Claudio Sapiaín, por Miguel Littin
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Claudio.

Temprano, fue muy temprano tu partida amigo, hermano, mi Claudio Sapiaín, forjador de utopías. ¿Cuántas de ellas se quedaron enredadas en vida tan dura, de exilios persecuciones, dolores atravesados por una historia esquiva?

Éramos pocos, muy pocos, los que echamos a andar esta aventura de Cine Chileno en los sesenta. Tú eras el más Joven, los ojos abiertos devorando inmensidades. Una cámara en la mano y una idea en la cabeza, y el corazón, agregaste, el corazón arrebatado de pasiones ligado fuertemente al destino de un pueblo.

De esta tierra temblando como adolescente tocada por espadas de esa tremenda fuerza, que es la historia, tocada por el extraño espanto del olvido. Santa María de Iquique, El hombre que imaginaba, Eran unos que venían de Chile.

Tus filmes, cineasta Sapiaín, son fotogramas de fuego grabadas en la memoria humana, no se olvidan y dejan la señal para continuar el camino. Espéranos, allí en la patria de todos los cineasta, enarbolando la cámara, erguida la cabeza, no se toparan en tus nubes los pájaros oscuros que hoy sobre vuelan, buscando en los escombros se estrellarán contra tu pecho noble, se estrellarán contra tu frente joven.

Temprano, Claudio. Muy temprano tu partida.

Te acuerdas que nos vimos en la Habana en Moscú de los exilios en Finlandia y nuevamente en el Santiago de todas las desdichas? imaginando, hablando siempre la próxima secuencia?. Existe, estoy seguro, un lugar, para depositar, todos nuestros sueños las películas no hechas, las secuencias perdidas, los fotogramas rotos, allí se proyectarán todos los filmes en una sola pantalla. Allí debes esperarnos y abrir las ventanas y las puertas.

Claudio Sapiaín, cineasta de Chile, eternamente joven.