Pont & Trías

La investigadora Eliana Jara apunta, en su útil libro “Cine mudo chileno”, sobre una “especie de Festival de Cortos” celebrado en 1902; curiosa proposición que luego reproduce textualmente otra insigne estudiosa, Alicia Vega en “Itinerario del cine documental chileno”. Con este concepto genérico ambas se refieren a una serie de vistas, perfectamente individualizables y no del todo relacionadas, que fueron filmadas en septiembre de aquel año y exhibidas, con mayor o menor periodicidad, en diferentes establecimientos teatrales a partir de los últimos días del mes patrio hasta mediados de 1903, tanto en Valparaíso como en Santiago. Pero antes, un grupo nada desdeñable de películas se realizaron y exhibieron durante la primera mitad de 1902 entre abril y agosto, en las dos ciudades que nos conciernen.

En abril de 1902, cuando nuestro camarada Massonnier deambulaba ya por el norte, se anuncia la llegada de otro equipo cinematográfico a la zona central; desde Buenos Aires, a bordo del vapor Liguria, viene la empresa productora y exhibidora Pont y Trías (con un American Biograph), cuya rúbrica sintetiza a sus propietarios: Juan José Pont y Pijoan Trías, español el primero y presumiblemente de la misma nacionalidad el segundo. El Mercurio de Valparaíso, el 11 de abril de 1902, además informa que el equipo lo complementa un “injeniero electricista de Nueva York”, llamado Eduardo Howley (quien luego, eso sí, no volverá a ser mencionado).

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Este cinematógrafo o American Biograph, es majaderamente publicitado como un modelo Demeny, ungido con el “1º premio en la Exposición de Paris de 1900”. A partir del sábado 26 de abril se comienza a exhibir el material recién llegado, en el Teatro Nacional del puerto; pero, lo más importante, nuevamente, y para que no queda duda: “este aparato reúne todas las perfecciones últimamente alcanzamos en el ramo. Las vistas son todas nuevas, de actual interés y mui bien ordenadas para exhibirse en el lienzo de proyección. La instalación eléctrica ha sido bien dirigida” (El Heraldo, Valparaíso, 23 de abril de 1902)Tal como se promocionó el repertorio los días previos al arribo, el espectáculo constará de vistas fijas, en colores y en movimiento, que “versan sobre ilusionismo, majia, transformaciones, revistas militares y navales, panoramas, actualidades, escenas cómicas, etc.”. Entre las en movimiento, se pone énfasis en ciertas “escenas en el Vaticano (…) tomadas con permiso especial de Su Santidad” (La Unión, Valparaíso, 29 de abril de 1902), “maniobras de la última revista naval argentina” y a “Mr. Holdrich en el Campo de Mayo”; pero, acaso lo más significativo es que, específicamente, el 21 de abril se indica en una nota que: “Ayer [domingo 20] se tomaron el desfile y el ejercicio de los bomberos” (El Heraldo, Valparaíso, 21 de abril de 1902). Con ese “tomaron” –usado reiteradamente en aquel entonces para referirse al acto de filmar– se alude en concreto al archiconocido y hasta épico –para la historia del cine chileno– registro denominado usualmente como Ejercicio General del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso; una filmación de ese evento cívico donde, además de desfilar y hacer las competencias de rigor, se bautizó a la 11ª Compañía. Importante es hacer hincapié en aquella ciudad, pues también se filmó y exhibió por lo menos un ejercicio de bomberos en Santiago ese mismo año, a fines de octubre y, muy probablemente, varios más con posterioridad los siguientes años.

Pasan los días y, aunque aun no tenemos más novedades sobre el material local filmado, se informa que: “las vistas con movimiento como las del anterior biógrafo, las cuales son asimismo muy interesantes, si bien en algunas se notó deficiencia de luz, defecto que puede ser fácilmente subsanado (…) El público se manifestó satisfecho de todas las vistas y manifestó su aprobación con entusiastas aplausos. En resumen, el nuevo biógrafo ofrece novedades dignas de ser vistas y esperamos que se subsane la deficiencia de luz para que las vistas sean completas” (La Unión, Valparaíso, 27 de abril de 1902)Al día siguiente, El Heraldo reitera el incómodo asunto de la proyección que parece no solucionarse:

Toda la exhibición agradó en jeneral, mucho más que la del biógrafo que funcionó en el mismo teatro el verano pasado. Eso sí que la luz que proyectan los focos es sumamente escasa, necesitándose un 80% más de los amperes de que ahora se usa, pues las vistas de mayor interés parece que pierden todo su efecto con las intermitencias entre la luz y la sombra y la completa penumbra” (El Heraldo, Valparaíso, 28 de abril de 1902).

Con ese aventurado dato técnico se instala que las comparaciones son y serán algo frecuente y necesario para evaluar negativamente la sesión o celebrarla, según el caso. En parte, porque los equipos que se presentaban eran escasos, bien específicos, recordables y por ello en general inidentificables; como en la cita anterior donde se alude evidentemente al equipo de Massonnier y Cª.

Pasan los días, y aun con aquel supuesto ingeniero neoyorquino y todo, la proyección sigue reportando inconvenientes, que están recibiendo una queja más notoria y justamente rabiosa: “Continúa siempre la falta de luz, proporcionada por un dinamo de propiedad particular y esto hace desvirtuar la esplendidez de las vistas. La galería, con este motivo, ha manifestado su reprobación” (La Unión, Valparaíso, 29 de abril de 1902). En definitiva el asunto no mejora, no tanto la eventual calidad del material como la proyección, al punto de plantear un cambio de establecimiento para atajar tal problema. Así lo plantea El Heraldo, Valparaíso, 30 de abril de 1902:

“Ante regular concurrencia se exhibió anoche las vistas del Biógrafo Americano que funciona en ese teatro [Nacional]. Todas ellas son harto buenas e interesantes, pero la poca luz las hace desmerecer. Hemos sabido que este defecto es insubsanable en el Teatro Nacional por lo que los empresarios llevarán el aparato a funcionar al Odeon (…)”

Aquí es cuando se hacen presente los responsables (y productores), los recién llegados, que dan explicaciones a su audiencia, mediante la prensa, en la misma publicación ya citada:

“Los empresarios del biógrafo que funciona en el Teatro Nacional con motivo de suspender los espectáculos, rogamos tenga a bien publicar las siguientes explicaciones: habiendo tomado en cuenta las dificultades con que se ha tropezado para mantener una luz fija en las vistas que hemos tenido el honor de exhibir al ilustrado público, siendo aplaudidas con entusiasmo en su mayor parte, nos vemos en la necesidad de suspender para efectuar importantes reformas en los aparatos de la luz. Esperamos del público intelijente nos disculpe con la confianza que volverá a favorecernos dentro de poco en los espectáculos en que seguiremos exhibiendo una gran cantidad de vistas desconocidas, vistas locales, maniobras del ejercito y escuadra arjentina, vistas del Vaticano, etc., etc. al mismo tiempo agradecemos al culto público sus aplausos y a la prensa sus elogiosos conceptos. De usted attos. y SS. – Pont y Trías.”

La reacción no se hizo esperar, aunque no exactamente una de apoyo: el empresario de espectáculos Juan Antonio “el guaso” Rodríguez, proveedor de la luz eléctrica del Teatro Nacional, se apresuró a defender su servicio al aclarar, también mediante la prensa, sobre la calidad del suministro: “(…) Se ha dicho que es mala y que por eso no se veían las vistas con claridad. (…) La de hoi es la misma luz que [se le] proporcionó al Biógrafo Lumiere [de Massonnier y Cª.] que funcionó con éxito durante treinta y cuatro noches y que si las vistas [de Pont y Trías] no han resultado buenas ha sido por incompetencia de la persona encargada de manejar el aparato.” (El Heraldo, Valparaíso, 1 de mayo de 1902)

Bomberos, cadetes y suplementeros.–

Tendrá que pasar una semana para se sean eventualmente “subsanadas las dificultades con que se habia tropezado para el correcto funcionamiento del aparato cinematográfico The American Biograph” (El Heraldo, Valparaíso, 7 de mayo de 1902), pero éste tendrá que mudarse de establecimiento, tal como se anunció en algún momento; el nuevo sitio será el Teatro Odeon. Además, se promete definitivamente la pronta la exhibición del “ejercicio jeneral de bomberos que últimamente tuvo lugar en Valparaíso” (El Heraldo, Valparaíso, 7 de mayo de 1902) y más vistas, como “la salida de la misa de las 11 ½ del Espíritu Santo” (El Heraldo, Valparaíso, 10 de mayo de 1902); material no del cual no teníamos noción hasta la fecha. Esta última película y otras formarán parte de este lote de material inédito que abarcaremos en los siguientes párrafos.

Un día después del anterior anuncio, ya instalados en el Odeon, y con pruebas de rigor ya realizadas, la proyección no parece repuntar, pues, luego de la sesión comercial del biógrafo, se observa que “algunas de cuyas vistas dejan aun que desear, no sabemos si por falta de luz o por otra causa. Las vistas fijas y las de colores son bastante perfectas. Llamó mucho la atención una vista que fue desarrollada al revés y que hacía ver la marcha de los transeúntes y vehículos hacia atrás” (La Unión, Valparaíso, 10 de mayo de 1902). Con este sugerente error en la correcta colocación del material fílmico en la proyectora se hace un accidentado primer ejercicio narrativo experimental, aunque claramente sin tener conciencia de ello ni capitalizar ese sutil impacto momentáneo en el público.

En medio de esta inestabilidad, arrastrada desde la llegada del aparato, se estrena recién el 26 de mayo de 1902 –un mes después de haber sido filmado– el hoy clásico registro bomberil:

Las vistas del American Biograph son en su mayor parte desconocidas en Valparaíso, todas mantienen durante su desarrollo, fija la atención; están distribuidas de tal manera que instruyen y agradan y presentan siempre algo que se aviene a maravilla con la cultura de nuestra sociedad. Anoche gustaron sobremanera la leyenda de Barba Azul, los ballets, el bellísimo sueño de Pascua y ejercicio jeneral del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso y la peregrinación de Lourdes, a pesar de no ser satisfactoria la instalación luminaria ni de oírse orquesta durante la exhibición”. (El Heraldo, Valparaíso, 27 de mayo de 1902)

“(…) Con buena concurrencia trabajó anoche el biógrafo Americano en el Odeón. En el segunda tanda se exhibieron las vistas tomadas del último ejercicio del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso que no pudieron, desgraciadamente, ser apreciadas en su justo valor, a causa de algunos desperfectos que se notaron en la luz eléctrica”. (El Mercurio, Valparaíso, 27 de mayo de 1902)

Como ya se puede uno percatar, el asunto técnico jamás se logró solucionar del todo. Del 26 al 28, la misma empresa productora, Pont y Trías, exhibe al menos otras 3 vistas nacionales: Desembarco de operarios en el muelle Prat, Vista panorámica de la bahía de Valparaíso y Salida de suplementeros de la imprenta; y, el 29 unos Ejercicios por cadetes de la Escuela Naval (de Valparaíso), que además son invitados a presenciar el material a la matinée de aquella jornada. Serán los últimos días de exhibición de esta cinematógrafo, pues se anuncia que comenzará –desde la primera semana de junio– “una jira por las ciudades del sur que durará dos meses para volver a esta ciudad”. (El Heraldo, Valparaíso, 31 de mayo de 1902)

En medio de estas jornadas de abundante bombardeo cinético –pues recordemos que la gran parte del material exhibido era una picadillo de contenidos variopintos, y entre todo eso estaban los nombres de las pocas vistas nacionales que estamos subrayando– El Heraldo evacua una máxima respecto la experiencia gráfica en cuestión:

Este teatro [Odeon] continúa siendo el rendez vous [encuentro] de la sociedad porteña atraída por la novedad y belleza de las vistas que exhibe el American Biograph, las cuales instruyen deleitando, que es instruir como se debe, mezclando lo útil con lo agradable” (El Heraldo, Valparaíso, 28 de mayo de 1902).

De todas las películas anteriores solo teníamos información mas o menos clara de las primeras 3; el caso de los “Suplementeros” y los “Cadetes” es realmente una novedad que debe seguir indagándose, pues sus características son precariamente divulgadas por la prensa de la época revisada. Respecto el “Ejercicio” se sabe algo más; si nos basamos en lo que informó El Mercurio de Valparaíso el 21 de abril de 1902 y le aplicamos la cadencia habitual de aquel entonces, de 16 cuadros por segundos a los 120 metros de material filmado en 35 mm, se puede calcular que el registro total de esta película alcanzó una duración aproximada de 6 minutos y 30 segundos.

Como hemos podido constatar en este breve repaso por los contadísimos pero fundamentales ejercicios cinematográficos en el territorio chileno, estamos lejos de concluir que fueron realizados por improvisados y anónimos principiantes de forma espontánea; al contrario, fueron usualmente empresarios extranjeros con conocimientos técnicos (que a veces igual los superaban), curtidos por sus itinerancias y constantes exhibiciones de país en país, localidad en localidad, que aprovechando las contingencias de cada región visitada filmaron aquellos eventos o situaciones de interés masivo, con la idea de conectar más efectivamente con la audiencia local; para que con este anzuelo lograr el consumo del resto del heterogéneo material previamente comprado y reiterativamente explotado.

Retorno desde el sur y… Py

Hacia la primera semana de agosto regresa a Valparaíso el American Biograph de Pont y Trías, solo que ahora se hace llamar “Automatic Biograph”, pues ha sido “reformado” y por ello definitivamente solucionado cualquier problema técnico anterior que dificulte la correcta proyección y apreciación de las vistas. O al menos eso se propone en las notas que comienzan a adelantar el reestreno. También nos enteramos de que antes de la gira al sur se filmaron más eventos, en Chile: la Apertura del Congreso Nacional y un Temporal en la bahía de Valparaíso, filmados el 1º y 25 de junio, respectivamente. Pero, ¿cómo filmaron esto, Pont y Trías, si estaban en gira por el sur? No lo sabemos; de alguna forma se organizaron y lo hicieron. De hecho está la anécdota testimonial de que el pionero del cine argentino Eugenio Py, quien había sido enviado a filmar a Chile con el periodista español Enrique Casellas, se topó con el señor Pont en plena apertura del congreso. El singular encuentro es narrado en un documental por el investigador argentino Abel Alexander (que a la vez cita un libro, no identificado, que transcribimos):

“Eugenio Py [1859-1924] enfoca, el 1º de junio, al presidente chileno, señor Germán Riesco, en ‘Llegada del presidente Riesco a la Moneda’, y en “Salida del Congreso”. En esta oportunidad siempre acompañado de Casellas, cuando va a filmar la salida del cuerpo diplomático, experimenta –según su propio decir– la mayor sorpresa de su vida, pues del otro lado de la avenida ve a un operador con un aparato idéntico al suyo. Era increíble. Por curiosas circunstancias, los dos únicos modelos que existían quizá en la America del Sur, habían ido a parar al mismo lugar.  El competidor resultó ser un simpático español, de apellido Pon [sic], que explotaba con un socio un salón de biógrafo, instalado provisionalmente en Asunción [¿Concepción?] de Chile, y contaba con dos laboratorios, en Santiago y en Valparaíso”.

La presencia del Eugenio Py por estas tierras no es producto del azar, está motivada por la intensa relación diplomática, y hasta mediática, que tuvo lugar todo el año 1902 entre ambos países. Recordemos que pocos meses atrás Chile y Argentina se encontraban firmado “Los Pactos de Mayo”: la solución a los problemas limítrofes en el extremo sur del cono que ambas naciones arrastraban desde mediados del siglo XIX. Luego, para solucionar el conflicto territorial la negociación fue intermediada un árbitro y perito británico, Sir Thomas Holdrich, quien visitó la zona en disputa haciendo las observaciones y constataciones correspondientes. Atento a estos hechos, desde Buenos Aires, Max Glücksmann –productor austriaco radicado en Argentina, y jefe de Py– planifica el viaje de la pareja de corresponsales para que registren diversas situaciones en torno al momento histórico. Se designó por lo tanto al ya experimentado operador, quien hoy además es recordado por haber hecho filmaciones fundamentales como “La bandera argentina” (1897), “Las intervenciones quirúrgicas del Dr. Alejandro Posadas (1900), la “Visita del General Mitre al Museo Histórico” (1901), etc.

Volviendo al Automatic Biograph de Pont y Trías, habrán nuevas pero sobrias exhibiciones durante algunos días de agosto, y lo principal es que “según los últimos ensayos es uno de los mejores en su jénero. La luz no difiere en nada, pues funciona con una mui buena instalación eléctrica, que hace que las vistas sean admiradas con gusto. En el estreno se exhibirán vistas nacionales y de actualidad.” (El Heraldo, Valparaíso, 6 de agosto de 1902)En efecto, desde el 7 de agosto y hasta mediados de mes, un grupo conformado por diversas filmaciones realizadas en Europa, otras realizadas en Argentina durante la importante revista naval de marzo pasado y otras con apariciones de Sir Thomas Holdrich acapararán los avisos; además de las dos películas nacionales antes ya mencionadas, se exhibirán dentro del amplio repertorio una Salida de misa de la Iglesia del Salvador [Santiago] (que pareciera haber sido filmada antes de mayo de este año, más de una vez, pues ya se mencionó una vista con un nombre muy similar mas no se confirmó estreno en su momento) y nuevamente el Desembarque de operarios en el puerto de Valparaíso (cuya fecha de filmación no está clara, pero debió haber ocurrido entre abril y junio). Este grupo de vistas locales tendrá una presencia acotada en las notas y reportes posteriores; luego se sugiere el posible motivo de la modesta presencia: “Algunas vistas no dieron buen resultado, según se nos expresó, por haber salido un poco veladas” (La Unión, Valparaíso, 8 de agosto de 1902)Semanas más tarde reaparecerá la película “Salida de misa…” e incluso tendrá inusuales consecuencias en la vida pública de ciertas jovencitas retratadas; asunto que retomaremos cuando llegué el momento.

Niños esperando un tren

Lo que adquiere cierto protagonismo a mediados de agosto es una vez más la caridad o, mejor dicho, una actividad de connotaciones eventualmente cívicas: exhibiciones especiales para escuelas públicas. Se le solicita formalmente al contraalmirante Arturo Fernández Vial [1858-1931] veterano de la Guerra del Pacífico y partícipe en la Guerra Civil de 91, representante por aquel entonces de la Liga contra el Alcoholismo, que apoye la asistencia al biógrafo de los niños de los cursos superiores de las escuelas de Valparaíso. Con el usual tono ennoblecedor –que una década más tarde cambiará radicalmente respecto el fenómeno cinematográfico y sus eventuales consecuencias en la infancia– la prensa sentencia con énfasis que “no solamente se trata de proporcionar a los niños un pasatiempo agradable sino también de mostrarles objetivamente diversas manifestaciones de la cultura europea y asimismo cuadros moralizadores como el de las víctimas del alcoholismo”. (El Heraldo, Valparaíso, 9 de agosto de 1902)

La concurrencia –que usualmente se reservaba a los adultos– acogió con entusiasmo la matinée de las 14:00 hrs: “La galería y anfiteatro se llenaron por completos con niños de ambos sexos, los cuales no cesaron de aplaudir las interesantes vistas que se exhibieron”. (El Heraldo, Valparaíso, 9 de agosto de 1902)

Consolidando los Pactos

Como una señal de profundo significado para consolidar Los Pactos de Mayo, ambas naciones acuerdan un encuentro fraterno entre una delegación argentina de marinos y las autoridades del gobierno de turno, presidido por Germán Riesco [1901-1906], en Valparaíso y Santiago. El momento elegido es el mes patrio chileno de 1902. El crucero acorazado San Martín llega a primera hora del 14 de septiembre a la bahía de Valparaíso, siendo recibido con regocijo en el muelle Prat tanto por la población local como por la prensa; que reportea la estadía con lujo de detalle. A este acontecimiento, nuestros conocidos Pont y Trías y otras casas fotográficas del puerto y la capital, se apresuran a formar parte; a registrar con ahínco el proceso. Debemos destacar que el San Martín trae en su tripulación a un fotógrafo, Victorio Gianotti, quien dejará para la posteridad fotografías magistrales de Lota, Talcahuano, Punta Arenas, y parte de la estadía de la delegación en la zona central, también.

Tanto la llegada como las diversas actividades de camaradería que sostuvieron las autoridades vecinas, y que se extendieron a Santiago desde el 17, fueron ampliamente registradas (mas no preservadas). Este agitado mes presenta la mayor cantidad de filmaciones que se tenga registro hasta esa fecha: al menos 9 vistas se pueden identificar con claridad y que iremos desglosando y describiendo. Pero pueden ser más, pues en la revista Sucesos (Valparaíso, 30 de enero de 1903) dispara abrumadoramente la cifra con un detalladísimo catastro de filmaciones que expone; entre las que se añaden visitas de la delegación al cerro Santa Lucía, regatas en Valparaíso y una matinée a bordo del San Martin.

Recordemos que como aun no existe el concepto de montaje ni de “película” (en el sentido actual) el material se promocionaba y reporteaba luego de la exhibición en términos genéricos –aludiendo al asunto o evento abordado– y a la vez reunido en “tambores”, de los cuales rara vez se especificaba su metraje. De todas maneras, por la duración que hemos calculado de las funciones completas, de hasta 2 horas incluso, fácilmente podemos reconocer ahí una cantidad nada despreciable de material del que se disponía. Desde fines de septiembre y hasta fines de octubre, se proyecta pública y comercialmente todo este material, tanto en el puerto como en Santiago; la audiencia logra conectar con esta continuidad de contenidos que además se contextualizan acertadamente en la algarabía de las fiestas de independencia nacional. De entre las constantes notas diarias incluso se evidencia que efectivamente pululan varios individuos que nos interesan:

“S. E. y comitiva permanecieron en sus coches, el jeneral Körner, después de dar las órdenes del caso, volvió al lado de su S. E., y se inició el desfile de honor de las tropas. La espectativa era grande y mayor aun la afluencia de espectadores. Listos en sitios de preferencia los cinematógrafos comenzaron a funcionar y las máquinas fotográficas, de todas formas y condiciones, en manos de fotógrafos y aficionados que andaban en todo sentido, continuaron enfocando y reproduciendo toda clase de instantáneas. Con los jefes de las diversas armas a la cabeza, los cuerpos hicieron el desfile de honor”. (Artículo: ‘En el Parque Cousiño; La Parada Militar del 19’, en El Diario Ilustrado, Santiago, 22 de septiembre de 1902)

“El San Martín en aguas chilenas”

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Presidente German Riesco es recibido en el San Martín (Fotografía realizada por Victorio Gianotti).

 

El día del recibimiento, el 14 de septiembre como ya indicamos, se produce esta filmación: acuden también fotógrafos de la casa Hans Frey y Cª. que nutren a la revista Sucesos de momentos claves del encuentro. La mañana comienza con una protocolar escolta de bienvenida que realizan los cruceros Zenteno, Lyon y Condell, en la bahía. El presidente Germán Riesco sube a un bote rumbo al San Martín y es recibido en la cubierta de éste con honores; tras él, se realizan cañonazos/saludos reglamentarios. De aquí en adelante con un ánimo progresivamente cada vez más edulcorado serán perfilados los visitantes:

“La corrección y gallardía de los huéspedes, unidas al especto de hidalga llaneza que se desprende de sus miradas y modales, hizo un efecto espléndido en toda la multitud, y toda ella siguió a los recién llegados como queriendo disputarse el privilegio de hacerles sentir la fraternal simpatía con que se les esperaba. A partir de aquellos primeros instantes los vivas fueron en aumento y las salutaciones y agasajos de todo género tomaron el carácter de una soberbia y aun no interrumpida manifestación de confraternidad.” (Artículo ‘Ecos de las grandes fiestas’, de Sucesos, Valparaíso, 26 de septiembre de 1902)

La comitiva es recibida luego en la intendencia por las autoridades correspondientes y posteriormente son conducidos al Hotel Royal, que estaba “rejiamente engalanado [y] presentaba un soberbio golpe de vista con sus mil guirnaldas y trofeos” (El Diario Ilustrado, Santiago, 15 de septiembre de 1902). No obstante, luego, en la misma crónica se aclara que “el mejor adorno de esos brillantes salones era las damas y señoritas de la mas escojida sociedad, que con su gracia y hermosura realzaban la esplendidez de la fiesta destinada a honrar a los portadores de la paz” (El Diario Ilustrado, Santiago, 22 de septiembre de 1902); se acentúa que aquellas inmaculadas damicelas “lucían hermosos trajes, notándose la preferencia que se había dado a los colores celeste y blanco, los de la bandera arjentina” (El Diario Ilustrado, Santiago, 22 de septiembre de 1902).

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La oficialidad de la delegación argentina en la cubierta del San Martin (Fotografía realizada por Victorio Gianotti).

 

A eso de las 21:00 hrs. la comitiva ya está en una gala que se habia organizado en su honor, en el Teatro de la Victoria. Como se constata, un sinnúmero de actividades copan la agenda de la delegación trasandina durante toda su estadia, que acude al día siguiente a un paseo al parque de Playa-Ancha, a la Escuela Naval etc., y, al final del día, a una “suntuosa comida (…) servida con todo lujo y esmero, durante la cual se cruzaron los mas amigables propósitos, no decayendo ni un instante la animada conversación” (El Diario Ilustrado, Santiago, 16 de septiembre de 1902).

Para este punto se afirma con orgullo que “El teniente jeneral Luis María Campos (…) envió al jeneral Roca [presidente de Argentina; 1898-1904] un telegrama manifestándole que habían llegado y encontrado un pueblo que los colmaba de agasajos” (El Diario Ilustrado, Santiago, 16 de septiembre de 1902)

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Vista de calle Victoria, en Valparaíso, 1902; por el fotógrafo argentino Victorio Gianotti.

Hacia Santiago

El 17 de septiembre la comisión parte rumbo a Santiago en tren, para seguir participando de comilonas y otras actividades afines en su honor. Pasarán por Quilpué, Limache, Quillota, y en Til-til: “Una niñita dirijió la palabra al jeneral Campos, en términos tan tiernos y hermosos que el viejo y glorioso guerrero se sintió profundamente conmovido y con lágrimas en los ojos, la abrazó y la obsequió con un gran ramo de violetas” (El Diario Ilustrado, Santiago, 18 de septiembre de 1902)luegoen Renca: “Un rotito, por propia iniciativa trepó al carro y preguntó por el jeneral Campos. Una vez que se lo señalaron se acercó a él y lo saludó diciéndole que tenia conocimiento de que había conquistado en los campos de batalla gloriosos laureles, pero que estimaba que todos juntos no valían los que ahora conquistaba en los campos de la paz. Tanto el jeneral como los demás viajeros celebraron entusiastamente la hermosa improvisación del rotito que, con toda alegría, siguió viaje a Santiago en el mismo tren” (El Diario Ilustrado, Santiago, 18 de septiembre de 1902).

Al llegar a la Estación Central, más sorpresas les esperan: el cuerpo de bomberos realiza sendos arcos “mui artísticos” y, por su parte, “a la entrada de la Alameda formaban con sus estandartes las comisiones de las sociedades obreras de Santiago” (El Diario Ilustrado, Santiago, 18 de septiembre de 1902). En medio de todo esto estaban, naturalmente, Pont y Trías filmando la llegada y el recibimiento de los bomberos; material que se exhibe el 13 de octubre en el Teatro Variedades:

“Anoche se verificó la función de moda de The Automatic Biograph ante numerosa y distinguida concurrencia. Las vistas nacionales llamaron poderosamente la atención, especialmente el Te-Deum del 18 de septiembre y el Torneo Militar del 23 en el Club Hípico en honor de la Delegacion Argentina y el arco del Cuerpo de Bomberos levantado en la Alameda á la llegada de los delegados” (El Porvenir, Santiago, 14 de octubre de 1902).

En defintiva, tres semanas despues de los hechos; desde el 7 de octubre, se comienza a constatar la exhibición de las vistas tomadas en Valparaíso y Santiago que exponen la llegada de la delegación y el resto de las actividades, al público capitalino:

“La funcion de estreno de este biógrafo se verificó anoche. Agradó mucho la vista que representa a los delegados arjentinos saludando a los veterano del 79, que desfilaron frente al palacio en que se hospedaba la Delegación” (El Diario Ilustrado, Santiago, 8 de octubre de 1902).

“Con teatro completamente lleno se verificó anoche el estreno de la vista que representaba la llegada del San Martín a aguas chilenas, y la recepción de la Delegación argentina. A pesar de que dicha cinta cinematográfica fue tomada en un día nublado salió bastante clara y precisa. En el programa de hoy figura dicha vista, algunas otras nuevas relacionadas a los festejos de los marinos argentinos en el vecino puerto, el desfile de los Veteranos del 79, y la apertura del Congreso.” (El Porvenir, Santiago, 11 de octubre de 1902)

Aunque, en rigor, antes, los porteños tuvieron el privilegio de presenciar algunas de éstas primero:

“Las vistas exhibidas por el biógrafo antes y después de las comedias, han sido casi todas mui interesantes y algunas como las del acorazado San Martín y nuestros huéspedes arjentinos, de mucha actualidad” (El Heraldo, Valparaíso, 29 de septiembre de 1902).

Veteranos, cueca, huasos y militares

Pero retomando, cronologicamente, volvamos a la llegada de la comitiva a Santiago. Lo siguiente fue, como corresponde: más banquetes, bailes y encuentros protocolares. El 18, el 19 y, en rigor, todo septiembre fue, en efecto, una fiesta vigorosamente celebrada, aunque también en exteriores y junto a la ciudadanía. A medio día del 18 se desarrolla en pleno centro de Santiago el tradicional Te Deum “por acción de gracias a nuestra Independencia” (El Diario Ilustrado, Santiago, 19 de septiembre de 1902) y, naturalmente, complacen con su asistencia los invitados argentinos; se advierte, eso sí, aquel día “Llovía con calma, pero sin descanso, como desde una hora antes [desde las 12:00 hrs.]. Posteriormente toda la comitiva se dirige a La Moneda y se desarrolla otro desfile en la calle Amunátegui. A eso de las 15:30 se acompaña a la delegación extranjera a la residencia designada para su descanso, en calle Catedral.

“La vista del desfile de Veteranos del 79, frente á la Delegación argentina, gustó mucho. Es una exhibición sumamente interesante, pues aparecen los señores Delegados argentinos en los balcones mientras los veteranos desfilan frente al Palacio de la calle Catedral, esquina de Morandé” (El Porvenir, Santiago, 8 de octubre de 1902).

Aquella mañana Antonio López, ex-capital del Rejimienmto Atacama, en nombre de los veteranos profirió algunas palabras, que el cronista de El Diario Ilustrado memorizó virtuosamente:

(…) Hemos venido a saludaros y a jurar ante estas dos banderas entrelazadas, símbolos de comunes glorias, que al tener la honra de estrechar la mano a una parte de los mejores hijos que como heraldos de Paz nos ha enviado la nación hermana, lo hacemos con toda lealtad y nos congratulamos de la solución honrosa que se ha dado a nuestra cuestión internacional (…) (El Diario Ilustrado, Santiago, 29 de septiembre de 1902).

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Durante el resto de octubre seguirá exhibiéndose el material, se irán añadiendo día trás día, una a una, las vistas que se filmaron durante aquellas fiestas patrias y otras rarezas. Por ejemplo, dos actividades típicas en el Parque O’Higgins (Cousiño, hasta 1972):

“Completamente lleno de familias se vió anoche la sala del Variedades en las tandas que dio anoche The Automatic Biograph. Las vistas nacionales estrenadas, la Cueca en el Parque Cousiño y el Paseo de huasos de á caballomereció los más francos aplausos, como asimismo el Torneo Militar en el Club Hípico, la Apertura del Congreso, el Te-Deum del 18 y demás”. (El Porvenir, Santiago, 17 de octubre de 1902)

El 19 y el 24 de septiembre se realizan dos eventos civico-militares con gran concurrencia y aceptación, ambos, naturalmente, en honor a los visitantes argentinos. El primero es la tradicional Parada Militar, que gozaba de más prestigio por aquel entonces; dos conflictos bélicos claves para la historia del país estaban aun frescos. Y, el segundo, un Torneo Hípico Militar, realizado en el Club Hípico de Santiago; un despliegue de las habilidades de los jinetes para orgullo de los altos rangos y admiración de los visitantes. Ambos eventos son filmados Pont y Trías, qué duda cabe a estas alturas.

“La Delegación Arjentina, después de elojiar calurosamente la pericia del nuestros soldados, se retiró a su alojamiento, para asistir mas tarde al banquete de la I. Municipalidad” (El Diario Ilustrado, Santiago, 25 de septiembre de 1902).

A falta del material filmado, una crónica de El Diario Ilustrado sobre aquel 19 de septiembre, ofrece una pincelada elocuente sobre el ambiente vivido ese día:

“Eran las dos de la tarde y el paseo entero se veía invadido por bulliciosa muchedumbre. Era las avenidas, carruajes de todas clases, desde la elegante victoria hasta el popular para “bultos y pasajeros”, transitaban en animada confusión entre las nubes de jinetes y de peatones que circulaban en todas direcciones.

En las ventas colocadas al aire libre o bajo carpa, y en los bosquesillos y prados en donde algunas familias del pueblo instalaban su íntimo buffet campestre, llenos de alegría y en medio de los dicharachos graciosos de los endiciochadosrotitos, de los gritos de los vendedores que pregonaban su mercancia, se oía el rasquear de la guitarra, el gracioso modular de la cueca y el destemplado son del organillo o del acordeón” (El Diario Ilustrado, Santiago, 22 de septiembre de 1902).

Demasiada atención

Conforme estas exhibiciones se sucitaban, merece la pena rescatar una genuina reacción que provocó el verse expuesto/a, cuando no era costumbre aun.  Definitivamente podemos, con el siguiente caso, hacernos cierta idea de la complejidad del fenómeno de masas y de la influencia de la opinion pública, a partir de una serie de observaciones motivadas por el efecto de representación del cinematógrafo; como experiencia y como fenómeno social.

Mientras se exhibe, en octubre, el material asociado a la visita de los marinos argentinos y las fiestas patrias, adquiere cierto protagonismo mediatico aquella vista denominada “La salida de la misa del Salvador”; inocente y hasta corriente situación, se podria suponer, pero no tanto. Un cronista hace una inédita reflexión en torno a la experiencia cinematográfica, una primigenia crítica o algo más:

“(…) Numerosas personas de nuestra primera sociedad [sic] se veían pasar sonrientes por el blanco lienzo en que se destacan las vistas, y al ser reconocidas por los espectadores eran saludadas con grandes aplausos y carcajadas. Es indudable que el único defecto del biógrafo es ser un tanto indiscreto: allí salieron a la luz pública algunas de las simpatías [sic] que existen entre nuestra juventud, y talvez mas de un espectador se sonrojó al verse destilar ante un público entero mirando con demasiada atención a alguna de las que con aire místico y envueltas en sus mantos abandonaban la iglesia (…) Y a la salida del teatro se oían innumerables comentarios que si hubiera sido posible publicar lo habríamos hecho de buen grado.” (El Mercurio, Santiago, 18 de octubre de 1902)

E inmediatamente: un reproche, en respuesta a la aguda observación, no se hizo esperar. Unas “niñas santiaguinas” firmaron el siguiente alegato, publicado por el mismo periódico, al día siguiente:

«(…) Le agradeceríamos se hiciera eco de nuestro justo desagrado; se nos considera mui poco o nada. Como usted ve, no tenemos donde ir un rato en la noche, a no ser a la plaza. Al teatro Santiago ya no podemos asistir sino a unas cuentas tandas de las mas conocidas so pena de llevarnos buenos bochornos, si queremos conocer o ver otras. Lo que es en el Biógrafo, suelen aparecer vistas y cuadros que no deben figurar en un teatro aristocrático y culto. Háganos el favor de hacerle presente al señor Ansaldo [administrador del teatro] se tome la molestia de revisar él mismo las que pongan en escena a lo ménos dos días antes y las dedique a las familias, que de esa manera iremos sin temor (…)». (El Mercurio, Santiago 19 de octubre de 1902)

Los empresarios reaccionan con premura y le responden con suma elegancia a las “niñas” recomendándoles los lunes, miércoles y viernes; que son días con funciones dedicadas “especialmente a las familias” (El Mercurio, Santiago 20 de octubre de 1902). En otra nota del mismo día además prometen que como empresa obsequiarán “ramilletes de flores a las señoras y señoritas que asistan a la función”.

La representación demasiado fiel de la realidad capta y/o exacerba tanto los hechos como la imaginación del observador. Además de transformar el material, la mirada del espectador/cronista lo moldea y lo acentúa, haciendo valer el (o su) punto de vista; articulando un contenido con todos los peligros o posibilidades de la interpretación de aquella fugacidad silente. En este singular reporte se avizora un primer esbozo de crítica cinematográfica; uno que transforma el contenido “objetivo” en discurso cargado de significado; un ejercicio pionero que merece la pena revisar con atención.

El otro ejercicio de bomberos

Los últimos días de octubre, mientras aun estaba fresca en la memoria la imagen de los visitantes, se suscita y filma otro ejercicio de bomberos, esta vez en Santiago. El domingo 26 a la 13:00 hrs. las doce compañías se forman rigurosamente en los cuatro costados de la Plaza de Armas. Luego ser revisadas, por el directorio general, parten las compañías por Ahumada en dirección a la Alameda, donde comienzan a tomar las ubicaciones correspondientes y a realizar las diversas competencias de agilidad:

“Dada la señal por medio de un petardo, para que pudiera ser oída en las tres cuadras que ocupaban las compañías, casi simultáneamente se arman en las bombas las dos tiras de mangueras que señalaba el programa, formándose una línea de pitoneros en la mitad de la avenida norte de la Alameda, mientras las bombas empezaban a funcionar, y se elevaba el agua con diferencia de segundos de tiempo por los doce pitones que formaron una larga línea de chorros bien mantenidos y perfectamente alineados”. (El Diario Ilustrado, Santiago, 27 de octubre de 1902)

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Por ahora, no nos queda más remedio que adjudicarle la realización de esta película a los señores Pont y Trías, pues realmente estaban ahí mismo por aquel entonces, ningún otro empresario o exhibidor es mencionado, y finalmente es su Automatic Biograph el que proyecta el material, con celeridad, pocos días después:

“Numerosa y selecta concurrencia hubo anoche en las exhibiciones de The Automatic Biograph. En el programa de la función de moda de hoy en el Variedades figuran las siguientes vistas nuevas: El último ejercicio general de bombas en la Alameda, efectuando el Domingo pasado con todas sus peripecias” (El Porvenir, Santiago, 30 de octubre de 1902).

“Anoche asistió numerosa y distinguida concurrencia a las diversas secciones del Variedades. Se exhibieron las vistas del ejercicio general de bomberos del Domingo último en la Alameda y los de Valparaíso con gran aceptación. Dichas exhibiciones están muy bien reproducidas y claras. En el programa de esta noche figuran dichas vistas, la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo y multitud de novedades” (El Porvenir, Santiago, 1 de noviembre de 1902).

Desafortunadamente ni los metros filmados, ni algún dato técnico especial, ofrecen las notas de prensa, aunque, sí apunta la crónica correspondiente una anécdota que cierra la jornada:

“Antes de terminar esta lijera relacion, debemos dejar constancia de un encargo que nos hizo el señor comandante del Cuerpo: hubo un momento en que un fuerte viento llevó de improviso el agua de los pitones hacia las casas situadas al lado norte de la Alameda, y por más que se tomaron en el acto todas las precauciones del caso, no pudo evitarse que aquellas sufrieran una desagradable rociadita de verano, perdonable por lo imprevisto del hecho, y porque no todo causa una impresión buena cuando no se espera, como la impresión que sintieron los bomberos bajo esa rociadita de flores que, desde unos balcones de la calle de Ahumada, les arrojaron cariñosas y blancas manos femeninas . . .” (El Diario Ilustrado, Santiago, 27 de octubre de 1902)

Pausa

Tanto el resto de la ruta de Pont y Trías por el norte de Chile, como la incursión de otras empresas exhibidoras-productoras que estuvieron activas en 1903 en la zona central, revisaremos en unas próximas entregas; pues tienen un desarrollo extenso e intrincado, nutrido de anécdotas pero también zonas no resueltas.

Hacia fines de noviembre, se reporta que el material filmado por el Automatic Biograph, durante la visita de los marinos argentinos y las fiestas patrias chilenas, ya está siendo exhibido en Buenos Aires, generando gran interés o al menos eso se formula:

“(…) Conocerán los arjentinos, con la fidelidad de ese prodijioso invento, a casi toda nuestra sociedad y podrán formarse una idea exacta de las manifestaciones que se les hicieron y del espíritu de fiestas que dominó a los santiaguinos durante el tiempo que permaneció en ésta la delegación amiga. Las vistas que más han llamado la atención son las que representan la apertura del Congreso, el desfile de veteranos por frente de la casa de los delegados, las carreras del 18 y 20 de setiembre, la parada militar del 19 y la matinée a bordo del San Martín.”.

Pont y Trías continuarán durante todo el 1903 inseminando con cine otras ciudades de Chile: Antofagasta será una parada especialmente feraz, pues también se filmarán vistas locales. A comienzos de 1904 la empresa partirá definitivamente de Chile con destino al Perú, repitiendo la misma estrategia aplicada en los países ya recorridos:

«Ha llegado a Lima don Juan José Pont, empresario de este célebre aparato (The Automatic Biograph) de proyecciones cinematográficas. El señor Pont después de una gira que ha tenido mucho éxito en el Brasil, la República Argentina y Chile se propone exhibir aquí su interesante repertorio de vistas modernas. La empresa cuenta también con una maquinaria especial de tomavistas del Biógrafo y nos promete exhibir el Paseo Colón, la inauguración del ferrocarril eléctrico y los principales acontecimientos que se desarrollen en Lima durante su permanencia en ésta». (El Tiempo, 18 de febrero de 1904, prensa citada por Carlos Bedoya en “El Cine Silente en Perú”).

Con decenas de notas pendientes, abrumadoramente diversas y meritorias, sobre la presencia de estos comerciantes peregrinos en Perú y otros países de Latinoamérica finalizamos por ahora.

Nuestros compañeros de viaje cinematografistas se encontrarán con una que otra leyenda del ambiente: Enrique Casajuana, avezado productor chileno que también probaba suerte por aquellas tierras nortinas, por mencionar uno.

El historiador Ricardo Bedoya ofrece un perfil apropiado de aquellos exhibidores-productores que iba y venían con sus cinematógrafos; como una tea, iluminando el camino y el imaginario de sus espectadores y que ahora reconstruimos gracias a los rastros que otros se preocuparon de rescatar. Esto no termina acá.

El propietario de un aparato fílmico itinerante, como Pont o Casajuana, es un personaje múltiple que vende entradas, proyecta las cintas que adquirió a buen precio en algún remate o a otro exhibidor ambulante, opina sobre los argumentos y hasta canta, danza y actúa durante los intermedios. Pero aparte de estas dotes representativas, el exhibidor conoce todas las características técnicas del aparato y mantiene la atención necesaria para solucionar los problemas de velocidad de la proyección, de foco, de intensidad luminosa o cualquier otro de orden técnico que puede presentarse en el curso del espectáculo, así como para atender a las reparaciones de las cintas que integran el espectáculo”.

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Bibliografía:

– Bedoya, Ricardo: “El Cine Silente en el Perú”. Universidad de Lima, Fondo de Desarrollo Editorial, Perú, 2009.

– Godoy Quezada, Mario: “Historia del cine chileno”. Imprenta Fantasía, Santiago de Chile,1966.

– Gonzalez Casanova, Manuel: “De cómo, cuándo y dónde llegó el cine a nuestra América. (Los dos primeros dos años)”. Revista UNAM Nº11, México, 2006.

– Jara Donoso, Eliana: “Cine mudo chileno”. Fondo de Desarrollo de la Cultura y las Artes Ministerio de Educación, Santiago de Chile, 1994.

– Jara Donoso, Eliana; Mulchi, Hans; Zuanic, Adriana: “Antofagasta de película, Historia de los orígenes de un cine regional”. Chile, 2008.

– Konigsberg, Ira: “Diccionario Tecnico Akal de Cine”. Ediciones Akal, Madrid, 2004.

– Leal, Juan Felipe; Flores, Carlos Arturo; Barraza, Eduardo: “Anales del cine en México 1895-1911”, volúmenes 1-3. México, 2006

– Narváez Torregrosa, Daniel (coord.) “Los inicios del cine”. Editorial Plaza y Valdés, México, 2004.

– Martínez, Josefina: “El cine proyecciones de Madrid: las memorias de Eduardo Jimeno”. Universidad Autónoma de Madrid, 1995.

– Mouesca, Jacqueline: “El documental chileno”. Ediciones LOM, Santiago de Chile, 2005.

– Ossa Coo, Carlos: “Historia del cine chileno”. Editorial Quimnatú, 1971.

– Piña, Juan Andrés: “Historia del teatro en Chile 1890-1940”. RIL Editores, Santiago de Chile. 2009.

– Pizarroso Quintero, Alejandro: “Guerra, Cine e Historia. La guerra de 1898 en el cine”, Madrid, 1998.

– Pradenas, Luis: “Teatro en Chile, Huellas y trayectorias: Siglos XVI-XX”. Ediciones LOM. Santiago de Chile, 2006.

– Rodríguez Villegas, Hernán: “Historia de la fotografía. Fotógrafos en Chile durante el siglo XIX”. Centro Nacional del Patrimonio Fotográfico, Santiago de Chile, 2001.

– Vega, Alicia: “Itinerario del Cine Documental Chileno 1900-1990” Ediciones Universidad Alberto Hurtado, Santiago de Chile, 2006.

Audiovisual:

“Viaje del Dr. Campos Salles a Buenos Aires” (1900), realizado por Eugenio Py.

“Visita de Bartolomé Mitre al Museo de Historia” (1901), realizado por Eugenio Py.

“Evocaciones y Reliquias del Cine Quirúrgico” (1973), realizado por Norberto Govetto.

“Buscando a Monsier Py” (2008), dirigido por Pablo Cayetano Rivas y Paula Mariolani.

“Paisajes de la Historia – Los orígenes del cine en España, Paisajes de la historia” (2012), dirigido por Juan Guerra para RTVE.

Prensa revisada:

– El Chileno (Santiago, junio-octubre de 1897)

– La Lei (Santiago, abril-junio de 1897)

– El Ferrocarril (Santiago, julio de 1897)

– El Porvenir (Santiago, junio-agosto de 1897)

– El Mercurio (Valparaíso, enero-noviembre de 1898)

– El Chileno (Santiago, enero-marzo de 1898)

– El Ferrocarril (Santiago, julio-noviembre de 1898)

– La Unión (Valparaíso, octubre-diciembre de 1899)

– El Chileno (Santiago, noviembre-diciembre de 1899)

– La Unión (Valparaíso, enero-mayo de 1900)

– El Mercurio (Santiago, junio-diciembre de 1900)

– El Mercurio (Valparaíso, agosto de 1900)

– El Ferrocarril (Santiago, agosto de 1900)

– La Lei (Santiago, agosto de 1900)

– El Ferrocarril (Santiago, agosto de 1900)

– El Porvenir (Santiago, julio-agosto de 1900)

– El Heraldo (Valparaíso, febrero-abril de 1900)

– El Chileno (Santiago, enero-junio de 1900)

– El Ferrocarril (Santiago, de 1900)

– La Unión (Valparaíso, noviembre de 1901)

– El Mercurio (Santiago, abril-diciembre de 1901)

– El Chileno (Santiago, marzo-octubre de 1901)

– El Porvenir (Santiago, julio-noviembre de 1901)

– El Ferrocarril (Santiago, enero-abril de 1901)

– El Porvenir (Santiago, enero, septiembre-noviembre de 1902)

– El Ferrocarril (Santiago, enero-febrero de 1902)

– El Mercurio (Santiago, enero-junio, octubre de 1902)

– El Mercurio (Valparaíso, enero-septiembre de 1902)

– El Chileno (Santiago, diciembre de 1902)

– La Lei (Santiago, abril-septiembre de 1902)

– El Diario Ilustrado (Santiago, septiembre-octubre de 1902)

– El Coquimbo (La Serena, marzo-junio de 1902)

– El Comercio (La Serena, junio-agosto de 1902)

– La Union (Valparaíso, enero-agosto, diciembre de 1902; enero de 1903)

– El Heraldo, (Valparaíso, enero-mayo, julio-octubre de 1902; enero-febrero de 1903)

– Las Últimas Noticias (Santiago, octubre-diciembre de 1902; enero-marzo de 1903)

– Sucesos (Valparaíso, enero-diciembre de 1903)

Sitios web consultados:

– www.aularia.org

– www.cine.ar

– www.cinencuentro.com

– www.cinemexicano.mty.itesm.mx

– www.cervantesvirtual.com

– www.books.google.cl/books

– www.histarmar.com.ar

– www.flickr.com/photos/28047774@N04 (Santiago Nostálgico)

– www.urbatorium.blogspot.com

Agradecimientos especiales:

– Guillermo Sicardi, descendiente del Sr. Massonnier.

– Josefina Martinez, investigadora de cine español y académica.

– Ricardo Bedoya, investigador de cine peruano y académico.