2010, un año difícil para el cine chileno
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Ojos rojos (2010)

El año 2003, Boris Quercia y su película Sexo con amor provocaron un verdadero boom en el cine chileno. La cinta que daba cuenta de un grupo de apoderados que discutía respecto a cómo debía instruirse a sus hijos en educación sexual logró que el público chileno se volcara en masa a las salas de cine, alcanzando la histórica cifra de 990.696 espectadores. Cifra que, siete años despúes, aún no ha sido superada por otra película chilena.

A pesar que el año 2003 tan sólo se estrenaron comercialmente siete largometrajes, otra producción generó una exitosa respuesta del público. Sub terra, obra de Marcelo Ferrari basada en los cuentos de Baldomero Lillo, consiguió una taquilla de 483.905 espectadores según cifras de la Cámara de Distribuidores Cinematográficos. Ambas cintas son las más vistas en los últimos siete años.

 
El Cine Chileno en el 2010*
 
 
Película   Espectadores
Ojos Rojos   119.037
Qué pena tu vida   94.044
La Esmeralda 1879   46.795
La vida de los peces   33.283
Post Mortem   20.570
Mandrill   12.494
Mitos y Leyendas   9.586
Drama   6.256
A un metro de ti   5.599
Tendida mirando las estrellas   1.699
Tercer Mundo   821
Huacho   654
Schopsui   130
Sánchez Besa, poeta del aire   89
     
* Cifras de la Cámara de de Distribuidores Cinematográficos (Se toman en cuenta sólo salas asociadas a ella)
 

En el 2010 quien se quedó con las preferencias del público fue el documental Ojos rojos de Juan Ignacio Sabatini, Juan Pablo Sallato e Ismael Larraín, quienes lograron que 119.037 personas compraran un ticket y apreciaran la pieza que da cuenta del proceso de clasificación de la selección  chilena de fútbol en pantalla grande. La cifra, que si bien es más baja que la de Grado 3, la cinta más vista del año 2009 que registró 240 mil espectadores, es histórica para producciones del género documental, las que no suelen estrenarse comercialmente ni menos lograr esa recepción, situación que para Juan Pablo Sallato “es algo muy, pero muy poco común”. Agrega que “nosotros teníamos la confianza de que a la película le podía ir muy bien, pero fue un trabajo de  convencimiento a las salas de que podía funcionar y que tenía que ir con muchas copias, porque en un principio nos decían que fuéramos con doce copias, pero con esa cantidad no alcanzas a abarcar todo el territorio y pasan las semanas y se piratea y si la gente no la vio en el cine las primeras semanas no resulta”.

Pero ¿en qué radica el éxito de Ojos rojos? Para uno de sus realizadores la respuesta implica múltiples factores.”La temática del documental es bien masiva y la fecha en que estrenamos también fue determinante. La planificación del estreno siempre estuvo pensado para que fuera antes de que Chile comenzara su participación en el mundial de Sudáfrica, cuando podría haber un interés mayor del público. No es lo mismo estrenar en ese momento que ahora”, explica Sallato.

Y claro, estrenar comercialmente en salas implica que las posibilidades de audiencia aumenten, pero también significa someterse a las normas de funcionamientos de las grandes cadenas, las que han sido especialmente duras para las producciones nacionales determinando que su permanencia, en algunos casos, no supere las dos semanas. Ignacio Aliaga, director de la Cineteca Nacional repara en ese aspecto para explicar uno de los factores que incide en la baja asistencia de público a cintas nacionales: “No debemos olvidar que nuestras películas compiten en condiciones muy desiguales con la hegemonía de las películas norteamericanas; también el cine latinoamericano y europeo vive el mismo drama en Chile y en casi todo el mundo. La reflexión esencialmente creo que debe llevarnos a pensar en la mejor estrategia para el desarrollo integral de la cinematografìa nacional. Un principio del cine es que no basta con tener mayor volumen de producciones”.

Roser Fort, directora del Centro Arte Alameda, considera que una película, sea ésta de donde sea, debe estar como mínimo quince días en cartelera para rentabilizarse, situación que no está sucediendo con las cintas nacionales, pues en las grandes cadenas no se distingue la procedencia de los filmes y se homologan resultados de taquilla semana a semana para determinar la continuidad o no de un proyecto “Nosotros (Centro Arte Alameda) nos convertimos en la instancia en la que le damos a las películas el tiempo correcto de exhibición que debe ser por lo menos 15 días, eso debería ser en condiciones normales y en cualquier circuito”. Ante tan hostil escenario, la decisión  sobre  estrenar o no comercialmente una película  parece ser determinanate en el futuro de ella. 

Nuevos caminos de exhibición

El pasado 29 de abril de 2010, el joven realizador José Manuel “Che” Sandoval debutaba oficialmente con su ópera prima Te creís la más linda (pero erís la más puta)– que ya había recorrido con éxito algunos festivales, entre ellos Bafici- estrenándola comercialmente y de manera exclusiva en el Centro Arte Alameda. Paralelamente a ello emprendió una potente campaña de difusión a través de las redes sociales, lo que entre otras cosas permitió que su largometraje estuviera varios meses en cartelera y alcanzara cerca de siete mil espectadores en ese lugar.

La opción de Sandoval fue replicada meses después por Bernardo Palau, director que para su debut cinematográfico con Salvarte también decidió no arriesgarse en las grandes salas y en cambio optar por un único recinto que ofrecía un tiempo mayor de permanencia, en este caso el Centro Cultural Amanda.

Roser Fort, quien junto al Centro Arte Alameda lleva 18 años dedicada al ámbito de la exhibición cinematográfica considera que uno de los factores que determina el impacto que un film pueda tener en la audiencia es la forma de distribuir. “Los  cineastas tienen que replantearse cómo distribuyen,  de una forma más creativa, dónde voy, cómo voy, cómo pierdo menos, porque no puedes ocupar el mismo sistema que se usaba antiguamente que consiste en tener diez copias en 35 mm. Post Mortem se quedó con varias copias en bodega, al igual que La vida de los peces porque estuvieron sólo un par de semanas en las grandes salas”.

En este escenario, al sub director de la Cineteca de la Universidad de Chile, Luis Horta le parece ingenuo “que un cineasta chileno pretenda llegar a todas las salas de cadenas norteamericanas ¿Para qué? Si está comprobado que cada vez la gente va menos a ver cine chileno a una sala de cine”. Además añade que “¿por qué la gente iría a pagar $4500 al Cine Hoyts siendo que los sueldos mínimos son bajísimos? Hoy día es más sencillo acceder a las películas pirateadas, por Internet o ir a un Cine Club en vez de ir a una sala de cine porque la gente no va a pagar el precio de la entrada porque es un valor descabellado”.

Roser Fort plantea un punto importante y es que gran parte de las cintas a las que no les fue bien este año han sido apoyadas por el Consejo de la Cultura y las Artes. “Yo creo que el 2010 ha sido uno de los peores años para la industria nacional, exceptuando algún estreno independiente. Estamos presenciando un fracaso y una pérdida de plata porque son películas apoyadas por el CNCA y estamos hablando de 200 mil dólares aproximadamente, pero los cineastas siguen mirando a las multisalas, siguen pensando así y si tienen alguna plata que les quede de estos proyectos la gastan en eso y llegan acá (Centro Arte Alameda) cuando están totalmente desgastados”.

Sin embargo, y producto de las actuales circunstancias, desde hace cerca de un año que el Centro Arte Alameda ha incorporado a su cartelera producciones que también están disponibles en las grandes cadenas de exhibición del país, pues “los productores de esas cintas entendieron que era imprortante estrenar con nosotros y continuar con nosotros y no venir cuando la película ya eran un fracaso. A mi me parece mucho más interesante esa fórmula que contempla que partimos juntos y nosotros le damos el cierre a la película. Por ejemplo Post mortem de Pablo Larraín el día post navidad registró 150 personas, lo que es un éxito para un día domingo sobre todo después de navidad. Eso para un Hoyts, para un Movieland y  para nosotros es muy bueno”, comentó Roser Fort, quien además explica que esa será la fórmula que utilizarán con las producciones nacionales pues como exhibidores no les interesa asumir el riesgo de reestrenar películas que ya han fracasado en las multisalas. “Nos interesa también el respeto a la exhibición, a nosotros como exhibidores con 18 años de trayectoria. Si eso no se revisa bien, hay un montón de proyectos que no los vamos a dejar pasar. Sin ir más lejos,  Que pena tu vida de Nicolás López, por ejemplo, no entró acá porque no hubo un diálogo anterior, sí quince días después de su fracaso con no sé cuántas copias”, sentenció.

Roser Fort encabeza un proyecto que busca potenciar las salas de cine arte que existen en la capital. Desde hace unos meses se encuentra trabajando con el Cine Normandie, sala de Cine UC, Lastarria 90 y la Cineteca Nacional, con el fin de que en el caso de los estrenos nacionales se logren consensos y estrenar paralelamente en los cinco recintos, lo que dará a los filmes una posibilidad real de exhibición. Pero como la hegemonía norteamericana en las cadenas de exhibición internacionales es una realidad en todo el mundo, las salas de cine arte de Chile están trabajando para armar el proyecto de la Federación Latinoamericana de Salas de Cine y Ensayo, Felcine, instancia que permitirá un interncambio de producciones audiovisuales entre nuestro país y Argentina, Perú, Ecuador Bolivia, Uruguay, Venezuela, Colombia y  Brasil. “Es un súper proyecto y permitirá que películas Latinoamericanas para que se exhiban acá, porque ¿qué película mexicana, boliviana o ecuatoriana  has visto este año?, pregunta Roser, quien además comenta que en este momento se está trabajando en la parte legal del asunto, pero que la parte de las salas de exhibición de Chile está casi lista, por lo que deberíamos tener novedades al respecto en abril o mayo de este año.

“La crisis es sobre cuánta gente paga una entrada y no en cuánta gente ve cine chileno”

Luis Horta, sub director de la Cineteca de la Universidad de Chile considera que las estimaciones respecto a cuántas personas ven cine chileno son sesgadas, pues los cálculos únicamente contemplan la exhibición en las grandes cadenas dejando fuera las muestras, festivales y funciones de los cine clubs, lo que a su juicio no contribuye a tener reales perspectivas acerca de lo que está pasando con el cine nacional. “Cuando se contabiliza cuántas personas fueron a ver Ojos rojos se considera cuántas personas pagaron una entrada al cine y eso no tiene que ver con cuánta gente vio la película. La crisis es sobre cuánta gente paga una entrada y no en cuánta gente ve cine chileno”.

El académico asegura que la institución que encabeza constantemente recibe consultas acerca de producciones patrimoniales de difícil acceso. Además durante todo el año y bajo el alero del Cine Club dieron un espacio permanente y gratuito para que producciones independientes se exhibieran, lo que generó una importante respuesta por parte tanto de la comunidad universitaria como de interesados externos a ella. “Que una persona pueda acceder a una película o por Internet,  por exhibiciones alternativas o en lugares como un Cine Club me parece fantástico porque significa que hay un movimiento que está tomando cuerpo y que va a enfrentar al sistema comercial de exhibición cinematográfica. Vale la pena preguntarse, ¿a quién le importa hoy día que una película llegue a salas de cine? A las personas que quieren hacer negocios con el cine”.

Juan Pablo Sallato cuenta que a pesar de que su película tuvo una cantidad de asistentes importante “casi toda la gente que conozco me decía que vio la película pero no en el cine. De hecho íbamos a dar charlas a universidades y de los que habían visto la película menos de la mitad la vio en el cine y esas actividades las hacíamos cuando  llevábamos dos semanas en cartelera”.

Horta detecta que los modos de acceso a los filmes han cambiado y “ahora lo que se está haciendo es que la persona desde su casa accede a las películas y saca su propia conclusión y escribe, intercambia información y contenidos y desde ahí se van creando distintas redes que van desde los blogs hasta los comentarios en facebook”.

Durante el 2010 el Cine Club de la Universidad de Chile exhibió permanentemente cintas nacionales contemporáneas, clásicas y patrimoniales, además de ofrecer una gran muestra en el marco de las celebraciones de la universidad por el Bicentenario, consiguiendo, durante todo el año, una gran respuesta de parte de los espectadores.

Más películas, más premios

A pesar de que la respuesta del público ante los films nacionales ha sido un tanto esquiva, es innegable que desde hace un par de años la producción audiovisual de nuestro país ha crecido considerablemente, siendo el ejemplo más claro de ello las 24 cintas que se estrenaron comercialmente el año 2008. Y esa numerosa lista sólo cuenta las que debutaron en las grandes salas, así que si se consideran las que lo hicieron en circuitos alternativos o festivales, la lista crece.

Junto con la cantidad, la calidad de las cintas ha sido reconocida sobre todo internacionalmente, gracias a la itinerancia por importantes festivales y premios que las películas chilenas han recibido. La reciente selección de La vida de los peces como finalista en los premios Goya o la larga lista de distinciones y nominaciones que recibió La Nana son  ejemplos  próximos y claros de lo anterior.

“Cada vez se está haciendo más cine y eso es positivo. Claramente hay una mejora, lo que sí hay que hacer es llegar más al público, todos los directores tenemos que trabajar para lograrlo. Es difícil, pero somos una generación joven todavía y falta mucho camino por recorrer, pero hay que esperar”, dice Juan Pablo Sallato.

Roser Fort considera que “la gente sigue creando, sigue haciendo cosas y lo que hay que financiar son las ventanas de exhibición para que la gente puedan ver esas cosas distintas, diversas. Yo creo que en términos de contenidos hay un montón de gente que está haciendo cosas distintas pero no hay dónde mostrarlas”. Por su parte Ignacio Aliaga plantea que se debe “procurar el desarrollo de las condiciones de circulación en coherencia con nuevas formas tecnológicas de exhibición y con las competencias en juego. Se debe insistir en la formación y ampliación de nuevos públicos, debe necesariamente desarrollar sistemas complementarios de exhibición (salas de arte), así como debe generar incentivo a nuevas formas de difusión”.

Es difícil vaticinar cómo se comportará el público con el cine chileno este 2011. Sin embargo, el encargado de abrir los fuegos fue Baby Shower de Pablo Illanes, película que viene con un aparataje publicitario y comunicacional importante y con un reconocimiento popular conseguido a través de la televisión. Es cosa de esperar y ver cómo responden los espectadores, en este un año que ya anticipa el retorno de directores que consiguieron reconocimiento nacional e internacional con sus trabajos anteriores.