Las bicicletas del escándalo
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Jóvenes chilenos enarbolan flores como arietes. “New love” o “Revolución de las flores” es un film ingenuo-explosivo-temerario hecho por y para adolescentes pero aprobado sólo para mayores de 21.

El símbolo de las bicicletas no contiene en realidad el escándalo que en torno a ellas se exhibe en la película. Las protestas pueden venir por otro lado. Quienes ven la película chilena “New love” o “La Revolución de las flores” quedan divididos como por un cuchillo. A un lado los que aplauden, al otro, los que se indignan por el ambiente que consideran falso. Algunas afirmaciones del escaso diálogo del film provocan protestas por irreverentes, sobre todo en las proximidades del 18 de septiembre. También se agitarán las aguas por la filosofía” de otros parlamentos.

-Todo el mundo, las calles, los mejores hoteles, aviones, autos y barcos están diseñados sólo para que los usen los viejos. Este es un mundo para los viejos. Acá no tenemos nada que hacer. Por todo eso es que los jóvenes deberíamos ser libres como los pájaros y en vez de alas tener barcos para cruzar en ellos el mundo. Barcos blandos que fueran llenos de niños a buscar otros niños a todas partes sólo para el amor ahora y no cuando lleguen a viejos.

“Los niños” a que se refiere este trozo del escaso parlamento de la película “New love”, también llamada “Revolución de las flores”, no lo son tanto. Tienen entre 15 y 20 años, pero representan 18. Sus amores no resultan infantiles. La pareja protagónica – que ni siquiera se individualiza con nombres de pila ni apellidos – llega a la meta de un verano viñamarino esperando un hijo. “En esa forma – explica el director Alvaro Covacevich (también guionista y compositor musical del film – el par de muchachos cumple por lo menos el ideal de que en este mundo pertenezca también a los jóvenes el amor. Un amor con florecitas, con hormigas que tienen derecho a los sentimientos como los humanos, con bicicletas blancas que pertenecen a todos y a nadie; con música de tambores al estilo tribal, y con bailes tribales que se danzan indiferentemente en la playa, en la boite o en la Iglesia”.

En otro pasaje, un pascuense adscrito a los aspirantes a hippies que tienen el papel protagónico, responde a los muchachos que lo interrogan sobre las muchas medallas que lleva:

-Los uso porque no creo en Dios, y espero que alguno de estos amuletos me ayude.

Le preguntan enseguida si cree en Jesucristo:

-Me habría gustado más que hubiese sido mujer, o ni hombre ni mujer. Sería una forma más perfecta y más cercana a Dios.

Alvaro Covacevich sostiene que este miniparlamento como otros igualmente lacónicos y explosivos; no los sacó de su imaginación sino de las reflexiones que escuchó en su último viaje por Europa y entre sus alumnos de la Escuela de Artes Aplicadas de la Universidad de Chile donde, con su calidad de arquitecto, hace clases de paisajismo.

El Consejo de Censura Cinematográfica aprobó la “Revolución de las flores” como apta sólo para mayores de 21 años. Al respecto, comenta Covacevich:

-Los jóvenes nos dan lecciones de pureza que los viejos (35 años, con un hijo llamado Alexis) nos empeñamos en tomar como inmoralidades. Es verdad que en mi película dos muchachas muestran el busto durante una fiesta, pero para ensayar el juego de tatuarlos con flores. Es verdad que la pareja central comienza un día a amarse más allá del son platónico, pero sucede como se suceden los días y las noches, las olas del mar, los peces hijos de los peces padres, y los caracoles y las mariposas. Ni siquiera se distingue mucho cuál es el hombre y cuál es la mujer cuando ellos dos se encuentran. Porque uno gusta del otro como ser humano primero, no como gusta el hombre de la mujer y viceversa.

La divergencia con la Censura no debió constituir sorpresa para Covacevich. En la misma película hace decir a un personaje:

-…El film lo censuraron… porque salía una mujer rubia como tú que mostraba los senos y porque todas las censuras son racistas. Si hacemos una película de la selva, tú no puedes mostrarte desnuda con tus senos de frente, porque la censura lo prohíbe, pero su tú sales desnuda entera y bailando el tam-tam, entonces el film es educativo.

Un integrante de la Comisión de Censura reconoció a Covacevich que si la película hubiese sido extranjera la habrían prohibido: pasó como gesto de solidaridad con un producto chileno.

ASESOR EN LA PICOTA

“La revolución de las flores” hace una enfática defensa de las drogas, presentando al integrante de sociedades científicas Rolando Toro, cuyo nombre y títulos no se proporciona. Las actividades de este profesional han sido muy discutidas en los círculos médicos. Tal vez a guisa de paliativo por su encendida recomendación del uso de LSD bajo control médico, Rolando Toro expresa:

-…los alucinógenos no pueden ser libre o indiscriminadamente administrados. Son una bendición, pero bien usados. Ingerirlos frívolamente, en reuniones estudiantiles o en fiestas, no ayuda, sino que más bien resulta destructivo. Un mundo que usara libremente LSD sería un mundo desastroso…

“La revolución de las flores” no muestra juventud drogada. Es sólo – dice Alvaro Covacevich – una juventud desorientada que repite en su película lo que los jóvenes dicen ahora, en cualquier punto del mapa. Los hippies “made in Chile” tienen, por un ejemplo, un Jesucristo (Sergio Trabuco, 24 años, cineasta recibido en España) en el grupo, que irrita profundamente a un policía que grita:

-¿Y ese imbécil por qué anda vestido de Jesucristo?

El imbécil responde imperturbable:

-Porque amo a Jesucristo.

-¿Acaso no eres uno de esos “hippies”?

-Jesucristo fue el primer “hippie”.

-¿Y qué es ser hippie?

-No sé. Pero sé que usted no es hippie.

La escena no puede calificarse de relista, pese a la ironía. Todo el film se mueve como entre dos aguas, entre lo concreto y lo abstracto. El fallo del público dirá si la mezcla es aceptable.

REALIZACIÓN DE LA IDE

Alvaro Covacevich tenía 150 millones (producto de su anterior film “Morir un poco”), pero no alcanzaban para el rodaje de “New love”. Lo salvó el Bank of America, de reciente instalación chilena, uno de cuyos rubros parece consultar el crédito para películas (su casa matriz está en los Ángeles, EE.UU.). El gerente leyó el proyecto, dio 150 mil dólares y Covacevich se trasladó a Viña. Sólo el arriendo de la casa de 3 Norte al llegar a Avenida Libertad, un palacete de 25 habitaciones que pertenece a la familia Adriazola, le costó 18 millones por el mes de febrero. Allí alojaron, comieron, ensayaron, soñaron, blasfemaron los coléricos actores, venidos de colegios y estudios diferentes. Los protagonistas son liceanos que ahora cumplen su jornada escolar, como si aquel febrero hubiese sido un sueño o algo divertido. A otros, ya adultos, no les parece así. Un observador calificó a la película como un atentado a la propiedad, a la moral, a los valores familiares y hasta a la Patria y sus héroes. También se le adjudica un “juvenilismo” demagógico, en el sentido de atacar indiscriminadamente a los “viejos”. Covacevich sostiene que no hay tales estocadas, porque los antihéroes del film no poseen una solución y no la entregan. Las discusiones proseguirán en torno a la respuesta del muchacho cuando la niña le dice que va a tener un hijo.

SOLO PARA MAYORES DE 21

“La revolución de las flores” está hecha por y para jóvenes. Pero los menores de 21 años, el 90 por ciento del reparto, no podrán verla. Bonnie Baer, hija del Embajador dominicano y funcionario de “Flacso”, esperará 2 meses y asistirá a escuchar en el film s canción escrita y cantada para las escenas playeras. La hija del alcalde viñamarino, Adriana Andueza, pasará por circunstancias parecidas, pero Cristián Sánchez, alumno del colegio Saint Georges, que hace un hippie con atuendos western, que pinta flores en el pavimento, no podrá auto aplaudirse en colores. Todos los integrantes del reparto tomaron en forma muy personal el rodaje y colaboraron en todas las formas posibles. Cada cual fue con lo suyo a la filmación: el desembolso por vestuario de “New love” alcanzó sólo al costo de cuatro blue jeans blancos –dos para el protagonista – con sus respectivas blusas estampadas. Las bicicletas blancas iguales a las de los “provos” holandeses, comenzaban a usarse cuando Alvaro Covacevich viajaba por Europa.  Quedaron en calidad de utilería en poder del Director: con ellas decoró el foyer del Rex.

EL FINAL DIFICIL

El final deja en suspenso a los espectadores, que buen esperaban otra cosa o no entienden a dónde quiso llegar el realizador del film. Observan que hay aspectos, reacciones o situaciones que no corresponden al ambiente de Chile ni a la idiosincrasia de los chilenos. Al término, los hippies queman carnets, pasaportes, libretas de enrolamiento y papeles bancarios, en un gesto de protesta que alude a las conocidas escenas norteamericanas en relación de la guerra de Vietnam.