Anotaciones de un reporter sobre el estreno de «Tú eres mi marido»
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MUCHA GENTE, muchos abrazos, las suficientes felicitaciones como para mandar imprimir una colección completa de tarjetas postasles para Pascua y Año Nuevo, hubo esa mañana en que se estrenó para la prensa la nueva película de Eugenio de Liguoro: “TU ERES MI MARIDO”, en que el amigo director de “Verdejo gasta un millón” y “Un hombre de la calle”, las dos películas de más pexito en Chile, se mandó la parte, como dicen al otro lado, entregando al público un film movido, interesante, con más emociones que un parque de atracciones mecánicas, y sobre todo, con una continuidad cinematográfica que hasta ahora no se había podido conseguir en Chile. Eugenio de Liguoro se reveló por entero como director técnico, cameraman, iluminador, laboratorista y hasta como argumentista.

EL ASUNTO es sencillo, y lo firma Gabriel Sanhueza. Vamos a decir que es la primera vez que Sanhueza da en el clavo en materia cinematográfica. Aunque el tema no es todo lo original que se cree, ya que los casos de amnesia y de personajes que se parecen están más explotados que el León de la Metro logra interesar. Tiene eso que llaman “garra”. El interés del público no decae en un solo instante. Se sobresalta con el naufragio. Se deleita con las canciones de Blanca Negri y Raúl Videla. Se ríe con las situaciones cómicas que se producen al encontrarse los dos personajes que interpreta Américo Vargas. Se sobrecoge de espanto con el accidente de aviación, y detesta cordialmente a Rubens de Lorena. ¿Qué más se puede pedir? Sólo aplaudir a Sanhueza por este verdadero acierto…

LOS TRUCOS cinematográficos, que se considereban un privilegio exclusivo de Hollywood, algo así como Berverly Hill, las Greta Garbo, los Charles Boyer y los Pato Donald, han sido igualados con buen éxito en esta presentación en sociedad que hizo Blanca Negri de su marido cinematográfico. Los conocimientos de la técnica que posee Eugenio de Liguoro hicieron posible realizar los más variados trucos. Después de ver ese trabajo, casi de relojero fino, que hizo para hacer aparecer en el mismo cuadro a los dos personajes de Américo Vargas, que conversan, riñen, se dan la mano y accionan con naturalidad, como también ese accidente de aviación, el naufragio y muchos otros, dan ganas de ponerse en espectador y exclamar-¡Al fin vemos una verdadera película!…

LA TECNICA empleada en “Tú eres mi marido” es excelente.  A unos se le llega a olvidar a ratos que está presenciando la exhibición de una película nacional. Eugenio de Liguoro ha conseguido una fotografía nítida, brillante, pareja, desde el comienzo hasta el final. Tiene buenos enfoques como dicen los que se las dan de entendidos en fotografía, y en ningún momento se nota esa deficiencia de iluminación que era característica de las películas chilenas. El sonido de Vivado y Beire, merece que se le aplauda. Ha mejorado en un 75 por ciento de lo que escuchamos en “Un hombre de la calle”, y permite escuchar con toda nitidez los diálogos, efectos sonoros y las deliciosas canciones que ilustran el film, y que consagran definitivamente a Fernando Lecaros.

LA INTERPRETACION que se acusa en esta película es, pareja a la dirección y a la tècnica, lo mejor que habíamos visto. Blanca Negri, a quien vimos haciendo un papel corto en “Un hombre de la calle”, se revela como una actriz de grandes condiciones y de recursos. Fotografía bien y tiene simpatía. Américo Vargas tiene la responsabilidad central del film. Sin él, Blanca Negri habría quedado viuda. Como Basilio Godomar, el milenario, está sobrio, correcto. En cambio, en el papel de Primitivo Pérez, el marinero, está a ratos demasiado teatral, afectado, defectos que pasan inadvertidos ante el resto de su trabajo. Está bien, Rubens de Lorena, demasiado blando. No sirve para villano, Rogel Retes, sobrio. María Llopart desmayándose a cada rato, pero con gracia. Agustín Orrequía, siempre gracioso, pero que hace pensar donde se metieron los capaces de mojar la pluma en la tinta que no le hicieron un papel de más responsabilidad..

LA DIRECCION la hemos dejado para el último porque lo bueno siempre se deja para el final. De Liguoro, con mano segura, expuso, enredó, combinó y resolvió cinematográficamente el tema.

Y lo hizo bien.Mejor que muchos que han metido mano hasta ahora en el cine nuestro. La música de Fernando Lecaros es agradable, pegajosa como caramelo revenido, bien inspirada. Los decorados de Alfredo Torti, magníficos; sobre todo ese barco, esa terraza, esa cabina de avión y esa residencia de los Godomar. Marcó un gol con un poco de lienzo y cartón. El maquillaje, perfecto. Mejoró a muchos actores y los hizo mas fotogénicos. Es parejo y sobrio. ¿Qué mas queda decir? Sencillamente, que el cine chileno ha dado un paso más, y muy firme, en su marcha ascendente. Ya quisieran muchos países tener  a un De Liguoro por esas tierras…