Comentarios de cine: «El fin del juego»
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Director: Luis Cornejo. Intérpretes: Calvin Lira Portales, Raquel Parot. 1969. Salas: Rex, Pedro de Valdivia.

El concurso de gente ajena al campo cinematográfico –escritores, dramaturgos, actores de teatro– no tiene forzosamente que se obstáculo para llevar a buen fin a la realización de una película. Se puede ser escritor y poseer, sin embargo, una poderosa intuición cinematográfica; se puede ser dramaturgo y conocer a fondo la naturaleza de un guión; se puede ser actor teatral y despeñarse con propiedad ante las cámaras. El asunto, en otras palabras, es olvidarse de su origen artístico y encarnarse en un solo problema; el que plantea el cine como arte y como técnica.

Nada de esto les ocurrió, al parecer, a quienes intervinieron en la producción de “El fin del juego”. Ninguno, ni los que participan como presencias visibles, ni los que son responsables directos de la obra, fue capaz de desprenderse de su origen cuando era propio hacerlo. El escritor que hay en Luis Cornejo (director del film) recorre la obra de pinta a cabo; el dramaturgo que hay en el creador de los diálogos (Fernando Cuadra) revela su huella en cada palabra que se pronuncia; y en cuanto a los actores (Lira Portales, Parot, Durante, Guixé, Perucci) se mueven, impostan la voz, se desenvuelven como si se hallasen en escena. Hasta los que intervienen como aficionados o como actores improvisados se comportan contagiados por el engolamiento general de los profesionales.

En muchos momentos, Cornejo y Cuadra olvidaron que estaban haciendo cine. Lo verbal –y verboso– prima pesadamente sobre la expresión de la imagen; lo literario invalida el lenguaje natural; la frase pulida, redondeada –recargada a su vez por el fraseo teatral de los actores– ahoga toda posible naturalidad. La película podría proyectarse en pantalla oscura y entenderíamos igual con la sola voz de los personajes.

A estos defectos se suma el de un criterio primario del montaje, sobre todo en las secuencias donde participan dos figuras dialogando. Como en un partido de tenis, la cámara enfoca a uno y otro de los participantes, y cuando el método comienza a cansar, se recurre a la voz en “off”, manteniéndose enfocado a uno de los personajes. Consecuencia: lo que era un diálogo se transforma bruscamente en algo así como una entrevista.

De más está referirnos a la historia que se narra en el film. Por su contenido, su tono y su tratamiento resulta digna del más puro melodrama radioteatral.

Lo que a “El fin del juego” le faltó fue una sola cosa, y lamentablemente para la obra, es la principal: la mano de un cineasta.