«Best Sellers» chilenos a la pantalla
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Mientras se resuelve la última y desesperada petición de los industriales cinematográficos –alza de entradas a cambio de una “normalización” de los estrenos- surge cada vez con más fuerza una de las escasas paradojas favorables de la actual situación económica. Cuesta barato filmar en Chile y, de Costa Gravas para adelante, se trazan proyectos ambiciosos sobre la base de coproducciones y, asimismo, muchos realizadores nacionales se lanzan a la aventura de filmar novelas criollas de éxito.

Ya se ha anunciado que la juvenil Palomita blanca de Lafourcade será adaptada por Helvio Soto, mientras que está a punto de filmarse la romántica novela de Guillermo Blanco, Gracia y el Forastero, en realización de Sergio Riesenberg, quien a su vez tiene el proyecto de continuar su trayectoria con Hijo de ladrón, la imponente novela de Manuel Rojas.

Gracia y el forastero, con gran dignidad literaria, se anticipó a Love Story en ese paso del retorno al castigado romanticismo. Esta condición no escapó a la sensibilidad de Riesenberg, quien confiesa que tomó la obra de Blanco “como punto de partida, porque el público necesita higiene mental, mirar hacia adentro y darse cuenta que el mundo no es tan lúgubre”. El director conocía hace tiempo a Blanco, ya que fue su alumno en la escuela de Periodismo de la UC. “La novela es muy buena y apta para ser llevada al cine, -dice- por estar narrada en imágenes, donde la naturaleza y el paisaje se funden con el hombre y son protagonistas de la historia. El film será hecho a lo grande, en colores y su distribución correrá a cargo de PELMEX, con vasta experiencia en películas de éxito en la taquilla latinoamericana (entre oras, Natacha, QP 71).

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El riesgo del folletín

Para Qué Pasa, el peligro más serio que puede correr la excelente novela de Blanco al convertirse en celuloide es que su transfondo romántico pueda derivar en algo dulzón y fácil. Pero Riesenberg aclara que el sentido exacto de la novela será mantenido, puesto que el propio Guillermo Blanco asesorará la elaboración del guión cinematográfico. En el nuevo lenguaje la obra espera así conservar la simplicidad dela trama y raspasar de ese modo el realismo poético que se desprende de la novela misma. Para el escritor, ese peligro ha sido sorteado: “el riesgo que puede corerse al llevar una obra literaria al cine –explica- es que la imagen puede distorsionar la palabra, pero confío en que el director sabrá trasladar los lenguajes sin variar el sentido”.

Blanco estima que el público responderá, porque la novela ya lleva 6 ediciones y la quinta se agotó en un periodo breve. Y el argumento –una historia de amor- no pierde vigencia con el paso del tiempo. Por su realismo –agrega- se adecúa al momento.

Incluso se mantendrá la ambientación: gran parte será filmada en exteriores y el escritor mismo sugirió la playa Mirasol, cerca de Algarrobo, como lugar de inspiración de la obra.

Así, todo augura que esta nueva ola que emprende el cine chileno, aprovechando las novelas chilenas “best sellers”, promete un futuro internacional taquillero en el que PELMEX tiene una buena tradición.