Elvira Díaz: “Yo no hablo de parte del pasado, hablo del presente de las familias que sufren hoy”
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El patio (2016)
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Elvira Díaz nació y creció en Francia. Su familia es chilena y salió exiliada del país durante la dictadura. Algunos, como su padre, nunca han regresado. Por un decreto de Pinochet, dice que no tiene la nacionalidad chilena y que ese ha sido uno de los motivos por el que sus películas, pese a tratar temas relacionados con la memoria histórica de Chile, no se han difundido mucho aquí. El Patio es la excepción, ya que gracias a que la productora Las películas del pez, de Claudia Barril, se sumó al proyecto pudo estrenarse este año en el marco del programa Miradoc. “Estoy agradecida. Nunca pensé que mi película iba a tener tanta difusión y publicidad”, dice.

Seis años demoró el proyecto desde la idea inicial al estreno, con viajes recurrentes a Chile para conocer a las personas que protagonizarían su película: tres sepultureros del Cementerio General. En uno de los viajes de rodaje cuenta que recibió una noticia que la puso muy contenta: “Un amigo mío, el personaje principal de la película de Víctor Jara, me trajo un DVD pirateado de la película que se había comprado en la Fiesta de los Abrazos. Pensé en ponerlo en un cuadro en el living, ya que para mí significaba por fin mi trabajo se estaba viendo y de manera popular. Sin embargo, la copia que comercializaba era de muy mala calidad, así que le regalé una copia de buena calidad al tipo. Se descolocó y me pidió disculpas por haber pirateado mi película, pero yo quería por último vendiera algo de calidad. Le regalé también las otras dos películas”, cuenta entre risas.

Elvira, tu cine gira entorno a la memoria reciente chilena. ¿A qué se debe ello?

Claro. Mi primera película Y volveré cuenta la vuelta a Chile de mi tío luego de 30 años de exilio. Fue fichado de terrorista en dictadura, se fue al exilio y por azar se encontró con mi papá en la embajada. Él ahora es ciego porque tuvo un accidente con explosión dinamita cuando quería pelear para resistir al golpe. La película registra esa primera vuelta.

La siguiente trata del entierro de Víctor Jara y ahora El Patio que se centra en los sepultureros del Cementerio General y del Patio 29.

¿Concibes el cine con este vínculo social e histórico?

Claro. En Francia, donde yo vivo, estamos acostumbrados a rescatar pedazos de memoria, constantemente en el cotidiano, los periodistas, investigadores, artistas, cualquier persona trabaja con la memoria histórica. Veo que en Chile eso es difícil y que el Estado y la justicia con su actuar no ayudan a que se pueda discutir del tema. Pienso que cada pedacito de memoria que se puede rescatar es parte del presente, no se trata de abordar la memoria para ponerla en un museo y olvidarse, es parte de la vida, es parte de una maleta que tienen todos los chilenos independiente del lado político que sean. Por eso veo mi trabajo más necesario acá en Chile que en Francia, porque allá se habla de todo esto.

¿Por qué ha costado que tu trabajo se vea en Chile?

Porque soy francesa y las tres productoras con las que hecho mis películas son francesas. No tengo ningún vínculo con la gente de acá, mi familia ya no está en Chile y los amigos que tengo son la gente a la que he conocido a través de mis películas, entonces me ha costado entrar en el mundo del cine chileno. Gracias a Claudia Barril y su productora Las películas del pez, que se sumó al proyecto de El Patio en la etapa final es que pude estrenar con Miradoc. Me siento feliz y agradecida porque por fin se da a conocer lo que hago.

¿Tus películas anteriores se estrenaron en Chile en el marco de festivales?

Se estrenaron, pero poco, en el Museo de la Memoria y en la Biblioteca de Recoleta.

¿Es cierto que El Patio empezó a fraguarse cuando estabas filmando la película anterior, sobre Víctor Jara?

Sí, es que para hacer entender a las personas que no son chilenas que Víctor Jara no fue un desaparecido más, había que hacer entender que habían desaparecido muchas personas. Entonces la idea era contar lo que había pasado al frente, porque el Patio 29 está al frente de su nicho.

Yo pensaba que en dictadura los militares enterraban a los muertos, pero no, entonces empecé a buscar a alguien que hubiese trabajado en esa época y encontré a Lelo.

No fue fácil al principio, ya que estaba reticente porque había tenido malas experiencias con algunos periodistas. Logré tener una entrevista con él y me gustó tanto su manera de narrar, que era muy sensible, que le propuse hacer la segunda película. Al principio fue difícil, pero luego aceptó.

¿Cómo llegaste a los otros sepultureros?

Cuando Lelo, el personaje principal, me dijo sí, los demás también aceptaron. Con todos hablé previamente y les mostré mis películas, así tuvieron la posibilidad de descubrir la historia de mi familia, así les mostraba una parte de quien soy. Además, como mi papá era albañil de San Joaquín, de una familia pobre, no se sentían observados por una francesa cuica. Se dieron cuenta que era bien serio mi trabajo y me dieron la confianza.

En la película se produce un encuentro generacional de los sepultureros, con una conversación muy fluida y espontánea en la que el más joven les manifiesta sus dudas respecto a lo vivido en dictadura. ¿Cómo trabajaron esa intimidad y espontaneidad entre ellos que no tenían experiencia audiovisual previa?

Sergio era el más joven, un día se acercó y se puso a hablar con nosotros, a contarnos muchas cosas, entre ellas varias relacionadas con su oficio de sepulturero. Nos llevamos muy bien y un día me estaba preguntando muchas cosas sobre el 73 y yo le propuse que hablara con sus compañeros porque ellos saben más del tema que yo.  Los tres aceptaron tener esa conversación ya que incluso que acomodaba más que ser entrevistados de una manera más tradicional.

Cuando filmo planifico muy bien todo, les digo lo que es importante decir o hacer entender en cada secuencia. Ellos sabían, como entendían el objetivo de la película, fluyó tan bien que incluso se ríen de mí en un par de escenas de la película.

En el documental aparece Patricio Bustos, director del Servicio Médico Legal (SML) y quien tuvo un rol importante en la búsqueda de los desaparecidos de dictadura. ¿Cómo conseguiste acercarte a él y también al SML que es un lugar bastante hermético?

En mi película anterior, el personaje principal reconoció el cuerpo de Víctor Jara en la morgue en el medio de cientos de cadáveres. Él quería volver a las salas heladas del SML y yo quería filmarlo. Por esa razón me contacté con el área de comunicaciones del SML, pero me habían dicho que era imposible entrar. Esperé a que Patricio Bustos volviera de vacaciones, nos tomamos un café y le conté la ideal documental, le regalé el DVD de Y volveré y me autorizó a entrar y filmar. Luego, cuando volví con El Patio fue fácil volver a acceder a él.

La idea de filmar una devolución de cuerpo era algo que había imaginado en el guión, pero que era difícil de realizar porque ni siquiera en el SML tiene certeza de cuándo eso sucede, ya que dependen de la notificación del Ministerio de Justica. Tres días antes del final del rodaje me llamaron para decirme que iban a devolver un cuerpo, que la familia estaba de acuerdo en filmarlo y que lo iban a sepultar en el memorial. Fue muy fuerte, hay un antes y un después para mí luego de eso.

Los tres sepultureros muestras mucha empatía por el dolor de las familias de los desaparecidos. Incluso uno de ellos reconoce haber guardado los carnets de varios de quienes fueron enterrados sin identificación…

A veces la gente dice que fueron marionetas, que no hicieron nada ni se atrevieron a denunciar y eso no es cierto. En el caso de Van Hoen y Munita, Lelo devolvió el cuerpo a la mamá de este último. Arriesgó su vida y lograron encontrar el cuerpo y enterrarlo con identificación en el Cementerio Católico. Para el documental coordiné el reencuentro de ambos, de la madre de Munita y Lelo, y fue muy fuerte. Fueron juntos a visitar la tumba. Fue una secuencia que no pude incluir en la película.

La película se estrena en el contexto en que han indultado a 7 criminales de derechos humanos. ¿Qué te parece esa coincidencia?
Veo la reacción de la gente de la derecha en las redes sociales, que no vienen a ver la película pero opinan igual. Todos dicen que hay que olvidar y yo creo que lo que sucede es prueba de que el tema de los Derechos Humanos es parte del presente y del futuro.Yo no hablo de una parte del pasado, hablo del presente de las familias que sufren hoy. No son delitos comunes, por lo que no entiendo cómo pueden esos asesinos estar paseando tranquilos por la calle.

¿Ya estás preparando otro proyecto?
Sí, ya empecé otro proyecto. Esta vez voy a dejar un poco de lado la gente de la edad de mi papá y voy a abordar lo que vivieron quienes eran niños en la época y crecieron en clandestinidad. Tengo una productora y estoy escribiendo. Ya filmé un poco, ya tengo algo de material. Me gustaría mucho estrenarla acá y que Chile se involucre un poco en mi trabajo.