Fernanda (23), que encuentra muerta a su tía Jacqueline (53) al momento de su suicidio, decide reconstruir la imagen de ella en su intimidad. Dos meses antes, filma el primer y único desahogo de su tía, donde le cuenta cómo vivió la violencia en su relación de pareja por más de 30 años. Ahora que solo quedan sus primos, busca comprender con ellos el deterioro de Jacqueline, el alcoholismo y la depresión que sufría en aquel momento de confidencia.