Chicago Boy… del cine
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-El director de “Julio comienza en julio”, primer largometraje chileno en cinco años, demoró tres en hacer su película.

Aunque más conocido como cineasta, Silvio Caiozzi, 34, también es cocinero.

En la próxima semana estrena Julio comienza en julio, único largometraje chileno de los últimos cinco años, ya adquirido por la TV alemana e invitado a participar en la Quincena de Realizadores del próximo festival de Cannes. Sus aficiones gastronómicas tienen estrecha relación con la película.

El nexo entre ambas actividades es el escritor Gustavo Frías. Lo introdujo en el arte culinario durante el largo período de gestación del guión. Ahora, mientras se desplaza por su amplia cocina juntando los ingredientes, anuncia que va a preparar un pollo al curry, luego, con tono de unción y respeto, añade que “según la receta de Oliver”. Otras especialidades de la casa son el pollo al vino, a la normanda y al estragón. Y si alguna vez abandona el cine, se le puede vislumbrar como dueño de un restaurante llamado el Pollón gourmet. “Cocinar –dice- es lo que más me relaja”, y en esto coincide con otros directores, desde Francis Coppola, hasta el ex socio de Godard, Jean Pierre Godin.

Caiozzi es hombre introvertido, tímido, interiormente tenso, poco dado a teorizar sobre el cine o cualquier otra cosa y bastante parco de palabra. A los 8 años ya tomaba fotografías. A los 12 requisó la cámara y proyectora de 8 mm de sus padres y, con sus compañeros de colegio, hacía películas argumentales de tres a siete minutos, cuyos guiones provenían de las revistas de historietas que esa época leía. En esos días llegó Emelco a su casa; sus resplandecientes pisos le valieron convertirse en escenario de un comercial para los parqués Küpfer. Mientras tres parejas bailaban charleston, vals y rock, Caiozzi filmó la filmación de Emelco. Aún conserva ésta y otras películas de aquella remota época, pero no se atreve a volver a verlas.

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FUTBOLISTA “LAUCHERO”

En el Kent School fue buen alumno, salvo un periodo –segundo y tercer año de humanidades-, en que se dedicó al fútbol. En las pichangas del caso jugaba de “lauchero”. Eso implicaba pararse cerca del arco contrario, sin llamar la atención y, cuando llegaba la pelota, convertir el tanto. Alcanzó una fama tal de goleador, que un tiempo después lo incorporaron al equipo del colegio, lo cual fue fatal para su carrera futbolística. Como ahora se jugaba con árbitro y offside, la técnica lauchera se tradujo en pitazos y tiros libres para el contrario, en vez de goles. A los tres partidos, quedó fuera del equipo.

Después del bachillerato trabajó año y medio en la industria conservera de sus padres. Un amigo de sus días de colegio lo incitaba a que, juntos, fuera a estudiar a EEUU. “Administración de empresas –decía- es la profesión del futuro”. Fueron a revisar catálogos de universidades en el Instituto Chileno Norteamericano, y en ellos Caiozzi descubrió que se podía estudiar cine. Partió al Columbia College de Chicago, donde se graduó tres años más tarde.

-Así –sonríe- me convertí en un Chicago Boy, pero en la parte artística.

De regreso a Santiago primero se dedicó a la TV, trabajó en Protab, donde dirigió Juani en Sociedad y otros teleteatros.

-Abandoné este campo después –explica- porque la TV es muy limitada. Demasiadas cosas quedan en las manos de la suerte y de los técnicos, y se escapan del control del director. El cine es muy distinto, allí, al fin de cuentas, todo el control lo lleva el realizador.

Sin embargo, todavía no se aventuró en este campo, y primero se dedicó a la cámara para dominar su técnica, la de la luz e iluminación. Fue director de fotografía de varias películas de Helvio Soto, y estuvo a cargo de la segunda unidad de Estado de Sitio, de Costa Gravas, lo que implicó estará cargo de la fotografía de aproximadamente un  por ciento de aquel filme. En 1974, codirigió A la sombra del sol.

ercilla4_25041979.jpgSus conocimientos técnicos también los aplicó al comercial, campo en el cual se ha ganado yn prestigio tal, que en la actualidad no alcanza a realizar todos los trabajos que le ofrecen. Considera que técnicamente esta labor le ha servido para el cine, sobre todo en el manejo de la cámara y el sonido, pero que –en materia de estructura y actores- no hay relación con el largometraje. ”Hasta en lo referente al tiempo, son muy distintos. En el comercial se va directo al grano; incluso se exagera; si el factor tiempo es realista, no vende. ”

Es, sin embargo, en estos comerciales donde se haya la raíz de Julio comienza en julio. La primera inversión, que cubría el rodaje mismo, surgió de la ganancia de la firma de spots de Caiozzi y sus dos socios. De éstos, Alberto Celery ofició de productor y Nelson Fuentes, de camarógrafo del largo.

La filmación misma, en blanco y negro y 16 mm, tuvo lugar durante dos meses, a mediados de 1976. Luego faltó el dinero y el proceso de laboratorio se realizó paso a paso, a medida que entraba dinero a través de los spots. Finalmente la película se envío a EEUU donde fue teñida de sepia (para dar el clima de época de 1917) y ampliada a 35 mm.

En total, un costo de 110 mil dólares.

No obstante esta suma no corresponde a la realidad. Ni Caiozzi ni sus socios cobraron por su trabajo, y tanto el guionista como los actores aceptaron cantidades muy inferiores a lo normal para ayudar a reanimar el exangüe cine chileno.

El único otro apoyo recibido por Caiozzi recién se cristalizará después del estreno. El decreto que libera de impuesto (22 por ciento) a los espectáculos culturales auspiciados por una universidad no excluye ni incluye el cine. En este caso, Hernán Larraín, vicerrector de comunicaciones, aportó el auspicio de la UC. Impuestos internos concedió una exención de impuestos por tres meses en Santiago.

Fue una medida muy positiva, pero no asegura el futuro del cine chileno, que requiere una legislación más específica, explica Caiozzi.

-No significa de ninguna manera que la cosa haya quedado en claro para otras películas chilenas que se puedan hacer más adelante. Es muy relativo porque se mantiene la duda de si impuestos internos aceptará este mecanismo en forma constante. Dése cuenta que si Julio alcanzara un gran éxito en Chile, lo que más podemos lograr es la recuperación del capital, pero no faltarán quienes crean que nos llenamos de dinero y que el cine es tan buen negocio que no requiere de apoyo.