La cinematografía nacional en el año 25

El año 25, con mucha razón podrá llamarse el año de la cinematografía chilena, pues ha sido el más fructífero para los editores de producciones nacionales. Las películas chilenas en este año se han caracterizado por el grado de progreso que se ha notado, grado de eficiencia artística que es una demostración de que nuestros productores se han compenetrado de las verdaderas finalidades del cine.

De todas las producciones editadas en el año, deberemos recordar en primer lugar a Juro no volver a amar, de la Coke Film, Un Grito en el Mar y El Húsar de la Muerte, de la Andes Film; y La Ley Fatal, de la Chile Film.

Estas cuatro películas son reveladoras de capacidades artísticas dignas de los mayores elogios. Todas tienen defectos capitales, pero su acción y su desarrollo son los augurios más felices de obras más completas y macizas en sus concepciones argumentales y desarrollo.

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Evaristo Lillo en su graciosísima creación cómica de Don Lucas Gómez, que lo catalogó como la primera figura del cine chileno

Juro no volver a amar, de Coke, fué la primera cinta que dignificó nuestro cine que estaba pasando por una crisis de producciones mediocres. Su argumento lleno de emoción y simpatía, cautivó a nuestro público que acudió en gran número a estas exhibiciones.

Luego vinieron las exhibiciones triunfales de Un Grito en el Mar, de las Andes Film que entusiasmaron a nuestro público en forma pocas veces vista. Con esta película, la Andes Film se conquistó nuevamente el prestigio y simpatías del público. En esta película se destacó con caracteres propios un actor desconocido. Campos, quien en la caracterización del El Chilote se reveló un artista de simpatías y recursos cinematográficos.

Luego el Húsar de la Muerte, de la misma Andes Film, nos reveló a esta entidad como capaz de afrontar la filmación de grandes películas de carácter histórico. La obra tuvo éxito grande, pero debido más a la aureola de leyenda que rodea la personalidad del que fuera nuestro más gran guerrillero. La cinta es por muchos conceptos digna de elogios, pero le falta esa acción, ese dinamismo de Un Grito en el Mar.

Hace poco se estrenó La Ley Fatal, obra que explota un argumento tonto, pero que fué la más grata revelación para el público de que ya tenemos artistas y técnicos capaces de hacer películas de cualesquier tema e ideología.

De las demás películas de grata recordación en el año podemos nombrar a Golondrina, Martín Rivas, Diablo Fuerte y Como don Lucas Gómez, obra cómica que nos reveleó a Evaristo Lillo como un buen bufo de la pantalla.

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Hilda Blanchetaux, simpática protagonista de Malditas sean las Mujeres. Ahora está filmando La Envenadora, película en el que obtendrá un nuevo suceso artístico

En este ligero resumen de fin de año de la cinematografía nacional deberemos recordar a los mejores directores, como Jorge Délano, Pedro Sienna, De la Sotta, Pérez Calderón, Borcosque y el infatigable Santana, que este año ha batido todos los records de filmación de películas, aunque todas ellas sin mucho éxito.

De los artistas cinematográficos sólo dos merecen los honores de la recordación: Evaristo Lillo que en las diversas películas en que ha actuado se ha revelado artista inteligente y Englantina Márquez, cuya actuación en La Ley Fatal la catalogó como la mejor actriz de nuestra cinematografía.

En otros sentidos y en forma eficaz han contribuído a la difusión de la cinematografía chilena la empresa Valenzuela Basterrica, y Cía., cuyos teatros han pasado a ser las catedrales del cine nacional y don Alfredo Woltnitsky, cuya actividad y celo son proverbiales y le han permitido levantar a la Andes Film al primer puesto entre las productoras nacionales.

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En el momento que se pone en prensa esta Revista nos trae otra sorpresa la cinematografía nacional, «Canta y no llores Corazón» es una joya nacional, argumento interesante, buenos actores, especialmente Juan Pérez, y una fotografía admirable. Un aplauso al técnico de la Andes Film, Sr. Gustavo Bussenius.