Petit Frère, de Collío y Robledo
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Petit-Frère (2018)

Intentar retratar la cotidianeidad de la comunidad haitiana en Chile, ese fue el objetivo de los documentalistas Roberto Collìo y Rodrigo Robledo para embarcarse en el proyecto que finalmente se denominó Petit-Frère. Collío y Robledo se hacen cargo de un tema contingente: la realidad de población haitiana residente en nuestro país. Deciden centrar la historia en Wilner Petit -Frère, quien además  de vivir en Chile desde hace un tiempo y trabajar en una bencinera del sector oriente de la ciudad, es parte de la Organización Sociocultural de los haitianos en Chile (Oschec) y autor de un boletín informativo  dirigido a los mismos.

Con un ritmo pausado y contemplativo la cámara retrata distintos momentos de la vida de Wilner y su esposa: la espera y nacimiento del primer hijo de ambos, las distintas etapas de la creación del boletín, la precariedad y tenacidad del proceso, sus reuniones en Oschec y su cotidianeidad laboral. Estos momentos se cruzan también con otros haitianos y sus historias. A ratos pareciera que la película transitará a esos otros relatos, buscando nutrir el carácter testimonial de la misma, lo que lamentablemente no ocurre. Vemos rostros, opiniones, atisbos de historias de las que no logramos conocer nada más, quedando reducidas a secuencias de imágenes ornamentales de la película.

La violencia que sufren los haitianos en Chile es tratada con extremo cuidado, ya que los directores no quisieron plasmar una mirada paternalista sobre ellos. Esa decisión se agradece, especialmente debido a lo delicado del tema. Pero como tampoco es posible intentar retratar la cotidianidad de la comunidad haitiana omitiendo la discriminación que sufren, el tema de aborda incorporando como sonido fuera de campo los audios de noticias televisivas sobre las violencias a las que se exponen a diario. Algunas secuencias resultan realmente conmovedores con ese recurso, sobre todo aquella en que la esposa de Wilner acaba de dar a luz y mientras hace dormir a su hijo escucha por televisión como un compatriota suyo fue asesinado en medio de una riña nimia. Una manera inteligente y delicada de ampliar el impacto de algunas secuencias que parecían meramente descriptivas.

Otro recurso que utiliza la película es la analogía con el hallazgo de agua en Marte. A propósito de la inclusión del tema en uno de los números del boletín, se realiza un paralelo el viaje de haitianos a Chile en busca de mejores oportunidades, propuesta interesante que amplía el registro de la película hacía un lugar más poético. Sin embargo, el vínculo es reiterativo, perdiendo su valor metafórico y evocativo.

Luego de ver Petit-Frère queda una sensación de falta. Esa mirada panorámica y contemplativa de la realidad de los haitianos en Chile a ratos esbozó la posibilidad de una profundidad mayor en su intimidad, en sus historias, en las redes de solidaridad y organización que han desarrollado, lo que sin duda habría nutrido muchísimo la película. De todos modos, la cinta es respetuosa y no expone innecesariamente a sus protagonistas, un gesto valioso ante lo tentador y fácil que pudo ser registrar lo duro que resulta intentar iniciar una vida en un país racista siendo negro.