Dos estrenos, una película por terminarse y otra en filmación
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DOS estrenos chilenos vimos durante el ano 1951: «El Ultimo Galope«, que pasó sin pena ni gloria, luego de una azarosa filmación; y «Uno Que ha Sido Marino«, que conquistó aplausos del público y la crítica. Con la exhibición de esta última cinta se puso de manifiesto que, a pesar de todo, el público ansía ver películas chilenas. El día del estreno se agolpó una larga cola de espectadores a la espera de que abriesen las boleterías, y cuando Eugenio Retes —protagonista del film— salió después de ver la función de matinée de aquel día, fué acosado por los cazadores de autógrafos.

También se exhibieron numerosos cortos y documentales, filmados por nuestros camarógrafos en esfuerzos individuales: la mayoría de los casos, muy bien logrados.

Asimismo vimos «Surcos de Sangre«, la película que Hugo del Carril filmara en nuestros estudios. Por otra parte, se terminó de rodar «La Rosita del Cachapoal» y, al finalizar el año, se realizaron los trabajos de laboratorio en Buenos Aires, trasladando la cinta de dieciséis a treinta y cinco milímetros.

También hubo un matrimonio cinematográfico: el de Patricio Kaulen; y un regreso: el de Mario Ferrer — «cameraman»—, que estuvo becado en España. Pero, sin duda, la noticia más importante del año la constituyó el contrato de los Hermanos Taulis —a nombre de Chile Films—, con el productor uruguayo Jaime Prades. contrato que. como todos sabemos, ya está dando sus frutos. Prades trajo a Pierre Chenal, gran director francés, para que dirigiera la primera cinta de la nueva era de Chile Films. En un comienzo existía la intención de realizar cintas netamente chilenas, con temas de nuestra tierra. Y se escogió «Llampo de Sangre«, basada en la novela de Oscar Castro, cuya adaptación cinematográfica se había comenzado a hacer antes de la llegada de Jaime Prades. Sin embargo, y por razones de orden técnico, debió suspenderse este proyecto y, a renglón seguido, se estudió la posibilidad de filmar «Ranquil», la novela de Reinaldo Lomboy. También fué necesario suspender este plan por razones de fuerza mayor. (La novela narra un hecho donde interviene el Cuerpo de Carabineros de Chile). Entonces Prades resolvió filmar una película de carácter universal basada en un argumento del propio Pierre Chenal. Y así nació «El Idolo«, que hoy se filma en nuestros estudios. Destacadas figuras del cine argentino y del teatro chileno se incluyen en el reparto de esta cinta que, por sus proyecciones, será definitiva para la industria nacional. Según los proyectos del productor, todas las películas rodadas en nuestros estudios serán exhibidas en el extranjero, razón por la cual no se escatiman esfuerzos (y pesos), para que esta primera cinta sea lo mejor que se pueda hacer en Chile. Alberto Closas, Eduardo Cuitiño y Elisa Christian Galvé, entre los artistas de Argentina; y Eduardo Naveda. Domingo Tessier, Roberto Parada, Pepe Rojas, entre los actores na­cionales, tienen la responsabilidad del reparto. A última hora se anuncia que Florence Marly —esposa de Pierre Chenal— interpretará, también, un importante papel en esta película. La segunda cinta que filmará el nuevo sello productor será «Valparaíso», título cinematográfico de la novela «Mónica Sanders», de Salvador Reyes. Para dirigir esta película se contrató a nuestro compatriota Carlos Borcosque. Armando Calvo será el galán de «Valparaíso».

RESUMIENDO

El año 1951 deja un saldo favorable al cine nacional. Las películas realizadas y los numerosos proyectos —tanto de Chile  Films como de particulares— que se anuncian auguran un porvenir de gran movimiento artístico. Si «El Idolo» conquista los mercados extranjeros —meta largamenta acariciada por nuestros  productores—, se abrirá un amplio horizonte para la industria fílmica chilena. En este caso, nuestras películas tendrán que mejorar de calidad, pues las responsabilidades serán infinitamente mayores. Y junto con ganar prestigio en el extranjero, también lo ganaremos en nuestro propio país. Cosa que nos hacía mucha falta. Hay expectación e interés en nuestro público. En todos los círculos se comenta sobre las posibilidades de las nuevas películas chilenas y el periodista tiene que responder a muchas preguntas de gente —casi siempre indiferente— que ahora manifiesta interés por el cine chileno.

Ya tenemos, pues, de nuevo cine en Chile. Es de esperar que esta vez sea para siempre.

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