En la huella del cine chileno: Luis Vicentini, Jorge Infante y Silvia Villalaz fueron astros en las películas de Carlos Borcosque

Fue un caluroso día de fines de 1922. De la Bolsa de Comercio de Santiago salía un muchacho bastante atildado en el vestir. Se distingue en las reuniones de salón dando tema de conversación para que las muchachas se introduzcan en el terreno sentimental, con los ojos un tanto lánguidos…Trabaja en el ambiente bursátil, pero sus aspiraciones son otras: quiere ser ingeniero. Se llama Jorge Infante Biggs, y camina por “el Centro”, como manejando un bastón invisible…Fue en uno de los estos paseos cuando se encontró con otro muchacho tan inquieto como él. Se llamaba Carlos Francisco Borcosque; había sido “de todo”, como para justificar su nacionalidad chilena. Ahora, desea dedicarse a la filmación de películas. La fiebre del cine se extiende y surgen en la noche a la mañana cinematografistas. Borcosque, que no era un recién llegado al cine, se encontraba allí invitándolo a que dejara la enervante atmósfera de los negocios par instalarse frente al mágico cajón negro, cuyo tubo de bronce tragaba todo lo que se pusiera al alcance de su ojo de vidrio. Había conquistado el título de precursor de la aviación argentina, un país donde se hacía cine desde hacia tiempo. Allí había aprendido, por lo tanto, bastante sobre el entonces “arte mudo”…Por eso, cuando se propuso implantar en Chile esas actividades, a las cuales ya le habían dado vida otros ilusos, contaba con gran experiencia, aparte de un entusiasmo contagioso.

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Convencido Infante de que se destino estaba en el cine, se convirtió en intérprete de “Hombre de esta tierra”, “Martín Rivas”, y otras exitosas producciones, que, incluso, salieron al extranjero. Otro descubrimiento lo constituyó  el popular boxeador Luis Vicentini, que en aquel tiempo estaba en el apogeo de su carrera. Ambos actuaron juntos en varias películas, teniendo como compañera de interpretación a un hermosa panameña llamada Silvia Villalaz.

Jorge Infante recuerda una filmación de aquella época. Era una de las escenas culminantes de “Traición”. Debía sostener un combate con Vicentini a puño limpio. La lucha fue reñidísima.

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–En un violento cambio de golpes, mi contendor –dice– me alcanzócon un terrible punch en la barba. Vi estrellas de todos colores. Al parecer, Vicentini no se percató de ello, ya que me hizo objeto de un ataque demoledor. De todas maneras, totalmente “grooggy”, reaccioné en un momento dado, y me lancé con gran violencia en contra de mi adversario., estrellándolo contra los decorados. Esto fue fatal. Se derrumbaron las instalaciones, y todos quedamos sepultados. Cuando levantamos los escombros encontramos a Borcosque, que era un verdadero hombre-orquesta, ya que se desempeñaba como director, camarógrafo, argumentista y laboraratorista de la mayoría de sus películas, muy maltrecho y abrazado a la filmadora, con un susto mayúsculo ante el devastador resultado de la pelea.