En la huella del cine chileno: 1916-1917: “La Baraja de la Muerte” y “La Agonía de Arauco”
  • Chile tuvo la primera directora de cine.

El cine argumentado propiamente tal empieza en Chile en 1916, cuando la opinión pública es estremecida ante un crimen pasional de ribetes novelescos, en que los protagonistas no dejaron de lado ningún detalle que asegurar la impunidad en la comisión del delito. Tan bien preparado estuvo todo, que incluso en la noche en que se cometió el crimen se dio una fiesta en honor de la víctima, a la cual concurrió como invitado de honor el prefecto de policía de la Séptima Comisaría. Con tales visitas en casa era imposible dudar de que el crimen había sido cometido por un criminal venido desde fuera. Pero no fue así, ya que a la postre todos fueron descubiertos y condenados.

El tema de tal suceso fue usado por el poeta colombiano Claudio de Alas, que dos años más tarde se mataría en Buenos Aires, para escribir un argumento de película titulado “La Baraja de la Muerte”. Mil pesos le pagó la casa productora del cineasta Salvador Giambastiani por los derechos de autor. Protagonistas del film: Palmira Fernández, en el papel de Corina Rojas, la casada infiel y el actor italiano Alfredo Torriceli. También actuó la señora Mayeroni, cuyo nombre no lo hemos ubicado en ninguna parte. Al terminarse este film tuvo una grave tropiezo: el primer alcalde de Santiago, el señor Bannen, prohibió su exhibición el día en que se había programado para su estreno en el Teatro Santiago, alegando que ello no era posible para encontrarse el crimen aún sin sancionar. Así fue como, a pesar de estar las entradas vendidas, a última hora la película no pudo ser vista por nadie, no valiendo las protestas de todo el mundo. Meses después, el 23 de agosto de 1916 (en el libro de Alberto Santana dice erróneamente 1918), fue estrenada en un teatro de Valparaíso.

ecran3mg_16021965.jpg

“LA AGONIA DE ARAUCO”

Esta fue la primera película de argumento de largo metraje filmada en Chile. Veamos ahora cuál fue la segunda. Se trata de “La Agonía de Arauco”, cinta que tiene la particularidad de haber sido dirigida por una mujer, quien después de saborear el triunfo obtenido terminó casándose con el productor, Salvador Giambastiani.

Sus intérpretes fueron Rosita Reynés, Alfredo Torriceli, que hacía de indio y que dicho sea de paso tenía un gran parecido con Arturo Alessandri, según Coke, y el dúo de bailarines argentinos Chéfalo-Palermo. Se estrenó con gran éxito en los teatros Unión Central, Septiembre y Alhambra el 26 de abril de 1917. Un papel de niño fue interpretado por la que después fuera cotizada actriz cómica, Olga Donoso.

El argumento lo escribió una niña llamada Gabriela Bussenius. Lo presentó a la Chile Films y a pesar de que lo encontraron muy interesante, le hicieron saber que no podían filmarlo, porque no había nadie que conociera tan íntimamente el tema como para hacer de él una cosa honrada artísticamente hablando. Entonces la joven propuso muy seriamente que le permitieran a ella ejercer de directora, argumentando que si había escrito la obra era porque conocía el tema y que po rlo tanto estaba en condiciones de hacer algo con pleno conocimiento en la materia. Con tanta seguridad hizo su ofrecimiento, que a los dueños de la empresa no les quedó otra alternativa que aceptarla y al mismo tiempo cancerlarle su sueldo como directora, posiblemente la primera directora cinematográfica en el mundo. Después de esta intervención promisoria en el naciente cine criollo, Gabriela Bussenius, cuyo hermano hizo carrera como técnico de cine, no volvió a acercarse a las cámaras y se dedicó al periodismo cinematográfico, dirigiendo algunas revistas especializadas de la época. Ahora vive añorando seguramente esos tiempos en que la Primera Guerra Mundial hacía estragos en Europa, en tanto que Fernando Santiván publicaba su conocida obra “La Hechizada” y Roxane estrenaba “La Familia Busquillas”, una obra teatral de crítica social. Una dama católica en tanto, repudia el voto femenino…

Como dato curioso podemos consignar que la mayoría de las escenas de “La Baraja” fueron filmadas en la casa de un joven muy relacionado con la lírica en aquellos años, llamado Dante Betteo. Hoy es un destacado empresario teatral. Estaba ubicada en San Isidro 447.