Hoy y no mañana, de Josefina Morandé
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* Crítico y creador de Abreaccion.com, sitio de crítica de cine nacional e internacional.


Los movimientos sociales, como todo colectivo con intereses y valores ideológicos, suele operar, por lo general, movilizándose desde la intervención directa. Con el objetivo de develar y exponer las tensiones que surgen en los contextos histórico-políticos que les dan origen. En otras palabras, dichos colectivos lo que hacen es problematizar las grandes encrucijadas de su época.

Por lo mismo, no son movimientos inmunes a las causalidades históricas y mucho menos al devenir que activa el paso del tiempo. Desde esta perspectiva, en Hoy y no mañana nunca deja de ser importante la dimensión temporal que da sentido al comportamiento de un colectivo cuya acción se inscribe, precisamente, en una coordenada temporal que quizá reivindica su vigencia o pone en perspectiva su valor cuarenta y tantos años después.

En este sentido, el documental de Josefina Morandé se interesa en indagar en el activismo de la agrupación Mujeres Por La Vida, conglomerado invisibilizado, pero políticamente prolífico en la resistencia a la dictadura. Concretamente, la directora realiza un rescate reivindicatorio desde la vivencia testimonial que pueden ofrecer sus participantes más insignes: la psiquiatra Fanny Pollarolo, la educadora Estela Ortiz, la fotógrafa María Eugenia Lorenzini, entre otras. Muchas de ellas, cabe señalar, protagonistas de una tarea que se constituyó desde muchos frentes y se articuló desde variadas propuestas interventivas: desde la acción directa a la intervención artística como táctica de oposición.

Por lo tanto, el relato que Hoy y no mañana reconstruye tiene que ver con el rescate de la agrupación, con la descripción de sus propuestas más emblemáticas, y con cierto afán contextualizador del colectivo dentro de la oposición al régimen. Porque en general Mujeres Por La Vida y las agrupaciones que orbitaron en relación a ella han sido olvidadas o bien borradas de cierta memoria histórica que quizá piensa en el suceso del plebiscito como única estrategia de reconstrucción democrática, pasando por alto aquello que lo hizo posible.

Sin embargo, el énfasis que también interesa a Hoy y no mañana es constituir el aporte –quizá central– del grupo, en un contexto esquivo al reconocimiento de las estructuras que sostienen la inequidad de género. Aunque también reticente a pensar a las mujeres como sujetos políticos per se. Desde este lugar, Mujeres Por La Vida se conforma como un grupo compuesto por cierta elite cultural pero interesado en la conexión con sus bases, al mismo tiempo que un referente en torno al modo de transformar la censura o la represión en oportunidad para extender las posibilidades de la movilización social y la acción política.

Todo este proceso se apuntala con una puesta en escena tradicional, articulada en base a entrevistas, documentos y material audiovisual del periodo en cuestión. Además de la representación ocasional de las intervenciones realizadas, armadas con animaciones o con la presentación de los lugares actuales en donde dicha acción tuvo lugar. Hay, en ese sentido, cierta confianza de la directora en el relato oral como vehículo de evocación, pero también como artefacto narrativo: ya que el metraje descansa preferentemente en las entrevistas y en lo que estas tienen de posibilidad reconstructiva. Como si la voz de las protagonistas fuese el único registro disponible o acaso el más importante.

Ahí quizá ese recurso –confiar en el material que producen las entrevistas– tiende a volverse repetitivo sin ser necesariamente tedioso. Y eso quizá tenga que ver con el interés que se intuye en Morandé: en la posibilidad de valerse del documental para reivindicar no sólo el aporte o potencial disidente de las mujeres en un contexto de crisis, sino que también en torno a relevar el valor que adquiere, la generación anterior de mujeres, en los acontecimientos recientes sobre las disputas recientes, de la generación actual, por la reducción de las brechas de género. Una dimensión necesaria de reconocer que la directora cristaliza en un esfuerzo documental que tributa, rememora e interpela.