Entrevista a Martín Tuta, director de Talión
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En los años 40 (tiempo de ansias industriales), el camino a seguir parecía estar cercano a las comedias y a los melodramas camperos musicales. Luego de esa década, sólo en este nuevo siglo el cine chileno poco a poco está adentrándose a hacer cine de género con menos culpa, siendo las comedias la estrategia más buscada para encontrarse con el público, con el terror e incluso con la acción (gracias a Ernesto Díaz más que nada) tanteando terreno. Porque hay una cosa inherente al cine de género: quiere ser visto por todos, quiere remover las boleterías y ser efectivo emotivamente.

Con eso de frente surge Talión, un filme de suspenso dirigido por el debutante director Martín Tuta. Un filme policial o, más bien un thriller donde el suspenso de saber quien es un descarnado vengador de niños abusados sexualmente, un asesino de pedófilos, es el hilo que hace girar la trama. El propósito, apegado al género que quiere reflejar, es mantener al “espectador sentado al borde de la butaca”, como lo dice el mismo Tuta. ¿Lo consigue? A ratos si, sobre todo gracias a los giros argumentales que instala hacia la última parte de la película, con un montaje efectivo que sigue a pie juntillas los manuales del suspenso cinematográfico.

Queda en debe, eso si, con ciertas sutilezas de fondo necesarias para poder involucrarse o “casarse” más con la historia y sus personajes, tornándose a veces demasiada exagerada, casi en un ritmo cercano a lo telenovelesco que va en contra de la intención de denuncia que a la vez tiene la película. Pero en lo visual, Tuta es interesantemente ambicioso, con algunas escenas bien orquestadas que denotan su preocupación formal y su conocimiento por el género.

Esta entrevista fue realizada en el programa Radiópolis de Radio Universidad de Chile, en conjunto con Rodrigo Alarcón.

 

Es una temática poco común en el cine chileno reciente, tanto en forma como en fondo. ¿Cómo surge esta película?

– Son varias cosas. Primero, la necesidad de hacer cine. Y la necesidad de hacer cine del que a uno le gusta ver en el cine y del que me parece se hace poco: el cine de género, un thriller, un suspenso policial, en donde son 90 minutos al borde de la butaca; que tiene todos los condimentos, personajes súper oscuros, profundos, humanos, y un guión que te va entregando pistas, te va dando giros inesperados; y al final tú te sorprendes con un final. Lo interesante como espectador es vivir ese desafío de ganarle al guionista o al director y querer saber el final antes. Y en ese sentido la película cumple súper bien con eso. Entonces, primero está la necesidad de hacer ese tipo de cine de género. Cuando hay que hacer un policial hay que buscar la maldad, hay que ver a quien vamos a perseguir en esta película. Y sumado a eso, en la época en la que escribí el guión también estaba preocupado de ser buen padre. Dentro de las investigaciones que surgen en ser buen padre me encuentro con el abuso sexual infantil y me encuentro con cifras muy duras, como que cada 20 minutos abusan a un niño, o que el 82% de los abusos los comete alguien cercano. Entonces, empecé a reflexionar y dije: los que hacemos cine, los que hacemos comunicaciones tenemos una responsabilidad, tenemos que poner por lo menos en el tapete una reflexión. Nosotros no estamos para educar ni nada de eso. Pero sí estamos para invitar a una reflexión. Así que dije: ok, voy a hacer una película, una ficción, donde en una sociedad que está sentada esperando que todo suceda: que alguien acabe con los malos, que alguien encierre a los malos, que hagan justicia, que la ley, que la policía. Bueno pero y nosotros qué estamos haciendo. Cómo es posible que el 82% de los abusos los cometa un familiar cercano. Qué está pasando. Yo no tengo las respuestas, pero sí está esa cifra. Entonces dije: bueno, hagamos una ficción donde alguien va a hacer lo que profunda y oscuramente todos quisiéramos hacer, es tomar la justicia en nuestras manos. Y este tipo comienza mandando videos a la periodista pero son solamente de la red de pedofilia, nada más. Y ella es censurada, no puede sacar esta noticia a la luz pública. Entonces él decide: ok, este es un país que necesita noticias fuertes y comienza –llevado por una cosa que la película va a explicar profundamente- a tomar la justicia por mano propia. Pero solamente para hacer ruido mediático, pero no pasa nada y es obligado a continuar y continuar hasta cuando se le sale de las manos y termina siendo un justiciero súper potente.

Y eso como que incomoda un poco, porque uno podría pensar que el extremismo de este vengador es también cuestionable: el tipo tortura fieramente a sus víctimas, pero son víctimas que además son victimarios. ¿qué tan complicado fue entonces llevar esa idea a escena? Ya que no hay escenas explícitas, sino se sugieren todos estos abusos.

– Fíjate que yo tengo la hipótesis que mi mente no es más sucia que la mente de otra persona. Y la mente de otra persona no es más sucia que mi mente. Entonces yo invito a las personas a que lleguen a lo más oscuro de su imaginación. No les muestro. Porque si les muestro posiblemente me quedo corto o me paso y les hago cerrar los ojos, que para mí sería terrible. Durante la investigación yo cerré muchas veces los ojos, y eso me dejó muy claro que en la película yo no podía someter al público a ver algo que le hiciera cerrar los ojos. Ese no es el tipo de cine que me gusta a mi tampoco. Entonces, sugerirle al público, decirle: mira, yo llego hasta aquí, de aquí en adelante tu rellena; fue una de las premisas del guión siempre, pues muy fácilmente podrías caer en el morbo. Hacer llorar a una persona con el tema del abuso es muy fácil: música o montaje y estamos. Está todo el mundo llorando y sufriendo. Pero no se trata de eso. No se trata de caer en el morbo, porque la película además durante los 90 minutos jamás ves a un niño abusado. Jamás.

Has mencionado en más de una ocasión la investigación, incluso mencionaste algunas cifras. Puedes contarnos un poco en qué consistió ese proceso. Solo fue buscar información, te entrevistaste con gente.

– Sí, me entrevisté con mucho psicólogo, muchas víctimas, leí muchos casos. Empiezas tú a ver ciertos factores comunes, empiezas a darte cuenta que el tema es transversal. El tema le pasa a todo el mundo. Nosotros por ejemplo, ganamos un festival en California, en Santa Bárbara, y la recepción de los norteamericanos y los comentarios post película eran calcados a los que vimos en República Dominicana, en Colombia, en Argentina, en Brazil, aquí en Chile, era lo mismo. Y eso nos puso muy contentos porque da cuenta de lo universal que quedó la película. Y tiene que ver con que se leyó acerca de muchísimos casos, se investigó acerca de los personajes. Los personajes no fueron creados a partir de la caricatura o de lo que uno entiende, sino que hablamos con policías, con periodistas reales. Y leímos mucho acerca de los personajes que hay en la película.

Y respecto al fondo. Estamos hablando de una película de género, y se nota desde la forma de actuación hasta el montaje. ¿Cómo fue la idea de hacer una película así, tú ya venías con la idea de hacer una película de género o la temática te llevó?

– A veces me cuestiono eso, no sé cual fue primero. A mí el género me gusta mucho. Me gusta mucho González Iñarritu. Me gusta salir de la sala diciendo: ¡Guau!, no pude anticiparme al final. Me gusta esa experiencia. Entonces, claro, mi primer película tenía que ser eso. Y el por qué está contado en desorden, tiene que ver con que una hora y media de pedofilia no la soporta nadie. No se puede. Entonces, la película usa la pedofilia como una excusa pero el público va a un desafío, a unir cabos, atar cabos, conocer personajes; por qué me están dando esta pista, quién es, cómo es, por qué lo hizo. Y al final de eso se trata la película. Espero que el público lo viva y se confirme mi teoría –aunque  ya la he mostrado en muchos festivales y hemos visto lo que a la gente le pasa con la película–, y es que la película sobrepasa tu ego. Te olvidas que estás ahí sentado y empiezas a vivir los personajes: la periodista, el policía, al mismo torturador, al psicólogo, el novio -la parte ética y moral de la película-. Y tú te preguntas: bueno, yo qué haría. Y eso me parece muy interesante.

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Quería preguntarte por la producción de la película, que no cuenta con ningún aporte estatal –que es lo sorprende en este caso– y me llama la atención la publicidad que tiene la película; hay varios carteles en las calles, ¿cómo se financió, y cómo se logró este tipo de distribución?

– La película está llena de milagros, la verdad. Porque el primer guión escrito es un guión de cuatrocientos millones de un millón de dólares. Entonces duré mucho tiempo tratando de conseguir ese dinero, lo cual nunca sucedió.

¿Un guión que estaba escrito hace cuanto tiempo?

– Finales de 2009, inicios de 2010. Así que decido hacer un teaser. Digo, bueno, no consigo dinero porque es mi ópera prima y nadie conoce mi mano. Entonces logro convocar al equipo, los actores, y hacemos un teaser que nos quedó bastante bueno el 2010. No pasó nada… Ni apoyo público ni apoyo privado. Ahora, yo te digo una cosa: no los culpo, porque si tú vas con el papel y la idea dice: quiero hacer una película sobre un tipo que tortura pedófilos. Y la gente yo no sé qué se imaginaba. Estas personas no tenía cómo poder ver como quedó esta película. No había forma. Y tal vez parte de mí no supo bajar la película al papel. Entonces, no, ningún apoyo. Así que bueno, dijimos, si Hitchcock lo hizo, y era famoso cuando lo hizo, vamos. Mi esposa que ha estado al lado mío y me ha apoyado, dijo: endeudémonos, pasemos tarjetas, auto, casa, todo, y filmémosla. Que teniéndola filmada van a llegar los apoyos. Así fue, la filmamos, siempre con al idea –con el equipo artístico– de que la película tenia que tener muy buena calidad. Viste que cuando tú haces tu opera prima lo primero que te dicen es: oye, hazlo con una Canon, con una cámara chica, se ve súper bien. Yo: no, no, no. La película tiene que verse bien, escucharse bien y estar bien actuada. O sea, si tengo que repetir una escena 25 veces hasta que tengamos el tono, lo vamos a hacer…Y lo hicimos. Tú que ya la viste, te das cuenta: hay planos secuencia que quedaron… Son unas coreografías. Es para mí, como espectador: notable. El ensayo que tiene eso y todo, no es de una película de bajos recursos. Siempre dijimos: que no se note. Porque a mí me parece que hay una responsabilidad en decirle a la gente: párate de tu cama, coge un transporte, anda al cine, paga una entrada y ven que te voy a contar una historia de una hora y media. Y esa historia tiene que tener calidad y tiene que conectar con la gente. Esa es mi percepción del cine. Entonces, en eso, siempre nos planteamos, con los actores, con el director de foto, la directora de arte, el sonidista, el diseño sonoro, el músico, vamos a hacer género y vamos a hacer buen género. Porque la gente tiene cultura cinematográfica y porque ve mucho género en televisión también. Yo decía: vamos a hacer un policial y con qué nos van a comparar: con CSI Miami. Así que vamos a hacer una película auténtica, nuestra, pero que sea de calidad. Y gracias a Dios lo logramos, salimos adelante y bueno, después del rodaje volvimos a quedar endeudados, sin plata, y ahí apareció RapCine, con Renzo Arrigoni, que es nuestro coproductor. Vio el proyecto, le encantó y puso la plata para terminar la película. Y ya la parte de la distribución vienen otros hermosos valientes, que se llaman Diamond Films que creen en el proyecto, que quieren distribuir cine chileno, que quieren echar para arriba el cine chileno y toman la película. También nos ganamos el Corfo de Distribución, ese sí lo ganamos. Es automático pero hay que presentarlo y ganárselo. Corfo además nos otorgó el tope de lo que entregan, y con esa plata y mucha creatividad de los chicos de Diamond Films, han logrado hacer que de verdad tengamos una promoción muy decente. Y ahora solo rogar que las salas de cine nos apoyen y nos entreguen  hartas salas; porque esa es otra pelea. Pero los cines nos han dado espacio: hay afiches. Nos han tratado súper bien. Bueno, ahora, como hay esta semana cuatro estrenos, entonces ahí está la lucha de siempre.

Pero tiene el gancho de que hay actores conocidos involucrados en la película, está Viviana Rodríguez, está Tiago Correa.

– Sí, Alejandro Trejo, Luis Dubó, Claudia Pérez…y además no sólo son conocidos: son apropiados para el personaje y lo hacen muy bien. Son demasiado creíbles. La verdad es que fue un agrado trabajar con ellos porque el proyecto desde un principio, desde su concepción, les gustó mucho. Y entonces las discusiones con ellos eran porque ellos querían lo mejor para el personaje. Digo, no es que discutiéramos sino que las conversaciones en torno al personaje para mí era disfrutar ver cómo el actor defendía su personaje y quería hacer cosas mejores que su personaje. Ellos fueron un encanto, todos trabajaron muy fuerte en la película. Viviana ha salido diciendo en varias entrevistas –y me sorprende– que después de Talión no actuaba más. Porque fue súper intenso.

Quería preguntarte por tu trayectoria. Tú eres colombiano, pero no sabemos mucho más de ti, porque además esta es tu ópera primera.

– Soy bajo perfil. Yo vivo en Chile hace 16 años. Tengo mis dos hijas acá, mi esposa, todo. Yo salí del Duoc UC, trabajé mucho tiempo en telefilms en Chilevisión. Éramos el equipo que hacía “Historias de Eva”, “Historias de campo”, “Relatos de niño”, “Carta de mujer”, todos esos telefilms que tenían mucha calidad cinematográfica y lo filmábamos queriendo hacer cine. Ahí trabajé mucho tiempo. Fue como la escuela, donde conocí mucha gente, a los actores, aprendí mucho. Culminé con un proyecto donde yo era el asistente de ocho directores. Era un proyecto de hacer 12 capítulos y eran ocho directores y me llamaban a mí a hacer el único asistente de los ocho. Yo dije, pero vamos, obvio, esto es escuela. En eso trabajé mucho y ya te empiezas a dar cuenta que en la televisión tu sueldo depende del rating y el rating depende de algo que tu no quieres depender, dices: ya, ok, ya aprendí, y gracias por la oportunidad de no depender de la televisión.

¿Eso determinó también tu manera de hacer cine?, lo último que mencionaste.

– Mi manera de hacer cine…Yo creo que mi manera de hacer cine sí tiene que ver más conmigo. Yo ya era así, crudo, directo. Y la película es así: cruda, directa. Y sabe comunicar. Comunica algo súper potente. Yo leo en las redes sociales cosas como: “vean la película porque llegué a mi casa y abracé a mis hijas”. Y eso para nosotros, con mi esposa, ya es estar pagado. O escuchar decirle la esposa al esposo: “A partir de hoy júrame que vamos a escuchar al niño”. Tú dices: ¡Guau! Tú sales dices: y yo quejándome porque hay trancón [sic] o me quejo porque se me rompió el pantalón. Me encantan esas películas que te hacen mirarte el ombligo. A veces sale positiva la comparación y a veces no sale tan positiva la comparación. Pero que haya la reflexión. Y eso me gusta mucho.

Martín y ahora qué viene, ¿ya estás pensando en un nuevo proyecto o vas a esperar cuál es el resultado de Talión en salas?

– Estoy escribiendo una trilogía, sigo analizando a nosotros los seres humanos y voy a escribir una trilogía sobre felicidad, amor y dios. Son tres palabras etéreas que nos rompen la cabeza. Así que eso estoy escribiendo ahora. La de la felicidad está muy avanzada. Ya ahorita empezamos a postular [a los fondos públicos]. Vamos a ver si esta vez si aprendimos la lección. Ya estamos trabajando para ver si esta vez…

Bueno, ya cuentan con un curriculum potente, una película estrenada.

– Claro, ya conocen mi mano por lo menos. Ya saben: el hombre serio, termina la película. Fíjense que cuando yo postulé la última vez y ya decidí no postular más, y juraba que ganaba porque iban a premiar ese año supuestamente óperas primeras obligatoriamente. Y yo decía: ninguna ópera prima es mejor que Talión. Yo dormía y despertaba pensando en lo mismo: nadie me puede ganar. Bueno no gané. Y la película que ganó ni siquiera la terminaron de filmar. Entonces, tú dices: ¡guau!, cómo está la cosa, cómo está la torta, en dónde está, cómo se mueve esto. Vamos a ver qué pasa.