Aldo Francia, el pionero de Viña
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Aldo Francia es un tipo radical, de raíces y principios, como los viejos caballeros de antes. Nacido en Valparaíso, hijo de emigrante italiano, médico pediatra, cinéfilo y cineasta, autor de dos películas memorables (Valparaíso mi amor y Ya no basta con rezar), su liderazgo como organizador de los dos primeros festivales de cine de Viña del Mar, en 1967 y 1969, lo convirtieron en la figura-símbolo del reencuentro del cine chileno en 1990. Homenajeado en su condición de pionero (son innumerables las anécdotas que circulan sobre sus malabarismos para financiar malamente sus proyectos fílmicos entre consulta y consulta médica), el doctor Francia, como cariñosamente lo llaman en el puerto, no quiso restarse al vendaval de estrenos que tuvieron lugar en el Tercer Festival Internacional de Viña del Mar. Sin embargo, su carta de presentación no fue esta vez una película sino un libro, “El nuevo cine latinoamericano en Viña del Mar”, escrito en 1987 y presentado como un aporte de primera línea para el conocimiento de la actividad cinematográfica en el país.

entrefrancia19905.jpg“Hoy reanudamos un diálogo que se interrumpió hace 21 años”, señaló Leonardo Kocking en la ceremonia inaugural del Tercer Festival Internacional de Cine, el 12 de octubre. No fue casual que la ocasión se acompañara con la presentación del libro de Francia. La conversación que sostuvo en esos días con nuestra revista, superando con la ayuda de su esposa Erica los obstáculos que pone a su voz el mal de Parkinson que lo afecta, es parte de ese reconocimiento al primer interlocutor de Viña del Mar.

-¿Qué consejos le daría usted a los cineastas jóvenes?

-Que sigan comprometidos con los problemas sociales, porque en Chile hay mucha injusticia.

-¿No piensa usted que les llegó la hora a las ideologías?

-Todo está vigente.

-¿El cristianismo marxista también?

-Sí, sí.

-¿Qué le parecen los recientes estrenos de películas chilenas?

-Está habiendo una explosión de cine. La gente está haciendo videos, está haciendo cine.

-¿Le gusta el video?

-Lo encuentro un medio válido. Se puede crear cine en forma fácil. Se filma y se ve en forma inmediata. Me gustaría hacer cortometrajes de 35 minutos, primero en video y en definitiva en 35 mm.

 -¿Cómo ve usted el Tercer Festival de Cine de Viña del Mar?

-Como una integración, una muestra de cine. Los anteriores fueron más combativos.

entrefrancia19904.jpg-El año 1969 se lo dedicaron al Che Guevara…

-Sí, el Che Guevara fue elegido como símbolo del Festival, como santo patrono… ahora estaría fuera de foco (risas). Había una corriente justicialista, encabezada por Fernando Solanas, y una guevarista, encabezada por los cubanos. Peleábamos todos por un solo cine latinoamericano. Queríamos unir al Continente a través del cine. El 71 se iba a hacer otro festival, pero el gobierno, al considerar que era muy mirista, decidió pararlo.

-¿Lo era?

-Yo creo que sí, pero tendría que haberse hecho igual. Después íbamos a hacer un festival en diciembre de 1973 y vino el golpe.

-¿Fue difícil organizar los festivales que realizaron entonces?

-Había poca ayuda, sin embargo, en 1969 llegaron cincuenta invitados extranjeros. No había donde alojarlos, así que se los albergó en el local de la Escuela de Cine, con sacos de dormir y literas conseguidas en el Regimiento Coraceros, que contribuyó también con grandes ollas para cocinar. Ahí, en la escuela, los mismos asistentes se preparaban las comidas con alimentos donados por personas e instituciones. Llegaron estudiantes argentinos, uruguayos, brasileños, cubanos, venezolanos, pero sobre todo argentinos de la Escuela de Cine de Santa Fe. Los cubanos salían invitados por primera vez a mostrar su cine. Fue lo mejor que vino, aparte de los brasileños que también eran muy buenos.

-Hoy la discusión se centra en cuestiones como la censura y no en el tipo de cine que habría que realizar. ¿No cree que hay ocasiones en que ésta se justifica?

-Por ningún motivo. Se pone censura a las películas y los niños las ven en video. Los padres deben ejercerla. Tendría que haber una orientación para que los padres decidan, junto a la posibilidad de que ellos acompañen a sus hijos a ver cualquier película.

-¿Y en cuanto al Consejo de Calificación Cinematográfica?

-Debiera existir para recomendar a los padres, compuesto por maestros y sicólogos, pero en ningún caso por militares.

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-Hoy se están renovando las posibilidades de apoyo estatal al cine; ¿está de acuerdo con esta tendencia?

-Tiene que haber ayuda. Nosotros conseguimos una ley por la que se pagaba un impuesto en el valor de la entrada, dinero que era a favor del productor. Este sistema fue suprimido por la dictadura. Con esa ley, del año 1967, podíamos también traer película virgen sin pagar impuestos. Creo que hay que recuperar cada una de esas conquistas.

-Vamos al cine: usted siempre ha dicho que lo más importante de una película son el guión y el montaje. ¿Dónde deja a los actores?

-Yo no sé dirigir actores. Lo importante es elegir a la persona adecuada para hacer el papel. Muchos de los actores de mis películas representan lo que son en la vida real. Los carabineros son carabineros, las prostitutas son prostitutas de verdad, y así.

-¿No hay escenas filmadas en estudio?

-Tanto Valparaíso mi amor como Ya no basta con rezar son películas hechas sin nada de estudio. Filmábamos en un bar, por ejemplo, e instalábamos la cámara en un lugar durante horas simulando filmar hasta que la gente se acostumbraba a su presencia. Entonces filmábamos de verdad. Hay una influencia del neorrealismo italiano y de la nueva ola del cine francés, con la cámara en mano, el plano secuencia, el claroscuro.

-¿Volvería hoy día a ponerle el mismo fin a Ya no basta con rezar, con el cura tirando la piedra?

-(Prolongando silencio) Difícil de responder la pregunta, porque ha cambiado mucho la situación. Valparaíso mi amor la dejaría igual, pero en Ya no basta con rezar haría algunos cambios.

-¿Cuáles por ejemplo?

-Al final, en vez del cura tirando la piedra, los que están en huelga deberían avanzar caminando juntos, todos unidos.

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-¿Cómo era la película que usted estaba haciendo cuando vino el golpe de Estado?

-Se perdió en Chile Films. Su nombre era La guerra de los viejos pascuales, y la idea era en torno al consumismo. Ocurría en una juguetería, que era el símbolo del consumismo. Los viejos pascuales que contrataba la juguetería pasaban hambre en sus casas, con sus mujeres y sus hijos. Ellos ofrecían a los otros niños todo lo que había en la juguetería, pero bastaba que uno sólo perdiera los estribos, regalando una muñeca a una niña pobre, para que empezaran a regalar todos los juguetes a los niños que entraban viendo esto. Ahí se desataba la guerra de los viejos pascuales contra los dueños de la juguetería. Los viejos pascuales formaban un sindicato con los vendedores ambulantes, los chapulines y los payasos que hacían propaganda en las tiendas. Ya estaba decidido quiénes iban a hacer a estos personajes. En el guión habían participado Lucas y José Román.

-¿Cómo seguía la rebelión?

-Los dueños de la juguetería enviaban tropas, las que eran derrotadas. También estaban los chicos malos y los quéletros, que emergían del mar para luchar contra los niños y los viejos pascuales. Eran, los quéletros, unas figuras imaginarias que salían a la superficie acompañados con la música de los infantes de marina. El combate se desarrollaba entre medio de los cerros, sin armas; se perseguían, se ocultaban, se tendían trampas. Al final, los quéletros eran rechazados y arrancaban espantados a naranjazos, convertidos en fuegos artificiales. La película ya estaba vendida en Europa. Alcanzamos a filmarla en parte, haciendo la cámara con Silvio Caiozzi, que también trabajó conmigo en Ya no basta con rezar. Después pensaba hacer una película sobre la matanza de Santa María de Iquique. En los tres meses anteriores al golpe, Patricio Manns estuvo investigando para escribir el guión.

-¿Encontraron algo nuevo?

-Sí, la película comenzaba con el Rucio, quien luego de pronunciar su arenga revolucionaria, corre y le dispara al general dejándolo malherido.

-No me diga.

-Es histórico, como lo es también que después de la matanza algunos sobrevivientes formaron guerrillas.

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*Transcrito por Pablo Molina Guerrero.

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