LA CALETA OLVIDADA. Armando Fenoglio y Patricia Aguirre. Dirección: Bruno Gebel. Arauco Filmss (Chile). 1958.
ESTA PELICULA CHILENA no parece ni chilena, ni película. Incoherente y desastrosa, lo mejor que hubieron podido hacer sus productores era procurar olvidarla y de ninguna manera exhibirla en el Festival de Cannes, ni en ningún lado, como muestra del cine nacional. Tampoco se la puede considerar como un esfuerzo digno de estímulo, porque no es recomendable que se repitan esfuerzos tan nefastos resultados.
El director, Bruno Gebel, autor también del monótono y desdichado argumento, no logra siquiera la necesaria ilación para que se entienda lo que pasa. Su desconocimiento que parece absoluto, de la labor de compaginación, convierte hechos obscuros anécdotas que deben ser tan nítidas como la muerte de uno de los pescadores. Si no fuera porque rezan los otros, nada se sabría del luctuoso caso.
Sería inútil insistir en otros aspectos negativos de la cinta, que transcurre en el pueblecito costero de Horcón. Pero el pésimo doblaje no puede pasar sin mención. Imágenes y palabras aparecen divorciadas, como si hubieran peleado entre ellas. Debido a esto, en muchas ocasiones hay personajes que “hablan” mientras sus bocas aparecen herméticamente cerradas: otras veces permanecen mudos mientras parecen articular frases.
Así es todo. En la interpretación, sólo alcanzan a mantener digna presencia Armando Fenoglio (“Don Alonso”, el jefe de los pescadores) y Patricia Aguirre, que da signos de poseer fisonomía cinematográfica. Entre todos, descuella por su constancia en reventar escenas el italiano Tito Beledonne, encarnando al hostigoso caballero que quiere llevar el “progreso” a Horcón.
Se salvan del naufragio algunas fotografías de Enrique Ritter, el argentino fallecido no hace mucho.
• EN RESUMEN: Desastre del cine casero. No alcanza a ser una mala película. PESIMA.
