“El Huaso”: Una mirada sobre las sombras
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El Huaso (2012)

El documental autobiográfico ha estado especialmente presente en la producción nacional de los últimos años. Hay algo bien irresistible en el ejercicio de acercarse a la intimidad de otro, a ser testigo de sus dolores y escuchar sus reflexiones al respecto. Hay también un efecto de honestidad que resulta muy atractivo para el espectador, porque aunque uno pudiese no estar de acuerdo con las decisiones que toman los protagonistas o los discursos que se argumentan al respecto, aquello que vemos es “la verdad” de la persona que nos cuenta la historia, esa experiencia es real para ella y por lo tanto incuestionable en términos de verdad personal.

El lugar en que este tipo de películas pone al espectador es, por tanto, un lugar incomodo e incluso, en algunos casos, desafiante. Porque ante la intimidad expuesta de otro es difícil no cuestionarse también, empatizar y preguntarse “¿Qué habría hecho yo acá? ¿Qué es lo que realmente creo respecto a esta situación?”.

La película El Huaso se mueve en ese espacio. Es el seguimiento por un año a Gustavo, un hombre de 58 años que sospecha que sufre de Alzheimer y decide ir preparando a su familia y a él mismo para suicidarse antes de que el deterioro producto de la enfermedad le impida llevar una vida que él pueda considerar digna.

Gustavo vio a su madre morir producto del Alzheimer, situación que le marca profundamente, tanto como el que su propio padre haya decidido suicidarse muchos años atrás. Son sus reflexiones en off sobre estas experiencias y su perspectiva ante un futuro doloroso lo que va armando el discurso que acompaña la película. Vemos a Gustavo en Toronto, donde –junto a su familia- está instalado desde hace décadas, somos testigo de las discusiones familiares en torno a las decisiones de Gustavo y de su regreso a Chile para volver a hacer vida de campo y participar en rodeos.

El hecho de que la película esté realizada por el hijo de Gustavo, le suma dulzura y también dramatismo a una historia conmovedora. Porque independiente de que uno, como espectador, pueda compartir o no las decisiones del protagonista, el desarrollo de este relato nos permite mirarlo desde una cercanía privilegiada y dolorosa.

El Huaso es una película valiente, no sólo por lo expuesto del realizador, de su padre protagonista y del resto de la familia, sino también porque se mete en un tema del que, en general, preferimos no hablar: la soledad, la depresión y la muerte, siempre brutales e incomprensibles, pero especialmente devastadoras en el caso de aquellos que, desde afuera, no tienen razones para ser infelices.