Alberto Fuguet y el estreno de Música Campesina en BAFICI
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Quizá fueron las ideas que le quedaron dando vueltas después de “Missing”, su libro-investigación sobre el desaparecimiento de su tío Carlos en Estados Unidos, en 1986. Aunque no intencionalmente, la historia es similiar: un chileno que  deja su país y se pierde en alguna ciudad prototípica del sueño americano. Y no le va tan bien.

Música Campesina, el último filme de Alberto Fuguet que se rodó por completo en Estados Unidos, se estrenó el jueves 14 de abril en el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI 2011). Hablada en un 70% en inglés, se trata de un drama con chispas de humor que sigue a Alejandro Tazo (Pablo Cerda) un chileno común y corriente del que poco se sabe inicialmente, excepto que está en Estados Unidos “por amor”, según confiesa. Pero está solo. 

En Chile, Tazo podría formar parte de la exitosa población trabajadora joven adulta. Pero en Estados Unidos, pasa inmediatamente a ser un ser marginal para la sociedad estadounidense. De esta situación brotan los mayores puntos de tensión en Música Campesina.  “El cree que en su país no es tan marginal. No se encuentra feo, cree que tiene buena presencia. Pero en Estados Unidos tiene pinta de latino, y peor: es un latino ilegal”, explica el director.

El filme resultó de una invitación de residencia de la Universidad de Vanderbilt, en Nashville. Implicaba vivir un mes en Estados Unidos. Fuguet lanzó, casi en broma, la idea de filmar una película al mismo estilo garage de Velódromo (filmada con cámara digital en 15 días, en 2009). Sorprendentemente, las autoridades de la universidad aceptaron de inmediato. El rodaje se realizó antes del estreno de Velódromo, con un equipo casi completamente estadounidense (excepto su director y Pablo Cerda), compuesto por estudiantes, y que en cinco días ya había filmado todo el material.

 

¿Cómo fue la colaboración con la Universidad de Vanderbilt? ¿Es cierto que la inicial era hacer un corto?

Eso no es tan verdad. Yo pensé que podía ser un corto, antes de llegar allá. Yo a Pablo lo invité a Nashville a hacer un corto. Pero ya en el aeropuerto le pasé un guión, largo.
La relación con la universidad es así. Existe una figura en el mundo literario y universitario que es el de “escritor residente”. Te invitan a dar clases, a hacer talleres o incluso, si tienes más suerte, te invitan a que simplemente escribas. La invitación de Nashville no tenía tanto tiempo ni dinero como otras universidades y en realidad ellos sólo invitaban por un mes. Buenísimo, pensé: un mes es mucho mejor que irme por 6 meses. Lo malo es que en un mes no puedes realmente hacer clases de verdad. Así, empezamos a buscar qué podría hacer allá y entonces le propuse que como yo tenía una película que estaba 99% lista, sin sonido final, llamada Velódromo, podríamos mostrarla. Dijo genial, perfecto, que a los estudiantes eso le interesa mucho más que una charla, etc. Y le dije como talla: incluso si tuviera más tiempo iría a filmar. Pero él se interesó. Pero yo le dije que no, que lo había dicho como talla.

Pero después me puse a hablar con amigos al respecto y me di cuenta que en mi caso, que no sé si me ha ido mal, pero he tenido un camino distinto a otros cineastas. Yo antes pensaba que era porque había un complot en mi contra. Ahora me doy cuenta que es porque no soy cineasta, soy escritor, y la gente siempre me va a ver así. Los gringos no piensan así, solo piensan en que lo importante es crear. De repente alguien me dijo: si no ganas fondos, y en Chile nunca nadie se va a acercar y ofrecer filmar una película, tú no puedes decir que no. Entonces dije: bueno ya.

Hablamos de plata, yo dije que necesitaba lo que costó Velódromo por dos, porque hay que tener gente allá. Y usamos un sistema muy parecido a Velódromo: trabajamos con muchos estudiantes, todos se pelearon los puestos, yo hice mucho trabajo previo por internet. Todo el equipo era de allá: sólo yo y Pablo éramos chilenos.

 

Entonces partiste desde un punto fijo: que debía ser en Nashville.

No necesariamente, nadie me lo pidió. Pero era lógico: no íbamos a ir a Memphis, si estábamos en Nashville, hubiera sido una pesadilla. Y eso lo aprendí de Velódromo, que hay que filmar en la ciudad. Era una ciudad donde nunca había estado, donde no conocía a nadie.

Lo primero que me di cuenta de Nashville era que tenía mucho de esas cosas gringas: esas frases como “we’re looking forward to having you in Music City”. Y claro, en realidad todo lo que conocía de Nashville era la película, que es sobre música country, y los cantantes. Y dije ya: si estamos con estereotipos, metámonos en eso y tratemos de reconstruirlos. Así fui armando la película: hice harto trabajo en Santiago, pero la escribí y me gustó muchísimo en Nashville. Pero yo fui hasta allá con dos o tres puntos, que eran la historia de Alejandro Tazo. Esa se la mandé a todos en inglés: en la primera reunión, todos sabían quién era Tazo.

 

Ya para entonces sabías que iba a ser un largometraje.

Tenía un personaje que yo creía que daba para harto y me caía bien. A los tres días me di cuenta que era un largo. Y me di cuenta que había gente talentosa y todos querían hacer una película, y desaprovecharlo sería tonto. Y que tenía tiempo de sobra. Me puse a escribir y a locacionar.

 

Alejandro Tazo está en un período de vida similar al de Ariel Roth de Velódromoy el personaje de Se Arrienda. Tazo está en crisis, Roth no tanto.

No comparto tanto eso. Pero aquí hay una crisis más urgente, mientras que la otra existencial. Acá hay una cosa de vida o muerte: no hay comida, no hay dinero.

¿Por qué volver a personajes jóvenes que no saben qué hacer con su vida?

De eso está hecho el drama. Es lo que más sé y lo que más me interesa. Uno trata de trazar un mapa. Soy de la idea que cada escritor debe tener un mapa. Un ejemplo extremo: Tim Burton, aunque esté equivocado o no, tiene un mapa, un territorio, un planeta. Sabes que Johnny Depp va a estar ahí, que la gente va a ser pálida. O Woody Allen: incluso si él sale de Nueva York, sigue siendo el mundo de Woody Allen. Diría que en realidad, es falta de creatividad, pero hace que un artista sea un artista. O trato de hacer todo lo que yo podría hacer, western, terror, musicales de todo, o trato de hacer algo a partir de un mundo que me interesa y siento que domino, probar que soy artista. Yo creo que Música Campesina es distinta a Velódromo, a pesar de que tienen cosas en común. De partida es otro mundo, otro país. Velódromo tiene música incidental, ésta no tanto, pero sí tiene música que está sonando en la historia.

 

Tu mundo entonces sería el joven confundido.

Sí, pero no tener claro es uno de los grandes temas. No me interesa solamente a mí, sino a mucha gente, que no solo le interesa sino que lo vive. No saber donde estoy. Me interesa llevar eso al límite en esta película. Una de las experiencias más fuertes, duras y atroces es emigrar. Va en contra de toda sanidad mental. No hay motivos, es incluso contra natura. Va hasta contra los derechos humanos: creo que dice que tienes derecho a tener un hogar. Claro, puede que te tengas que ir porque te van a matar. Pero es algo muy fuerte, uno nunca sale indemne de una emigración, sea por amor, por taquilla, por estudiar, sobre todo por política o por hambre, como en el caso de muchos latinos. Entonces la idea fue llevar la crisis existencial llevado al tema de la inmigración. Mi teoría es que la gente que emigra es porque algo pasó en su lugar de origen. Algo no le gustó: desde una revolución a que su mamá le hinchaba las pelotas. O que es distinto ser pobre en tu lugar de origen, que ser pobre en otro país. Porque en otro país no te están viendo, no te sientes humillado.

El tema de la emigración tiene mucho que ver con estar en crisis. Es la crisis llevada al máximo. Mucho más que la doméstica, que es el querer suicidarse o la crisis existencial. En este caso, es el doble extranjero. Ahora, yo no hago películas de pistolas ni nada, así que hay que buscar un pequeño twist. Yo creo que Ariel sí estaba en crisis: quiero ser como todos los chilenos de mi generación, o me la juego por ser distinto. Pero aquí, es distinto, porque para Alejandro, un Ariel sería parte de los amigos con los que Tazo se fue a vivir. Pero al final él los rechaza y decide volver a vivir en su casa. Y se va, y vuelve a ser chileno, porque ese es el que soy yo. Soy de un pueblo pequeño, nunca decimos cuál es, y se usa una canción que en Chile me parecía cutre, y me daba vergüenza ajena, ahora me emociona. O sea, me doy cuenta que yo soy chileno por muy que sea un migrante.

 

¿Es una experiencia del extranjero como la que tú has vivido?

No tanto. Yo no he vivido tanto fuera de Chile. Viví algunos años, pero no me sentí especialmente mal, porque era una edad muy rara (poco antes de la adolescencia) en que el trauma es el mismo para todos. Entiendo por qué la gente me lo dice: estoy conectado con esos procesos y conozco a muchos inmigrantes, pero yo en realidad fui un migrante que se adaptó muy bien. Tuve más bullying por no hablar castellano, estaba rodeado de familia, colegio, un montón de gente. A los 16 ya era un chileno de mierda. Yo me siento chileno y no me siento extranjero en Chile. Sí me siento extranjero afuera.

 

¿Pero en el rodaje en Nashville te sentías extranjero?

No tanto porque lo pasé increíble, estaba creando en vivo. Ahí mismo. Arrendamos un auto y fuimos a lugares donde los turistas no iban, había un montón de sorpresas. Pero yo sabía que nunca me sentiría solo ni aislado porque estaba en una comunidad y yo tenía pasajes de vuelta. Pero soy capaz de empatizar y recordaba muchas cosas que me ha contado mucha, pero mucha gente. Desde luego, mi tío Carlos, el de “Missing”. Yo no me había dado cuenta, alguien me lo tuvo que hacer notar: la película es como “Missing”, pero con música y más light. Y con final feliz. Están también mis padres. O sea, las historias que me ha contado mi mamá, de llegar embarazada, botada, sola en un lugar medio mexicano donde no le hablaban porque no la consideraban latina y no entendían su acento. Ahora la inmigración me resulta un tema que no es sólo de mi familia, sino que es casi global y de todos los estratos sociales.

¿Esta película está dirigida a la gente de EEUU o a los latinos?

Para ambos. La película tiene dos versiones. No es la idea que tenga subtítulos todo el tiempo. Está pensado en que si tú idioma es castellano, los subtítulos son cuando está en inglés. La que me llevo a Nashville es otra versión: sólo se subtitulará los que está en castellano, que es 30% de la película.

La idea era lugar con estereotipos “every which way but loose”, como dice Clint Eastwood. Para ambos lados. Los estereotipos que tiene Alejandro de Nashville y Estados Unidos. Los estereotipos que tienen los americanos de los latinos. Y jugar con eso. La película es sobre muchos lugares, sobre América Latina, pero también es chilena. Por eso se canta Campo Lindo, por ejemplo.

 

¿La ayuda de la universidad, se tradujo en equipos mejores?

Tuvimos menos equipo y menos gente. Igual por eso me gusta porque creo que la película no se ve que costó tan poco. Se ve súper bien.

 

Hay una chica del equipo que tiene un blog y relata una especie de making of del rodaje. ¿Es cierto que a la gente de la ciudad les aseguraban que estaban filmando un documental?

Es de las cosas divertidas y curiosas. Yo también me convertí en Tazo en el equipo. Partí como el latino freak y terminé mostrándole una forma de proceder. Nadie podía creer lo que llegamos a hacer. La cámara con la que yo andaba, que era una que me había pasado Panasonic, es una cámara mucho más sofisticada, con lente óptico y que requiere mucho menos luz. Por eso andábamos con mucho menos aparatos que en Velódromo. Era como una cámara de fotos, pero que funcionaba también para filmar. Ellos estaban acostumbrados a la Canon, que es la típica. Pero esta cámara parecía de periodista, como si un fotógrafo profesional viniera hasta acá y esas dos personas de ahí pensaran que a lo más les están sacando una foto. Les puede caer un poco mal, mirar un segundo, pero tomar fotos en un lugar público es normal. Mientras que andar con una cámara filmadora, por muy chica que sea, la gente ya se incomoda. Entonces la gente pregunta. Si preguntaban, nosotros decíamos que era un documental. Y muchas veces nosotros no pedíamos permiso tampoco. Muchas veces cuando estábamos en la parte turística de Nashville, la gente pensaba que éramos turistas. Así toda las multitudes son personas reales, no son actores.

Siempre he pensado que Estados Unidos es un país latinoamericano. Más grande y con plata, pero es una sociedad segregada, de barrios y de guettos. El barrio alto está muy distinguido del bajo, la gente que no tiene educación es muy distinta a la gente que tiene apellido. Si vas a Vanderbilt, es como la Católica en Chile. Tú sabes ahí que todos tus compañeros van a ser gobernadores, presidentes, dueños de compañía, etc. Todo mi equipo, que eran jóvenes cuicos, nunca había estado en los lugares donde estuvimos.

Llama la atención que Alejandro Tazo es un chileno corriente, no aparenta ser marginal, pero en Nashville inmediatamente es marginado. El se cree que en su país no es tan marginal. La gente se ríe cuando él dice “yo soy alto”. O él no se encuentra feo, dice que tiene buena presencia. Pero tiene una pinta de latino igual. Claro, en Chile él podría trabajar en el hotel W. Bueno, Pablo Cerda finalmente acá es un galán de televisión. Pero allá es un latino ilegal. El asunto con la inmigración es que es un punto donde realmente tienes que ver quién eres o quién quieres ser. Eso de que estudiaste en tal colegio, quién es tu mamá, cuál es tu apellido, esas cosas no te sirven mucho. No tienes una historia en común con la gente que te rodea. No tienes un referente, hasta que logras crear uno. El problema que encuentro yo, es que al armar un sujeto nuevo, terminas perdiendo el otro. Esta es una historia feliz, porque Tazo lo recupera.

Yo creo que finalmente, tu verdadera patria es tu idioma. Por eso es que en esta película he hablado más que de cine garage, como en Velódromo, de que esta es una película bilingüe. Porque la verdadera patria es tu idioma. Los momentos importantes son donde él se expresa en castellano, donde se siente en castellano. Y también creo que tu patria es la cultura pop. El poder referirse a la misma serial, a la misma película que dan en Estados Unidos, eso le da mucho más cosas en común que con un grupo de mexicanos que, como se ve en la película, nadie le habla. El está comiendo tacos y todos lo miran como un extranjero.

Tus películas han sido siempre urbanas. ¿Por qué la elección de filmar la ciudad?

La mayoría de la gente vive en la ciudad y son de la ciudad. Quería descubrir la ciudad pero como en las películas de los 70, que es en lo que se inspira Música Campesina. Sobre todo en películas como Espantapájaros (1973, dirigida por Jerry Schatzberg) y mostrar que partes feas pueden ser bonitas. También me parecía que había un género latinoamericano de películas que eran así, de tipos que simplemente vagan. No sé su nombre, pero dicho de forma irónica, una vez alguien los nombró “películas de saquitos”: alguien que sale a caminar con un saquito o una mochila, camina, camina y camina, no ocurre nada en toda la película y termina. El espectador le mete todos los significados que le quiera meter a la película. Así que cuando fui a Estados Unidos a filmar, me dije que no podía hacer un género americano puro, debo ir con un género para reconstruir. Así que tengamos un tipo que no hable, que no sabemos quién es, que tenga un saquito (en este caso una maleta con ruedas), que ande con ella por la ciudad, pero que después se vuelva en que puede comunicarse, puede tener diálogos, puede tener humor y cultura pop y que hay un mundo donde no todo sea atroz. La idea no era ponerlo solo en una estación de bus. Yo no quería aprovecharme de la miseria norteamericana.

 

¿Cuándo será el estreno en Chile?

Lo estrenaré comercialmente, pero a la manera mía. Creo que quizá no es necesario tener que ir a una sala tan rara y chica, pero que no necesariamente la película tiene que ir a la sala de cine. Y también creo que el cine no puede ser solo para festivales. Hay que buscar otras maneras y así lo hicimos con Velódromo. Ahí creo que lo hicimos muy bien, estábamos con video on demand al mismo tiempo, Bazuca, internet, ahora lo subimos a Cinépata. Mi impresión es que debimos haberla subido mucho antes. Regalar DVDs, subirla a torrent, llevarla al persa. Que se vea y no depender de Hollywood, que es el sistema que está armado en Chile, que es el sistema americano. Y no vale la pena compartir porque sales perdiendo. Yo creo que la gente quiere ver películas, pero la mayoría no ve cine chileno no porque no le guste, sino porque no llega, no tiene tiempo, etc.

En EEUU estamos invitados a varios festivales, el primero es el de Nashville. Pero veamos lo que pasa, la película es aún muy nuevita y tiene que encontrar su público.

 

¿Qué se viene en el futuro para el Fuguet cineasta?

Estoy haciendo un documental ahora que es sobre la influencia de una película que a Coppola le carga, pero que acá fue muy importante: La ley de la calle Estoy hablando con escritores y directores del cono sur. También voy a filmar una película en la selva, en Iquitos. Bueno, en la ciudad de Iquitos, pero igual.