Control de estrenos: «Cabo de Hornos»
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Coproducción mexicano-española, filmada en Chile. 1955. Dirección: Tito Davison. Adaptación: Jesús Cárdenas, sobre un cuento de Francisco Coloane. Fotografía: Andrés Martorell y Hernán Correa. Música: Salvador Candeani, interpretada por la Orquesta Sinfónica de Chile. Reparto: Jorge Mistral, Silvia Pinal, Eugenio Retes, Pepe Guixé, Emilio Gaete, etc.

Para los espectadores chilenos, «Cabo de Hornos» es prácticamente, una película nacional. No sólo nos pertenece su argumento (basado en un cuento de Coloane), sino que el personal técnico y gran parte del artístico está integrado por compatriotas. Sin embargo, no puede ser considerada chilena, puesto que sus capitales son extranjeros y fue compaginada y armada en México. Tito Davison, su director, aunque compatriota nuestro, pertenece a la cinematografía azteca, y por ello su labor debe ser comparada con la producción de ese país y no con la chilena. «Cabo de Hornos» es, seguramente, su mejor película, y, desde luego, la de mayor ambición. Pocas veces el cine mexicano sale a exteriores —y menos a otro país tan alejado— a captar una historia en su propio y auténtico ambiente. La dirección de Davison tiene ritmo y sentido cinematográfico. Sin duda -como lo ha demostrado en sus anteriores películas aztecas—, es un realizador que tiene mucho «oficio».

Al margen de defectos que analizaremos más adelante, la primera impresión que recibe el espectador de «Cabo de Hornos» es inmejorable. El pequeño documental de la Antártida chilena (fotografiado por Hernán Correa en los hielos del Polo Sur), aunque ligeramente desconectado del resto del argumento, respalda el título del film y ambienta de inmediato la acción. El otro aspecto valioso es la caza de la ballena, secuencia muy extensa y de enorme interés, realizada por la excelente fotografía de Martorell. Finalmente, quisiéramos destacar otro punto más de la película: las últimas escenas en los canales del extremo sur de Chile. De lo anterior se desprende que predomina en «Cabo de Hornos» su calidad de semidocumental sobre su aspecto argumental. Así lo han comprendido en Europa, donde —al importar la película— pidieron dos versiones: una «expurgada», para exhibirla bajo el título de «educativa», y otra, completa, para espectador adulto. Comenzando por la bandera chilena, que ondea al golpe del viento helado de la Antártida nuestra, y concluyendo con las escenas al dar vuelta al Cabo de Hornos, esta película hace honor a Chile, mostrándolo como país de paisajes contrastantes.

Para engarzar los momentos documentales del film, se escogió un argumento de Francisco Coloane. La adaptación de Cárdenas conserva muy poco del original, siendo, en realidad, débil. La parte argumental es la menos satisfactoria de «Cabo de Hornos«. Lo curioso es que los intérpretes superaron en gran parte el vacío de sus papeles, obteniendo actuaciones individuales destacadas. Jorge Mistral está excelente desde todo punto de vista (como galán y como actor). Silvia Pinal debió soportar el personaje más incomprensible de la película, y si no le sacó mayor partido fue porque sus parlamentos no la respaldaban. Se ve atrayente y muy hermosa. Actores chilenos, como Emilio Gaete (el «tercero» del triángulo). Eugenio Retes, Pepe Guixé, etcétera, se desempeñan con mucha propiedad, especialmente los dos primeros.

La fotografía de Martorell (y la de Correa, al comienzo), muy buena. Sin buscar ángulos preciosistas, supo mostrar los ambientes de mar, ciudad, canales, interiores, etc., en un tono parejo y claro. Hay interiores (en el barco al final) de gran categoría. La música —tal vez algo estridente cuando se mezcla con el ruido del mar, en la caza de la ballena— respalda bien el relato. Hay errores de doblaje, pero son apenas perceptibles. En resumen, una buena película mexicana y una emocionante tarjeta de visita de Chile en todo el mundo.

Siguiendo la iniciativa hecha en Europa, nos parecería oportuno hacer una versión «para menores» de «Cabo de Hornos«, de modo que pudieran verla los escolares. En su edición actual es sólo para adultos.