Noticias, de Perut y Osnovikoff
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Cuando el año pasado Noticias fue presentada por sus autores en el Festival de Valdivia, “morboso” fue lo más suave que se oyó al final de una exhibición que también vio como mucha gente se fue de la sala. Ahora, extraordinariamente (o milagrosamente) en cartelera desde el 12 de agosto en el Centro Arte Alameda, el nuevo documental de la dupla PerutOsnovikoff de seguro repetirá esas sensaciones . Y no porque efectivamente la película apele al morbo, sino que su propuesta es tan libre de las ataduras formales y éticas más añeja del género documental, como también es descarada en lo que busca mostrar: un tiempo confundido y demacrado, personas fragmentadas, dolidas, muertas.

Dividida en distintos escenarios (paisajes nortinos, monos en el zoológico, cadáveres examinados por forenses, peregrinación a Lo Vásquez, sala de espera en un hospital y un pequeño noticiario televisivo) cada escena muestra fragmentos, órganos, pies, paisajes desenfocados, sin una voz en off ni una estructura clara del tiempo en que los hechos transcurren. Cuerpos cortados, rostros evitados y largos planos que desafían la estructura aparentemente abarcadora de cómo un noticiario captura un hecho, pero que finalmente es tan somero y veloz que todo se torna anecdótico.

Así, Noticias no sólo se rompe la enrevesada estructura de tratar un hecho “noticiosamente” al mostrar más allá de lo que la TV se permite mostrar (cadáveres descompuestos, gritos de dolor, cuerpos dañados), sino que los sitúa buscando que a partir de esos fragmentos colocados de manera bruta y chocantes para la mirada, se reinstalen acontecimientos que ya parecen ajenos o más bien, negados, como la muerte. En este sentido Noticias, es un documental netamente político y contemporáneo. Su estrategia retrata a una época (y sus noticiarios) desorientada, que niega con su rapidez, inmediatez y falseado afán abarcativo todo lo trascendente: la muerte de nuevo, también el dolor y el fervor; todos vitales para un humanismo pleno.

Pero con su estrategia visual, el documental no instala un discurso imperativo o evidente, sino más que nada, busca remover los del espectador. Y él tiene la libertad de pararse de la butaca al ver un cadáver en de varios días con las moscas metiéndose por su nariz o tras escuchar los gritos desesperados de un paciente en un pasillo de una hospital público, o bien quedarse y enfrentar algo que está a la mano pero que nadie le hace frente. Esto lejos está de un efectismo, porque dado su afán contemplativo y pausado, el film no está en el plano de lo espectacular, sino de lo trágicamente artístico. Ni tampoco quiebra una ética o humilla a quien registra, pues la cámara no interfiere sus acciones, sino que las acompaña cuidadosamente y además está situada claramente desnuda ante ellos, nunca se escabulle.

Si bien puede jugar en contra cierto exceso en su metraje y elementos que no se sostienen del todo al final (ciertas escenas con monos y aquellos paisajes nortinos que nunca cuajan), la película con todo esto es sin duda una de las experiencias más impactantes en cuanto al reciente cine documental local y una de las películas que más férreamente cargan y se enfrentan al Chile o al mundo de hoy, ese que está detrás del brillo estadístico y publicitario. Hacer frente a eso siempre será duro, pero cualquier reacción y reflexión (mala, buena, explosiva, calma) siempre será valedera en una sociedad tan inmovilizada como la actual.

Noticias se inserta así en el cine de los extremos, bordeando el exceso, casi coqueteando provocativamente con él. Instala el shock como estrategia y está consciente con su montaje, su ironía en ciertos instantes (sobretodo en el seguimiento de un periodista y su camarógrafo) y sus cerrados encuadres, de que no es portador de una realidad, sino de una visión de mundo. Esto último, un debate algo bastante claro y resuelto, hace un buen rato, en el cine documental moderno.

Que en Chile aquello todavía no esté claro se vio con otro documental de esta dupla, Un hombre aparte. Factores éticos y morales se vieron implicados en críticas que han instalado duros prejuicios hacia sus posteriores cintas. Esto demuestra que la tradición del documental como develador de «realidades» irrefutables, ese objetivante, todavía es el «deber ser» para muchos realizadores y espectadores chilenos. Aunque esto se esté ablandando gracias a la gran proliferación de documentales en primera persona que han dado un necesario frescor al género.

Valorable es entonces que Perut y Osnovikoff no hayan mermado sus intenciones y libertades creativas, ni menos escatimado en depurar su propuesta cada vez más brillosa en lo cinematográfico (es decir, hablar con imágenes) y en cuanto a jugar al límite de lo tolerable en una búsqueda –casi paradójica- de esencias humanas, sean éstas patéticas o esperanzadoras. Un lenguaje que los sitúa sin duda como punta de lanza en cuanto al documental chileno de esta última década. Y en cuanto a la metáfora de la punta de lanza hay que pensar en que no sólo van por delante, sino que rompen esquemas, duelen y, claro, van bastante solos.