“Casamiento por poder” es un film malo y con Fernando de Mastia, peor.
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UNA REVISTA ARGENTINA publica semanalmente una historieta cómica intitulada “Para eso pago”, en la cual aparece un millonario extravagante, capáz de hacer trasladar el cielo a la tierra con el poder de su dinero. Por asociación de ideas me he recordado de esta historieta al ver la nueva película chilena “Casamiento por poder”, estrenada la semana pasada en los Teatros Sana Lucia y Continental.

Casamiento por poder” no es una película. Está muy lejos de serlo. Es un experimento hecho con el argumento, el capital y la interpretación del señor Fernando Jiménez de Cisnero, quien, al parecer, está dispuesto a pagar muy cara su popularidad a costa del prestidio del vapuleado cine chileno.

NADA ADENTRO

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  ESTA FOTO ES interesante y casi histórica en este film. Corresponde al reducido grupo de las en que no aparece Fernando de Mastia. Ester Soré y Plácido Martín la animan.

El argumento es falso, ordinario, infantil, explotado hasta el cansancio por las películas americanas, pero con más decoro, con un fondo más moral que el de “Casamiento por poder”. Los diálogos son siúticos, tremendamente cursis y pedestres. Abundan los chistes de almanaque y los discursos soporíferos que brotan en cada escena, haya o no necesidad de grandilocuencia.

La dirección es deficiente, muy por debajo de todo lo que ha hecho hasta ahora José Bohr, y en la cual no se dá ninguna muestra de su experiencia.

La interpretación está a la altura del grueso de la película, deficiente. Fernando Jiménez de Cisnero (Fernando de Mastia) está tremendamente mal. No comunica nada al público. Es frío, inexpresivo, antipático, melodramático en lo que raya a cursi y a “patchoulí”. Alejandro Lira está discreto. Jorge Reynó no cumple su cometido, pero promete. Ester Soré está a la altura de sus anteiores películas, ni más alto ni más bajo, aunque esta vez retrata mucho mejor. No le cuadran los papeles de vampiresa ni los de mujer fatal. Nos gusta como niña ingenua, tal como es al natural. Rolando Caicedo no luce. Marilú Zol, promete, lo mismo que Vinicio Valdivia. Cora Díaz exagerada. Lo mejor es la pareja que forman Anita Beltrán y su compañera, cuyo nombre no recuerdo. Los demás no suenan ni truenan.

La técnica también salva algo la película. El sonido es parejo a veces, y las deficiencias que se notan se deben a lo inapropiado del “set” donde se filmaron varias escenas. La fotografía, aunque buenas, adolece de un defecto. El cameraman Enrique Soto se reveló como un despieadado decapitador de artistas, cortándoles la cabeza en los close-up y medios close-up a todos cuantos se le pusieron por delante. Pero tiene sus buenos aciertos de luz y fotografías. El trabajo de laboratorio está correcto. “Casamiento por poder” pudo haber sido una buena película, con un argumento más moralizador, una dirección más cuidadora y, sobre todo, sin don Fernando Jiménez de Cisnero (Fernando de Mastía).

SERGIO ZAMUDIO MIQUEL