Álvaro de La Barra: “Me interesa que las personas vean en su propia realidad cómo les afectó la dictadura”
Películas relacionadas (1)
Personas relacionadas (1)

Venían a buscarme, el más reciente estreno chileno, es una invitación a apreciar la búsqueda del documentalista Álvaro de la Barra para conocer la historia de sus padres, jóvenes del MIR que fueron acribillados durante la dictadura chilena en la esquina de su jardín infantil cuando sólo tenía un sólo un año. En medio de las actividades del estreno de la película en todo el país, el director anuncia además la recuperación y estreno de la cinta Queridos compañeros, de su tío Pablo de la Barra, y un documental sobre su abuelo, Pedro de La Barra, fundador del Teatro Experimental de la Universidad de Chile.

 

Álvaro, en la película señalas que desde niño conocías la historia de tus padres, pero que el tema era tabú al interior de tu familia. De hecho, tenías una sola foto de ellos. Pensando en que el documental recoge importantes testimonios de tu familia, ¿cómo fue el proceso de realización de Venían a buscarme?

– Por suerte no hubo reticencia ni de la familia ni de sus amigos, siempre recibí mucha apertura con el tema pero de igual modo era tabú. Ese tabú se rompe cuando conozco Chile, en los noventa, el día que traemos los restos de mi abuelo Pedro de La Barra, el fundador del Teatro Experimental de la Universidad de Chile.

¿Por qué?

– Porque cuando me bajó del avión me encuentro con gente empieza a hablar del tema, a contar la historia de mis padres y a mí me da susto porque estaba acostumbrado  que ese era un tema del que no se hablaba.

Imagino que esa es una motivación para hacer la película…

– A los 17 se me rompe el tabú y luego comencé a viajar sucesivamente  a Chile y me pasaba que me daban información en relación a mis padres y por alguna razón no la retenía, entonces llegaba a mi lugar de destino, ya sea Venezuela o Francia, y no tenía la información concreta, no se solidificaba en mí. Al decidir hacer la película y al venirme a vivir a Chile esa información comienza a solidificarse.

Empecé a hacer un trabajo de historiador, porque es mi profesión, buscaba marcar los hitos e ir armando la historia con todos los testimonios de la familia y de gente que compartió con mis padres. La película se fue haciendo cuando yo empiezo a construir la imagen de mis padres.

¿Cómo fue ese proceso?

– No solamente entrevisté a amigos, familiares y a gente que los conoció en sus distintas etapas de vida, sino que también fue un trabajo de hemeroteca, de bibliografía, porque yo también quería conocer el Chile que ellos vivieron, acercarme a las motivaciones que por ejemplo tuvo mi padre al pensar en un movimiento de lucha armada cuando estaba en el colegio. Luego de ese proceso de investigación empecé a armarme una idea más clara de ellos, de sus motivaciones y por el lado familiar, de su carácter, de su personalidad. Todo aquello fue muy enriquecedor. Yo entiendo que la gente que ve la película piense que es un proceso de catarsis, pero es todo lo contrario, ha sido muy enriquecedor hacer esta película. Me ha enriquecido vivir en Chile, haber tenido la oportunidad de compartir con la gente que los conoció y por todo ese cúmulo de información generado en esos encuentros.

¿Cuánto te sirvió leer la prensa que apoyó la dictadura y que mintió por años?

– Me sirvió mucho. La prensa, mentirosa o no, te da información y puedes leerla y entender por qué lo hace. Por eso siento que es interesante que la película la vea todo el mundo, independiente de la  bandera política que te pongas porque si bien el contexto de la película es político, es ante todo una búsqueda personal que tiene muchas aristas que pueden ser comunes a mucha gente, principalmente porque es  un documental sobre nuestra historia reciente.

Una de las cosas que llama la atención es el contraste del contexto social que expone el documental, épico, social, ideológico, y  en el que se estrena la película, totalmente opuesto. ¿Cómo te relacionas con eso?

– En lo personal me toca de una manera distinta porque cuando uno crece en el exilio vive con esa añoranza de un Chile que dejó tu familia y crees que el país es eso. En los viajes que empecé a hacer me di cuenta que la situación acá no era como yo pensaba. Yo ahora tengo una visión más completa porque vivo acá. Es imposible que alguien que no haya vivido esos años pueda transmitir lo que pasaba en esa época.

Siendo una película tan personal y a la vez tan arraigada a un contexto político, al comenzar el proyecto  ¿cómo la pensabas al comienzo?

– Para mí era importante que la película no fuera panfletaria ni dirigida a un público de militancia. Yo quería dirigirme al público general, a los estudiantes, a las generaciones mías o posteriores a mí. Si bien sé que mi público natural es de 70 años y más y me encanta, mi intención y sueño cuando la hacía era que la viera todo el mundo, gente de derecha incluso.

En las exhibiciones previas que ha tenido la película, ¿ha sucedido eso?¿Ha llegado público de derecha?

– Sí. Lo que ha pasado en las funciones en festivales me da mucha satisfacción porque he tenido la suerte que varias personas se hayan acercado a conversar conmigo después de la proyección. Y sí, ha llegado gente de derecha a ver la película, ya sea por casualidad, porque se equivocaron, porque no leyeron la sinopsis, por lo que quieras. Lo más bonito es que les ha gustado y además les ha despertado emociones y reflexiones. Yo tengo dos testimonios que me llegaron muchísimo. Uno es el del médico de Pinochet.

¿Llegó el médico de Pinochet a ver la película?

– Sí. Llegó porque está casado con una persona que yo conozco. Él fue médico de Pinochet en la última etapa, a partir de Londres. Vio la película y me esperó al final de la función y me dijo que le había encantado  y que  ahora entendía muchas cosas que antes no. Incluso comentó que si hubiera visto antes el documental probablemente no habría aceptado el trabajo como médico de Pinochet. Y lo otro fue en el Festival de Quilpué. Una persona que venía de una familia dividida por el tema de la dictadura, con un abuelo militar y uno pescador desaparecido, y que había encontrado en la película la forma de abordar el tema que por supuesto también era tabú.

Me satisface mucho ese tipo de situaciones, ya que creo que todas las familias chilenas, de una u otra manera, tenemos algún vínculo o nos vimos afectados con lo que pasó en dictadura, ya sea directamente o no. No podemos negarlo porque fue una dictadura muy larga, con muchos muertos, que afectó a todo el mundo. Eso es lo que yo busco con la película, ir más allá de esa discusión absurda de si pasó o no pasó, porque me parece impresentable estar discutiendo eso hoy. Me interesa que las personas vean en su propia realidad cómo les afectó.

La película se estrenó primero en Argentina y le fue muy bien. Pensando en ello, ¿cómo proyectas el estreno en Chile?

– Yo acá tengo un poco de reticencia. Creo que hemos perdido la gente en las salas. Si bien  es un fenómeno mundial, es terrible porque estamos haciendo películas que es importante que las veamos como sociedad porque exhiben nuestra realidad. La misma Una mujer fantástica, que gana un Oscar y vuelve a las salas a ver si recupera un poco de público y aún así no lo consigue. Eso es un problema de Estado, el Estado tiene que comenzar a ver la cultura como una fuente de inversión y no de subsidio como lo hacen hoy. Cuando el Estado se de cuenta de que la inversión en cultura es inversión en imagen país y que eso hace que tengas  retribución también a nivel económico, las cosas cambiarán.

Luego del estreno de Venían a buscarme, ¿qué proyectos tienes?

– Estoy trabajando en recuperar la película Queridos compañeros, que es una película importante para el cine chileno, que fue truncada y que no se ha estrenado aquí. Pablo (de La Barra, el director) me cedió los derechos y estamos restaurándola. Aún no hemos decidido cómo lo haremos, pero lo que sí sabemos que vamos a tener una mejor copia que la que actualmente existe. Para sería ideal poder editar un DVD doble que contenga Venían a buscarme y Queridos compañeros, pero no sé si me den los plazos para este año. Además estoy comenzando a trabajar en un documental sobre mi abuelo, Pedro de la Barra. Desde que soy adolescente que tengo esa inquietud de conocer a mi abuelo director de teatro. Según dicen, él era muy duro y riguroso en la profesión y la imagen que yo tengo de él es de un abuelo paciente y cariñoso. Al ser yo el hijo de su hijo favorito muerto, tuve un privilegio que no tuvieron sus hijos.

¿En qué etapa está ese proyecto?

– Actualmente estoy descubriendo al dramaturgo, porque ya logré conseguir sus obras y tengo la sensación de que voy a terminar ensayando, no sé si montando, alguna de sus obras como parte del documental. Pero hasta ahora lo central es que se trata de una búsqueda del hombre de teatro desde el nieto que no conoció esa faceta sino sólo como su tata. Partiendo de esa premisa voy a hacer esa búsqueda con sus compañeros, con sus alumnos y con las nuevas generaciones de alumnos de la escuela que él fundó. Ahí voy mezclando lo que es la transmisión de la figura pública, de lo que él quería transmitir en el teatro, a través de sus alumnos, hacia mí.