Recordando «Los deseos concebidos» y al actor perdido del cine chileno
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Los Deseos Concebidos (1982) es para muchos espectadores la mejor película del cineasta chileno Cristián Sánchez Garfias. Así queda de manifiesto en los comentarios y críticas que hay sobre esta cinta, en diversas publicaciones que indagan en la filmografía del realizador nacido en 1951. De todos modos, creo que le sigue de cerca y muy de cerca El Zapato Chino (1979), cuya rareza y dispersión suelen alejar al público, pero al mismo tiempo le dan una fuerza inusitada, como uno de los filmes más puramente chilenos que se hayan hecho en el país. Para esta afirmación no es necesario citar a indagadores en la chilenidad, basta con un visionado atento. Y con oídos atentos también. Y es que ambas películas exponen, con acierto, un trabajo sonoro que lleva a evocaciones y confusiones del espectador, principalmente en cuanto a los diálogos. En campo y fuera de campo.

En estos tiempos en que la despenalización de la marihuana es tema de interés nacional, he recordado esta particular cinta, que lamentablemente sólo es conocida en círculos de estudiantes de cine y cinéfilos acérrimos. Los Deseos Concebidos es lo que se puede llamar una película de culto, que fue realizada bajo las complicaciones de un Chile en dictadura, y en el contexto del denominado «apagón cultural», por lo que todas sus elecciones temáticas y estéticas, aun cuando tengan un aura de extrañeza, le hicieron correr el riesgo de la censura en aquellos años.

Sobre el vínculo con la contingencia, debo decir que no es que la película trate sobre el consumo de marihuana ni nada por el estilo, es sólo que siempre me causó gracia el cómo se mostraba a su protagonista (Andrés Aliaga) y amigos, fumando hierba como si nada. A veces pienso en lo que tiene que haber generado en algunos sectores conservadores del país, en esa época, una película como ésta, llena de situaciones absurdas, mostradas con total naturalidad y realismo, lo cual destaca como otro de los atributos del cine de Sánchez.

Con influencias de Robert Bresson, Raúl Ruiz y Luis Buñuel, Sánchez logró exponer un Chile inédito para muchos espectadores (entre los que me incluyo), principalmente por una cuestión generacional y por la escasa difusión que siempre tuvo este material. La chilenidad de una película como Los Deseos Concebidos radica en gran medida en el uso del lenguaje hablado, que Sánchez trabaja de manera coloquial y desdramatizada, generando una conexión inmediata entre los personajes y el público. Por eso, insisto, es lamentable que una cinta de estas características, no haya sido mayormente divulgada. Por suerte ahora existe Youtube.

Sobre el estilo del habla en los filmes de Sánchez, destaca el uso que hace el director de la figura del «no actor», aquel sujeto no entrenado profesionalmente como actor, que deambula con su propio ritmo por ésta y otras películas. El gran descubrimiento de Sánchez en este sentido, fue Andrés Quintana, algo así como el actor perdido del cine chileno. Perdido por lo desconocido que resultaba y resulta para el gran público, y por lo perdido que parecía estar siempre en las tramas misteriosas en que su director lo incluía. No por ser un mal actor, muy al contrario, Quintana derrochaba talento como un improvisado actor multifacético, que en las películas de Sánchez tenía los más diversos oficios, y al que le pasaban las cosas más raras.

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 Andrés Quintana en el rodaje de El Zapato Chino. Foto de Leonora Vicuña

Así lo destacaba la revista Hoy, en su número 165, de septiembre de 1980, en una pequeña nota titulada “Maestro Quintana”: “Andrés Quintana ha sido calificado como uno de los grandes hallazgos del cine chileno. Desde que Cristián Sánchez lo hiciera interpretar a un garzón asesino en su película Vías Paralelas [1], los cineastas criollos reconocieron que su rostro, hierático, afilado, de ojos demenciales, encarnaba al “chileno medio”. El “maestro” Quintana fue durante largos años un notable proyectorista en la Cineteca Universitaria. Hoy trabaja en una agencia de publicidad

Andrés Quintana, fallecido en 1990, fue un grandísimo actor que trabajó en cinco películas de Sánchez. Pese a no tener la preparación profesional de algunos de sus compañeros de reparto, resolvía con gracia y carisma cada intervención en cuadro. En Los Deseos Concebidos tiene una hilarante escena junto a Gloria Münchmeyer. Ella le coquetea y él no se queda atrás, pero algo le molesta e impide que pueda concretar el flirteo.

Cada vez que mostré fragmentos de películas de Cristián Sánchez a mis estudiantes, nunca noté que se pasara por alto la performance de Quintana. Siempre llamaba la atención y provocaba algo. Una risa, una expresión de asombro, una consulta sobre su nombre al final de la clase.

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Cristián Sánchez tiene fama de cineasta maldito, un rótulo que se debe a su bajo perfil y a la precaria difusión que ha tenido su filmografía, que ojo, apunta 8 títulos entre 1975 y 2008. Egresado de la Escuela de Artes de la Comunicación de la Universidad Católica, en donde tuvo como profesores a nombres insignes como Rafael Sánchez, Raúl Ruiz y Nelson Villagra, el director de Los Deseos Concebidos es, sin duda, uno de los grandes realizadores de la historia del cine chileno. Y su trabajo ha dejado huella cineastas posteriores. En enero de 2013, en una conversación con Pablo Larraín (Tony Manero, No); él reconocía: “yo le he pedido textos, le he pedido líneas, para poder repetirlas en mis películas.”

Hace un tiempo, el investigador uruguayo Jorge Ruffinelli, lanzó un libro sobre sus películas, llamado «El Cine Nómada de Cristián Sánchez», texto de cabecera para cualquier estudiante o investigador de cine. En él, hay una larga conversación entre Ruffinelli y Sánchez, en donde se repasan con detalle todas sus películas.

Es importante mencionar que hay varios mitos cinéfilos en torno a la figura de Cristián Sánchez. Uno de ellos, es el que dice que Pinochet mandó a pedir una copia de Los Deseos Concebidos, para verla en su casa de Bucalemu, producto de las suspicacias que despertaba en la junta militar, que el personaje principal se llamase R. Se dice también que Sánchez tuvo un encuentro en Berlín con el cineasta estadounidense John Cassavetes y que mantuvo correspondencia con el gran Luis Buñuel.

Mientras sigue la espera por el estreno oficial  del último largometraje de Sánchez, Tiempos Malos (que se ha demorado bastante, considerando que data de 2008 [2]), una cita al párrafo final del texto «Aspectos Fundamentales de mi Cine», escrito por Cristián Sánchez y que aparece en el libro de Jorge Ruffinelli:

«Lo que me lleva a filmar es proponer ciertos asuntos vitales, tales como: el viaje sin retorno, la errancia sin propósito, los secretos sin explicación, la aparición súbita de lo sagrado como un destello de gracia o iluminación, la inmadurez como apertura a la vida, los devenires como relación con lo desconocido, la violencia del desafío, la turbulencia erótica que afirma la vida, la generosidad sin reciprocidad y el abandono esencial, que es la condición de toda autenticidad y soberanía. Pero sobre todo, yo hago cine para tratar de alcanzar, como dice Maurice Blanchot: ‘el corazón extraño de la lejanía como vida y corazón único de la cosa’. Y por algunas otras razones que no deseo revelar».

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El plano final de «Los Deseos Concebidos» nos instala en la esquina de Morandé con San Pablo, en Santiago Centro, a principios de los años ’80. Un poema visual.


 



*Víctor Hugo Ortega C.
Periodista, Escritor y Profesor en la Plataforma de Formación General de la Universidad de Chile y en la Escuela de Cine de la Universidad Mayor.


[1] Esta película fue codirigida por Cristián Sánchez y Sergio Navarro en 1975.

[2] La película inauguró el 5º Festival Internacional de Cine de Tarapacá, en julio de 2013. También se presentó en calidad de pre-estreno en el 4º Festival de la Cineteca Nacional del Centro Cultural La Moneda, en diciembre de 2013.