no reproducir (por) no haber alcanzado a escucharlo debido a la distancia que nos separaba. No pudimos tampoco obtenerlo después, porque no lo había escrito.

Clausuró los bríndis el señor Ministro de la Guerra, don Víctor Lamas, con las siguientes palabras:

Señores:

En estos suelos convertidos hoy en verjel por el esfuerzo y la constancia del jénio de  Eyzaguirre, rodaron en otro tiempo con estrépito los cañones guerreros, y sintióse el golpear de los caballos sobre los incultos guiarros (sic);  entónces, arjentinos y chilenos alcanzaban la victoria de Maipo, último esfuerzo para asegurar a independencia de gran parte del suelo americano.

La victoria alcanzada ántes de estinguirse el día 5 de abril, pone fin a la memorable jornada; y hoi, aunque quisiéramos prolongar los buenos momentos consagrados a los distinguidos huéspedes, no podríamos, por tener que ofrecerles todavía una muestra del esfuerzo perseverante de nuestras instituciones militares. Nos espera adornado de otras hermosas flores que presenta este verjel en los días de gala, el torneo hípico militar.

Esperamos que esta manifestación, que el torneo obliga a terminar, deje en nuestros huéspedes las buenas impresiones del franco cariño que el ejército de Chile profesa al de la República Arjentina.

Terminados el almuerzo y los brindis la concurrencia abandonó el comedor para bajar a la cancha y presenciar el (sic).

TORNEO HIPICO MILITAR

Eran las dos de la tarde cuando llegó a la cancha S. E. el Presidente de la República acompañado de su familia, y las bandas tocaron el himno nacional.

A esa hora, las tribunas estaban ya repletas de jente, lo mas elegante y escojido de nuestra sociedad.

Nuestras damas lucían su belleza resplandeciente, encuadrada en los trajes riquísimos de primavera que con las entonaciones alegres y vaporosas de los encajes, las blondas y las flores, formaban un conjunto encantador, casi májico.

Luego sonaron los clarines de guerra, i se presentó a la pista el 1.º grupo de 17 oficiales de la brigada de Angol, al mando del capitán Vidaurre, de Granaderos.

Este grupo practicó los siguientes ejercicios:

a)    Entrada al Picadero al galope, en columna por cuatro con los trompetas a la cabeza.

b)   Varios movimientos de picadero al trote y galope.

c)    Triple estocada con lanza.

d)   Combate individual de sable contra lanza.

e)    Salto de obstáculos.

Al terminar, fueron aplaudidos entusiastamente.

Siguió el grupo de una cuarta del Escuadron Escolta, mandada por el Teniente Villalobos, que hizo la entrada al picadero como la sección anterior:

Diversos ejercicios al trote y al galope y cambios de mano por todo el picadero, divididos en dos secciones con espada afuera;

Serpentina al galope con quites a discreción;

Triples estocadas contra blancos;

Combate de sable i lanza; i salto de obstáculos individual y colectivo y sobre valla ardiendo.

Una cuadra del Rejimiento Granaderos, hizo;

Reunión al galope en el picadero con media vuelta rápida;

Triples estocadas contra blancos;

Combate de sable contra lanzas; y

Salto de obstáculos individual y colectivamente.

Una mitad del Rejimiento Cazadores, hizo;

Entrada al galope al picadero en grupos de a cuatro;

Varias evoluciones en fracciones de a cuatro y en pelotones;

Por fracciones de a cuatro clavar discos y estocar al frente y al tierra:

Combate entre sable y lanza;

Refriega, empleando armas de madera;

Saltos de obstáculos.

Una cuarta de conscriptos del Rejimiento Lanceros:

Entrada al picadero como las secciones anteriores;

Varios movimientos de picadero al trote, galope y carrera y cambio de mano con espada afuera:

A la carrera tomar objetos del suelo;

Triples estocadas contra blanco;

Salto de obstáculo individual y colectivamente;

Esta tropa fue aplaudida con mucho entusiasmo.

La cuarta de Dragones:

Entrada al picadero como las secciones anteriores;

Diversos ejercicios al trote y al galope y algunos movimientos en dos pistas;

Ejercicios de agilidad y otros como ocultar los caballos;

Triples estocadas contra blancos con lanzas y sable; y

Salto de obstáculos individual y colectivo.

Y por último, la tropa del Rejimiento Guías, hizo:

Entrada al picadero como las secciones anteriores.

Diversos ejercicios al trote y galope y movimientos en dos pistas, como alineación apoyando.

Triples estocadas contra blancos.

Combate de sable contra lanza y de lanza solamente.

Salto de obstáculos individual y colectivamente.

El piso del picadero estaba mui mal preparado y los primeros caballos resbalaban con facilidad. Gracias a la destreza de los jinetes no hubo que lamentar ninguna desgracia.

El Jurado lo componían:

El jeneral don Salvador Vergara A.;

Coronel don Abel P. Ilabaca; y Coronel don Arístides Pinto Concha.

Director del picadero, era el coronel don Sofanor Parra.

Un premio especial, gran copa de plata, fue adjudicada a los conscriptos del Lanceros.

El triunfo alcanzado en el torneo por el piquete o sección del Rejimiento Lanceros, compuesto de 16 conscriptos y 4 individuos de línea, ha sido el complemento de la espléndida revista que el 5 del presente mes presentó dicho cuerpo a la Inspección de Caballería, representada por el sub-inspector señor coronel Parra.

El primer premio, una estatua “El vino”, fue adjudicado al grupo de “Granaderos Jeneral Bulnes”; y el segundo premio, una preciosa valija de plaqué, al del “Rejimiento Dragones”.

Siguió después el concurso individual de oficiales, con un jurado ad hoc, compuesto del coronel Parra y mayores García Vidaurre y Quiroga.

Se presentaron los tenientes Puga, Villalobos, Concha, Sepúlveda y Pérez; y alferes Aguayo, Vergara, Arce, Agüero, Llona y Gormaz.

Dieron dos vueltas al picadero, con cuatro obstáculos.

Hubo empate entre los tenientes Villalobos y Concha; y los alferes Arce y Vergara.

Dieron nuevamente una vuelta estos cuatro jinetes, obteniendo el primer premio, el alférez Arce, y el 2.º el teniente Villalobos.

Terminó el torneo con un desfile por el frente de la tribuna de honor, hecho por todas las secciones de caballería, escalonadas, al aire de ataque y gritando estruendosos hurras!

El público aclamó entusiastamente a los bravos y ájiles jinetes militares.

Hasta los caballos del coche de don Alberto Besa, entusiasmados con la brillantez de los ejercicios militares, se precipitaron desbocados sobre la pista, arrastrando el carruaje, y saltaron admirablemente una de las vallas. Desgraciadamente, sólo las primeras ruedas del coche hicieron otro tanto, y este quedó dividido en dos, completamente destrozado.

El cochero pudo dejarse caer antes del salto, y no ocurrió ninguna desgracia personal. Este mismo coche atravesó con la lanza el de don Alvaro Besa.

Todo el mundo se retiró de la cancha gratamente impresionado, con escepcion del señor Besa y su cochero.

La Delegación Arjentina, después de elojiar calurosamente la pericia del nuestros soldados, se retiró a su alojamiento, para asistir mas tarde al banquete de la I. Municipalidad.

Momentos antes de retirarse la Delegación Arjentina, S. E. el Presidente de la República, Ministros de Estado y demás comitiva oficial fue invitada a beber una copa de champagne, por la comisión organizadora del torneo.

 

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 Nota: El texto ha sido transcrito respetando la ortografía que presenta el artículo original.