2012: hitos, espectadores, discursos y encuestas

Sin dudas el 2012 fue un gran año para el cine chileno, de hitos históricos memorables, pero sobre todo por la consolidación de una generación y de una capacidad de realización inédita.

Hasta no hace mucho, varios de los comentarios relacionados sobre el cine chileno tenían que ver sobre una calidad técnica no muy lograda, algo que se le sumaban historias ajenas y abstractas en extremo. Reflexiones que se fueron solidificando y que conforman aún una serie de prejuicios ahora ya totalmente injustos. Hoy, sin duda ya existe una madurez total en el aspecto técnico y en cuanto a las temáticas, se muestra una intencionalidad de explorar hechos que contribuyen realmente a la configuración de un cine que no se escapa de su contexto, es más, lo pone en cuestión. Pero más allá de esto, los realizadores han llevado ese buen manejo hacia una poética que hace de sus películas de una coherencia artística y, por ende, autoral que explica el éxito y el prestigio internacional que el cine chileno obtuvo el año 2012.

Se puede hablar ya de una generación con una estética consciente y trabajada, un cine pensado tanto en su forma como en el fondo. De una generación ya con sus pulsos mucho más trabajados y consolidados. En esta línea entran algunos nombres (se comulgue o no con la obra) como Pablo Larraín, Sebastián Lelio, Fernando Lavanderos, Carolina Adriazola y José Luis Sepúlveda, Ernesto Díaz, José Luis Torres Leiva. Pero de atrás aparecieron este 2012 otros realizadores que se abren paso de manera prometedora: Dominga Sotomayor, Maite Alberdi, Julio Jorquera, Sebastián Brahm, Pablo Cerda.

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Es entonces destacable lo realizado por películas como No, Joven y alocada, Mi último round, El circuito de Román, todas estrenadas comercialmente el 2012. En los circuitos festivaleros no es injustificado el entusiasmo hacia filmes como De jueves a domingo (ganadora en Rotterdam), Las cosas como son (que triunfó en el Festival de Mar del Plata) y Carne de Perro (premiada en San Sebastián), las que esperan llegar a la cartelera el 2013. Más al borde de estos circuitos es más que interesante poder ver (y de forma online) películas como Educación Física, VeranoEl destapador, Santo Tomás, entre la iglesia y los pacos, Efectos Especiales. Estas últimas, películas de un grado de libertad que unido a un desenfado y un sentimiento de remoción de paredes sociales (y artísticas), de gran fuerza. Que usen el internet directamente para exhibirlas, demuestra también una intención por comunicar y de establecer cercanía con la audiencia que cada vez se está ampliando más gracias a las nuevas tecnologías. En este sentido, tanto publicitariamente como en difusión, los realizadores están totalmente conscientes del poder que les puede dar internet.

Frente a un panorama tan alentador, sería negligente no apreciar cómo funcionan estas películas con el gran público. El 2012 se apreció un hito histórico, pero que ahonda aquel rasgo difícil de doblar en la relación entre cine chileno-espectador: el público sigue respondiendo ante los hitos o grandes acontecimientos que el cine chileno logra proyectar (ver el pertinente artículo de Víctor Hugo Ortega al respecto). De todas maneras, el hito del 2012 escapó a todo cálculo optimista: Stefan vs Kramer llevó un poco más de dos millones de espectadores. Una cifra nunca antes alcanzada por una cinta nacional, la cual siempre apuntó al éxito comercial. Viéndolo así, fue un producto claramente eficaz. Pero también es un éxito al que no se le puede encerrar en el facilismo de decir que está empujado por su deuda con el éxito televisivo de Stefan Kramer. Por ese carril jugaron antes otros productos tanto o más exitosos que Kramer y que no engancharon con el público como lo hacían a través del rating: Che Kopete y Rojo, la película. Stefan vs Kramer si bien tiene una inocencia dramática e insertos de marcas comerciales saltando descaradamente por detrás que develan sus intenciones de no arriesgar un centavo en su propuesta, posee un humor que dialoga no con poca acidez con la actualidad, algo que el cine chileno en cuanto a comedia pocas veces da. En este sentido, el boca a boca parece haber jugado mucho más que una estrategia publicitaria que de todos modos nunca fue tan invasiva y extensiva como Batman, el caballero de la noche asciende o que la última parte de la saga Crepúsculo. Igual, ambas tuvieron que mirar para arriba a Stefan vs Kramer en las listas de popularidad.

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Pero más allá de este hito, ¿qué sucedió con la películas que llegaron a cartelera? Se estrenaron comercialmente 27 películas nacionales, ya todo un récord y un síntoma claro de la abundante producción nacional. Una que se vio fuertemente apoyada por un círculo digno de ser alabado, el que conforman cines artes como el Alameda y Normandie, junto al Centro de Extensión UC, la Cineteca Nacional, la de U. de Chile y otros cine clubes santiaguinos y regionales. Porque frente al criterio comercial enceguecido de las grandes cadenas de cines, ni la mitad de estos estrenos habrían ocurrido. Es más, estos espacios dieron aún mayor visibilidad (dentro de sus alcances) filmes que no poseen la capacidad publicitaria para convocar al público, quedando acogotados dentro de las comerciales abarrotadas de publicidad de las grandes producciones hollywoodenses. Así, son películas que duran apenas una semana en cartelera, pasando apenas los mil espectadores.

Frente a esto y con un panorama productiva y cualitativamente tan alentador como el actual, cabe preguntarse qué políticas de Estado se están realmente haciendo para hacer llegar el cine al público nacional. Políticas que también ayuden a derribar las todavía fuertes prejuicios hacia el cine nacional (que es de mala calidad, que es muy político, que es garabatero, que es aburrido, etc.), configurando un público que sea tanto o más tolerante con lo chileno como con la oferta extranjera, que cada vez tiene más de relleno que de real calidad.

Desde esta perspectiva, el 2012 no partió muy bien con la noticia de que el Cine Huérfanos tendría que cerrar al quedar sin financiamiento de parte de los Fondos de Cultural 2012. Con apenas un año de funcionamiento, sus administradores acusaron falta de compromiso del Consejo de la Cultura con el proyecto, el cual no podía resistir por sí solo una cartelera que le daba cabida como en ningún lado al cine chileno. Así, con una sala bautizada “Raúl Ruiz” incluida, el recinto cerró penosamente en julio.

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Sumando todos estos hechos, vuelve a salir flote la idea de siempre: establecer una cuota de pantalla para las películas chilenas, es decir, imponer por reglamento un porcentaje de filmes nacionales en cartelera. Para los realizadores y productores, esta idea suena siempre como el objetivo final, como la salvación, pero es una opción que siempre ha rechazado la Cámara de Exhibidores de Multisalas de Chile (CAEM). Así, en un estudios que ellos mismos realizaron el año 2007 (ver acá el estudio en pdf), se llegaron a conclusiones como que una cuota de pantalla “constituyen una grave limitación al principio de libertad de comercio para las empresas de exhibición cinematográfica ya  que las está obligando a ofrecer al mercado productos  que no ha seleccionado voluntariamente y sin que medie un análisis de factibilidad comercial”.

Si se plantea dentro de lo que es el libre comercio, esto es un razonamiento totalmente lógico y justo. Teniendo gobiernos que contribuyen y defienden el funcionamiento de estas lógicas de mercado, la cuota de pantalla es una medida que suena imposible de hacer realidad.

Es dentro de estas lógicas que en los fondos de financiamiento recientemente entregados se abrieron tres caminos: apoyar el marketing de los filmes a través de una “Línea de apoyo a la comercialización” y otra llamada “Línea de implementación y equipamiento”, esta última, que apoya a festivales, salas y centros culturales. Será el 2013 el juez de estos planes, aunque deja instalada la inquietud de si estos apoyos pueden contrarrestar la poderosa maquinaria publicitaria de las grandes producciones hollywoodenses y de la oferta espectaculares de las grandes cadenas de cine, aquellas que privilegian más que nunca el cine de entretención que le significa obtener mayores ingresos por cabritas, bebidas y otros productos anexos que por el mismo corte de entradas.

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Da la idea de que estos planes necesitan algo más de financiamiento, una mayor contribución mucho más concreta en cuanto a la formación de audiencias. Si bien los distintos cineclubes, festivales y centros de exhibición alternativos realizan una más que valorable accionar, juegan siempre al borde de su existencia al estar peleando constantemente los dineros de los fondos destinados. El carrusel de “un año con y un año sin plata”, deja a estas instituciones siempre en un límite riesgoso o al descalabro, como pasó con BF Cine Huérfanos.

Deja pensando también la postura del Ministro Cruz Coke en la cuenta pública del año 2012. En ella manifiesta que “en el ámbito audiovisual avanzamos en el camino a posicionar el cine chileno con nuevas tribunas de comercialización y difusión”, las cuales se demostrarían por los éxitos internacionales de una serie de filmes financiados. Luego agrega que “Si bien es importante la presencia internacional también lo es el público que asiste a las películas nacionales. En esta materia, la tendencia a la baja de públicos en películas nacionales que venía manifestándose ocurriendo desde 2003, se revierte a partir de 2011 en 163,9%”, sin mencionar que esa alza se debe casi de forma exclusiva a una película que no recibió ningún aporte estatal: Stefan vs Kramer.

Junto a también las ansias de posicionar a Chile como un lugar atractivo para rodajes internacionales y con las continuas referencias a usar el cine como una efectiva arma de “Imagen País”, pareciera que, en conclusión, las políticas culturales están conformes con los resultados del “afuera”, que según esa lógica debieran chorrear el éxito localmente.

Si analizamos este criterio, el 2012 el cine chileno comprobó su posicionamiento dentro del circuito festivalero y de la crítica internacional. En este sentido, el estandarte sin duda fue No, con su triunfo en la Quincena de realizadores de Cannes y obviamente por su nominación al premio Oscar como mejor película extranjera. Pero incluso con este fenómeno, la gente no acudió muy en masa al cine, aunque de todas maneras logró la estimable suma de más de 200 mil espectadores.

Captura de pantalla 2013-01-16 a la(s) 0.42.47.pngPero viendo cada película estrenada, ya la culpa del poco apoyo a la gran mayoría de las cintas en las salas no se le puede achacar a los realizadores. Sin duda que este es un discurso que debe cambiar porque frente a películas como ¿Alguien ha visto a Lupita?, Joven y alocada, (las dos más votadas de nuestra encuesta 2012, la primera ganadora gracias a los fans de Dulce María que hicieron gran campaña en twitter), más la mencionada Stefan vs Kramer o Caleuche, el llamado del mar, da cuenta de una cada vez más amplia intención por conectar directamente con el espectador a través de temáticas contingentes y calculadamente golpeadoras, figuras reconocibles y cintas de género.

Frente a esto, quizás habría que cruzar a la otra vereda, la de la ya mencionada formación de audiencias. Habrá que esperar los resultados que tienen los planes de financiamiento para ver si ese es el camino, sino, habría que exigir con mayor razón alternativas más contundentes y concretas. El excelente momento artístico y productivo lo pide a gritos.