Entrevista a Jairo Boisier, sobre su documental «Cabezón»
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En el marco del recientemente finalizado Ciclo de Cine Chileno Contemporáneo de Porvenir (22 marzo al 19 de abril), se exhibió la última película del cineasta Jairo Boisier: Cabezón, su primer documental y, a la vez, quinta producción. El cortometraje, finalizado el 2014, aún se encuentra recorriendo diversos festivales de cine alrededor del mundo. A fines de abril estuvo en el 58º festival de cine de San Francisco (USA) y, poco antes, en marzo, en otros certámenes de similar pedigrí en San Petersburgo y Montreal. Por su calidad, sutil fuerza y singular planteamiento, Cabezón fue convidado a la muestra en cuestión, en Tierra del fuego, pues refleja lo más representativo y sugerente del cine nacional del último lustro.

Cabezón es un retrato inquietante, ni ficción ni documental del todo, sino más bien, por sobre cualquier categoría, un ejercicio de idolatría plástico-sentimental a modo de díptico. Lo protagoniza un mastín ingles (Domingo) quien interpreta a un can errante (Cabezón) que aparece de improviso y sin mayor explicación en el taller de un pintor, Javier Marticorena, que aprovecha la aparición para retratarlo. El cineasta, a su vez, captura lúdicamente este conturbenio donde el pintor y su mascota fingen no conocerse, intuyen que en poco tiempo más uno ya no estará (físicamente).

Cabezón posee múltiples niveles de lectura: podría ser un padre, un abuelo, una presencia que usualmente tenemos ahí cerca pero ignoramos. Le queremos, y hasta cuidamos de aquel, pero hasta cierto también nos preocupa realmente solo cuando nos volvemos concientes del inminente final, de la separación, de que ya no será compañía, soporte o inspiración. No hay tanta distancia entre La última estación y Cabezón. Lo que a primera instancia puede ser un acotado registro sobre una mascota adquiere ribetes de insultada densidad si extrapolamos esta relación a un plano humano, donde los roles muchas veces se invierten: humanos que son tratados -o viven- como “animales”… Lo perturbador es que aceptemos que éste sustantivo deba ser un agravio, una condición infame.

El cortometraje permite este diálogo, esta elucubración y varias más. Cabezón tuvo la fortuna de tener un hogar, alguien que lo quiso o lo necesitó, y hasta un grupo de personas que le rindieron –rendimos– cierto culto, al punto que nos tiene ahora reflexionando sobre nuestra existencia, nuestro porvenir, nuestro inminente destino. Y es que en ultima instancia, Domingo dirige el corto, querámoslo o no. Su rictus cansino, terminal, da la pauta. Realizadores y espectadores orbitamos su semblante de estrella fugaz.

Jairo Boisier, desde Francia, nos ayuda a profundizar en este ejercicio cinematográfico; en ese animal que todos tenemos cerca y/o dentro.

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1. INQUIETUD

Tú habías incursionado bastante en la ficción, aunque sin dejar de lado cierto cariz documental, ¿cómo es que llegas a este proyecto tan particular?

Soy amigo de Javier, el pintor y también lo fui de Domingo, el perro. Siempre tuve el deseo de un registro a Domingo, en tanto modelo histórico de Javier como el ser noble que era. Como Domingo ya tenía casi 14 años, y no somos inmortales, le propuse a Javier que le hiciéramos un homenaje audiovisual sin mucha claridad del camino que íbamos a tomar.

2. GUION

¿Hubo algún trabajo escritural, llámese escaleta o guión que se hayan planteado con Javier, o cómo se plantearon el trabajo en terreno.

No hubo guión, tampoco escaleta. Sí una suerte de mapa de ruta que fue crucial para organizar el rodaje y estructurar el relato: la confección de la pintura, desde los aspectos materiales más básicos del inicio hasta la finalización de la obra misma. Pero todo lo que ocurrió entremedio fue una incógnita. Así fue concebido.

3. DIRIGIR

Existe la idea cliché de que niños y animales son los más difíciles de dirigir: ¿cómo se te dio esto al realizar Cabezón?, ¿utilizaste alguna técnica, alguna complicidad pauteada con Javier o cómo resolviste el asunto de la dirección de “actores” en este caso?

Hubo complicidad con Javier, por supuesto, como amo del perro y pintor. Toda situación que involucraba a Domingo la íbamos analizando en conjunto y en función de la necesidad dramática del momento. No hubo grandes dificultades. Cabezón era un perro dócil y los únicos aprietos que tuvimos, que fueron realmente pocos y debido a su edad,  se debieron a su bella morosidad.  El resto se fue dando solo, jugando a la ficción aunque ni tanto y sacándole provecho a que cada uno de los personajes era, a su modo, un observador siendo observado. Y por partida doble.

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4. SUBTEXTO

Viendo varias veces Cabezón de repente se me apareció la idea de la vejez. Curiosamente a la exhibición fueron muchos ancianos y, tal vez inconscientemente, hubo ahí una conexión especial que percibí. Cabezón podría ser un padre que llega después de mucho tiempo a reencontrase con un hijo.

Cabezón, entre otras cosas, habla de la vejez y la muerte. El perro murió durmiendo 3 meses después del rodaje. Hay una analogía con la realidad que comprendemos bien quienes tuvimos la suerte de conocer a Domingo. Comparto que la salida del perro del taller representa la muerte y el retrato de algún modo tiene que ver con lo que permanece. Y la sensación de paternidad que se transmite es porque Javier en la realidad era su amo y lo fue por 14 años. Mi rol se limitó acá a observar una relación que ya llevaba años.

5. REACCION

Cabezón ha tenido muy buen acogida en muchos festivales extranjeros y nacionales, seria clave que pudieras comentar qué es lo que tú has captado de la audiencia, es decir, de qué manera la gente se siente conectada con Cabezón; qué te han comentado directamente; sus percepciones y lecturas.

Hay muchas maneras que el espectador me ha manifestado entrar. Por un lado, el humor: entra el perro, observa al pintor y la gente ya se está riendo. Alguien me mencionó algunos aspectos chaplinescos en las situaciones que se plantean y en el desplazamiento de los personajes en escena. Pero por otro lado, está la pintura misma, y ahí me parece que hay un aspecto casi pedagógico: se muestran todas las etapas de la construcción de un cuadro. Ahora bien, los comentarios más abundantes que he recibido se relacionan con la evocación de emociones en la relación que se construye entre dos seres de distinta naturaleza. John Berger [Londrés, 1926] nos hizo un escrito maravilloso* después de ver la película que remarcaba el tratamiento del silencio de la película en la relación pintor-modelo y que ahí justamente residía el secreto que todo pintor guarda con su objeto representado.

(*N:. del E: Fragmentos traducidos del texto en cuestión hecho por el crítico inglés:)

“[En Cabezón] Se revela la relación entre un pintor y lo que él siente que debe pintar. El pintor y su tema. Y lo hace respetando una de las características mas importante de la pintura: su silencio. Nos deja entrar en el secreto lo que sucede en un estudio y en la imaginación de un pintor y su corazón. Sin palabras. Míralo!”

Fuente: https://nadaenexcesonadaquefalte.wordpress.com/2014/08/27/lettre-de-john-berger-sur-grosse-tete-big-head/

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6. ALTERNATIVAS

Esta pregunta no tiene mucho que ver con el corto en sí pero me gustaría tener tu opinión respecto las múltiples plataformas y alternativas de entretenimiento que han surgido las últimas décadas pero que cada vez más le “quitan” espacio al cine. Me refiero a los proyectos multimediales e incluso a los videojuegos, que desde ya varios años parecen películas, no solo por su factura sino por su intrincada puesta en escena, trabajo de arte, guión, etc. ¿Te interesa este terreno, cómo ves la evolución del cine en relación a este nuevo escenario?

Los videojuegos o proyectos multimediales me interesan como observador más que nada. Hay video juegos que me alucinan por su visualidad y narrativa. Mi resistencia tiene que ver con el mal uso, exceso o acaparamiento que atenta contra una visión más contemplativa de las cosas. Ahí la experiencia de la sala oscura es irrepetible, aunque cada vez más escasa. El cine, como siempre lo ha sido en ciento y tanto años, se defiende como puede, se adapta y transmuta entre el cine de masas y el cine de pequeñas elites artísticas, entre las salas de proyección y los nuevos dispositivos electrónicos.

7. JAVIER

Javier Marticorena, co-guionista y co-protagonista del corto, envió un video-saludo para ser exhibido previo al documental. Extraemos de aquella misiva visual algunas palabras sobre su experiencia.

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“(…) Esto que hicimos, este documental, este registro tan breve y tan único, es un pedazito de vida; de la vida propia y que puede ser la vida de cualquier persona. Creo que en ese punto radica la gracia de Cabezón. Y es que instala delante nuestro la posibilidad de relacionarse con cualquier cosa. Recrea los ritos personales que tenemos todos para poder hacer lo que somos o tratar de ser lo que somos, ya sea con otras personas o las relaciones con un animal, en este caso. O incluso las relaciones que establecemos con nosotros mismos en nuestro actuar, en nuestra forma de labrar cada día. En esa simpleza creo que está el juego y para nosotros ha sido un juego divertidísimo. Lo hemos disfrutado mucho (…)”.