“A la sombra del sol”
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Creo que lo mejor que posee “A la sombra del sol” es su fotografía. No puede ser otra manera, dado los reconocidos méritos de Silvio Caiozzi, como fotógrafo. En segundo término, convendría destacar la adecuada actuación de Alejandro Cohen, de Luis Alarcón, de Marcelo Gaete y del resto del elenco, en que brillan con luces propias algunos pobladores del lugar donde se filmó la cinta, quienes en su debut frente a las cámaras, demostraron sorpresiva capacidad. (Muy en especial en que tuvo a su cargo el rol del alcalde).

Tengo especial cuidado en recalcar el aspecto actuación, ya que por regla general, y muy en especial en Chile, la gente de teatro no es idónea para desempeñarse en el cine. Recordemos el fiasco de los Duvauchelle en ese filme llamado “Regreso del silencio”.

Y hasta acá llegó en consideraciones ponderativas.

Todo el resto, conspira en contra de buenas intenciones; sinceridad artística que alcanza a todos los realizadores y mucho sacrificio, como creo hubo al filmarse en un lugar geográficamente rudo (más de 3 mil metros de altura).

En primer lugar el tratamiento para la historia, la que indudablemente obligaba a algo mejor, tuvo su mayor pecado en considerar a los personajes centrales bajo una verdadera anemia conceptual, tanto síquica como emotiva. Su vacío integral, como hombres “caídos” en ese lugar, no pudo ser compensado por el excesivo uso de garabatos ni por su delito cometido al filo de su partida del pueblecito cordillerano, delito que justifica dudosamente el comportamiento de los caspanenses y su posterior eliminación, en un juicio de abismante primitivismo social, legal y moral.

No hablemos siquiera del tratamiento otorgado a los pobladores de Caspana quienes funcionan como entes obligados de un modo exclusivo a su condición geográfica, bastante remota y desconocida. Esto a la larga hace de “A la sombra del sol”, un acertado documental, más que un trabajo de neto testimonio.

Con esto queda en evidencia que el trabajo de dirección compartido entre Caiozzi y Pablo Perelman se diluyó en otras direcciones, las que por suerte favorecieron lo técnico de esta película.

Puntos débiles de este trabajo pueden considerarse su guión, muy poco cinematográfico, que pudo evitar, con mayor cuidado en su ejecución, una superficialidad que el tema no merecía. Junto a él, la música de Tomás Lefever, deslucida y mal aprovechada en sus objetivos debió mostrar un mayor relieve en las escenas principales y no ahondar tanto en el sentido folclórico, suficientemente destacado en el plano humano.

A la sombra del sol” queda para la historia del cine chileno en un lugar bastante más destacado que otras películas que nada han aportado a nuestro desarrollo cultural y aunque asoman en ella grandes defectos, en plena desnudez, muchos de los cuales pudieron evitarse, por lo menos revela en sus ejecutores, muy en especial en Caiozzi y Perelman, una inquietud genuina hacia mejores terrenos en este difícil arte, lugar al que sin duda llegarán, lentamente, pero con esa seguridad que otorga el talento que en ellos así como en todos los responsables de este esfuerzo nacional, nadie puede dudar que en verdad existe. Esto permitirá que más adelante podamos llegar a juzgar una creación chilena desde el más riguroso punto de vista cinematográfico, pasando a segundo término hacer valer su importancia en base al esfuerzo, al sacrificio o las esperanzas que se hayan podido poner en ella.

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