Aunque muchos aspectos de su vida  son desconocidos, incluida la fecha de fallecimiento, se sabe de su atracción por el teatro desde pequeña y que hacia los años 20 se la encuentra en Argentina como una de  las tonadilleras de la Compañía Cómica Mendoza-Serrano. La compañía viaja a la austral ciudad  chilena  de Punta Arenas como  una de las atracciones artísticas previstas para los festejos del Cuarto Centenario del Descubrimiento de Magallanes, celebrada en diciembre de 1920. José Bohr, quien libra en la ciudad sus primeras escaramuzas con el cine, aprovecha la visita del conjunto para filmar el mediometraje Esposas certificadas (1921), una comedia de enredos. Es la primera aparición de Conchita en la pantalla. Años más tarde ella regresa a Chile con la compañía de Inés Berutti, y en 1929 se instala definitivamente  en el país, actuando en distintos conjuntos teatrales. Vuelve al cine en el film de Jorge Deláno (Coke) La Chica del Crillón (1941), y ese mismo año explota su vena cómica en las comedias Verdejo gasta un millón –gran éxito de público de la década de los cuarenta-, y Verdejo gobierna en Villaflor (1942), donde interpreta a Domitila, un notable  personaje popular chileno, compañera de Juan Verdejo, arquetipo del “roto” chileno, que encarna Eugenio Retes. Vuelve en este papel de mujer del pueblo en El Padre Pitillo (1945). Fracasa en cambio en el frustrado melodrama de crítica social, La historia de María Vidal (1945), de René Olivares, aunque el desastre no es de ella sino de la película, que la crítica fustiga sin piedad. Su carrera cinematográfica concluye con sus actuaciones Mis espuelas de plata (1948) y El gran circo Chamorro (1955), ambas dirigidas por José Bohr. No se sabe nada de sus actividades en los años siguientes. El olvido incluye hasta la fecha de su muerte, que es probable que se haya producido fuera del país.

(Por Eliana Jara, extraído del "Diccionario del Cine Iberoamericano"; SGAE, 2011)