Crítica Operación Alfa
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En sentido lato, todo cine es político. Toda película –con o sin intención- está destinada a producir un cambio social, una manera distinta de “ver las cosas”. Pero hay un cine político que obedece a normas bien específicas. Es casi un cine militante. Es el que utilizan el valor político de ciertos hechos para dar una opinión sobre la sociedad en que esos hechos se produjeron. Entre nosotros. Uno de estos elementos históricos es el asesinato del general René Schneider, el 22 de octubre de 1970.

Este crimen es el pretexto de Urteaga para opinar sobre la coyuntura socio-política que presenció el triunfo de la Unidad Popular. Algo similar hizo el cubano Santiago Álvarez en 1971 con su documento Cómo, cuándo y porqué se mata a un general, y este filme no es ajeno a la inspiración de Urteaga. La consumación del fracasado rapto como principio y fin de una escalada de violencia de, a juicio del realizado, la medida para apreciar el momento político que vivió Chile después del 9 de septiembre de 1970. Momento que aún estaría vigente, pues, según las últimas escenas de la película, con el paro de octubre, se insertar el letrero: “La sedición está viva”. Pero la misión fílmica no sólo se limita a esta moraleja, sino que describe la desesperación de una clase que veía amenazadas sus prerrogativas de poder. Esa clase, esos personajes, todos malignos como Norman Day, harían cualquier cosa para salir del “hoyo” a que los había relegado “la voz de las cifras”.

El material utilizado no determina la calidad de una obra. Tampoco la buena o mala intención con que se encare la empresa. El defecto de Operación Alfa y a pesar de la buena fotografía de Diego Bonacina es, más que nada, no haberse decidido por el género cinematográfico a seguir. ¿Es una fantasía social o un documento histórico? Vacila entre el filme de acción y la comedia, entre la obra dramática y la sátira social. Por este camino sólo se llega a las circunstancias que rodearon el asesinato del general en jefe del Ejército, mucho mejor estructuradas y motivadas en las crónicas periodísticas, los programas de TV y, por supuesto, en el documental de Álvarez.