En el celuloide quedó ascensor incendiado
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VALPARAÍSO EN CINE DOCUMENTAL

NO habían transcurrido 48 horas desde que la cámara del documentalista holandés Joris Ivens lo había captado, cuando se quemó el ascensor del cerro La Cruz, de Valparaíso.

Durante una tarde porteña excepcionalmente calurosa, el miércoles 21 de noviembre, durante dos horas, el famoso cineasta europeo y su equipo técnico filmaron las faenas diarias del ascensor que une el plan con el cerro de la Avenida Francia. Y en la madrugada del vientos siguiente, un incendio provocado por un cortocircuito arrasó con la caseta de madera del extremo superior del ascensor y con las viviendas de algunos vecinos. La escasez de agua, típica en los cerros, y la demora de las bombas en subir el empinado cerro  impidieron detener las llamas.

Aunque el siniestro no figurará en la película, será un hecho importante en el desarrollo del documental «Valparaíso«. Que se rueda como primera coproducción franco-chilena, entre la compañía francesa Argos Film y el Centro de Cine Experimental de la Universidad de Chile. El incendio tiene importancia, poique una de las ideas de la película es la dificultad de la vida en los cerros, y cómo se han adaptado a ella los porteños. Aunque es difícil precisar de que trata un documental, durante nuestra visita a una jornada de filmación en el principal puerto del país, Joris Ivens dijo que un aspecto sería marcar un paralelo entre la vida en los muelles, en el plan v en el cerro. Dentro de esta última destacará las complicaciones de la vida en el cerro y cómo la gente las soluciona.

—Por ejemplo, cómo han resuelto el problema de la locomoción —dijo—. Ninguna ciudad del mundo que yo conozca se moviliza en ascensores. Es una ciudad fascinante, donde se encuentran cosas extrañas al lado de las normales.

Ivens quiere mostrar variadas facetas de Valparaíso, en función de los porteños mismos. Cuando le preguntamos cómo eran, a su entender, nuestros compatriotas de Valparaíso, respondió:

—Por las circunstancias de vida tan difíciles en los cerros, el porteño es un hombre que necesita una gran voluntad de vivir. Su existencia es dura. Conversando con mucha gente, especie de encuesta para mí información personal, descubrí algo muy curioso: una rivalidad entre los que viven en el plan y los que habitan los cerros. Un señor del cerro me dijo con un cierto desprecio, refiriéndose a los del plan: «Esos no son los verdaderos porteños…   ¡Son sólo comerciantes!».

El artista holandés, de 64 años, ha filmado alrededor de 40 documentales en distintos países. Incluyendo Estados Unidos, España, China, Francia y Cuba. En marzo de este año viajó por primera vez a Chile, para asesorar a los jóvenes cineastas chilenos del Centro de Cine Experimental. Quedó de volver en agosto, para filmar Valparaíso, ciudad de la que quedó enamorado.

—Estudiando la historia de Valparaíso, me enteré de que en el pasado hubo unos compatriotas míos que dejaron muy mal recuerdo —dijo, sonriendo—: unos corsarios que cometieron asaltos. Pues bien, yo quiero ahora hacer algo constructivo, para que los holandeses quedemos con mejor reputación.

Pero mientras volvió, en septiembre, la situación económica del país se complicó, con lo cual la importación de película virgen alcanzó precios prohibitivos. Se buscó entonces la cooperación de Argos Film (productora de «Hiroshima, mi amor» y «Crónica de un verano»), que ya estaba interesada en encargar un documental a Ivens. Aceptaron de inmediato la proposición de la Universidad de Chile, porque, según Ivens, nuestro primer puerto es muy conocido en el extranjero («Todos lo conocen, aunque nadie sabe dónde está», dijo), debido a su importancia para los barcos europeas antes de la construcción del Canal de Panamá.

—Incluso  hay  canciones  famosas  del  siglo  pasado,  que  aun existen —explicó—, en las que los  marineros  franceses cantaban alabanzas a Valparaíso. Las incluiremos en la música de fondo de la película, que ya hemos encargado al  compositor chileno Gustavo Becerra.

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Sergio Bravo, director del Centro de Cine Experimental y codirector de «Valparaíso«, dijo que los aportes económicos de la Universidad de Chile y de Argos Film serian «proporcionales», y que la primera se encargaría de la distribución del documental a las cinetecas de todo el mundo, y Argos, de su distribución comercial a los cines y televisión mundiales. Argos provee, además, la película, equipos sonoros y laboratorio en general, con lo que se garantiza la perfección de la obra material (la artística está ya asegurada con la presencia de Ivens). La copia que quedará en Chile, tendrá mayor duración. Por razones comerciales, los cines o TV extranjeros no compran documentales más largos que 15 ó 20 minutos.

Cuando conversamos con loa realizadores, estaban en su noveno día de filmación. Los días de trabajo de Ivens, según sus colaboradores chilenos, son muy duros. Antes de las ocho,  deben estar listos para salir en el jeep, y en la tarde, la jornada se prolonga, a veces indefinidamente, como cuando debieron realizar unas tomas de la bahía de noche, en un remolcador, que gentilmente les facilita la Armada. También habían filmado el ascensor junto al Banco Londres, unas tomas de pescadores, las famosas escaleras de los cerros, tan variadas y culebreantes, en día nublado, con sol, con viento, etc.

La filmación terminará para el Año Nuevo, y la veremos el próximo año. Pero este mes, la Cineteca Universitaria realizará un festival con algunos de los más importantes documentales de Joris Ivens. Y tal vez, cuando en adelante las cinetecas de otros países realicen festivales de este tipo, «Valparaíso«, este pintoresco pedazo de Chile, se encontrará entre las películas que se exhiban, como un documento de esa «leyenda de antigua grandeza” de la ciudad de que nos habló con tanto entusiasmo el artista holandés.

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