Cómo nació el “Chacal”
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CUANDO se ajustició a Jorge del Carmen Valenzuela, el “Chacal de Nahueltoro”, Miguel Littin aún era un adolescente que escribía poemas “terriblemente románticos”. Tuvo el buen sentido de no publicarlos (tampoco los rompió), pero desde entonces estrenó varias obras de teatro, dirigió innumerables programas de TV, filmó un cortometraje (Por la tierra ajena) y ahora estrena su primer largometraje.

No recordaba el crimen ni el fusilamiento de Valenzuela. Cuando pensaba en su primera película, primaba la idea de narrar su adolescencia: ese “proyecto de los largos travellings tan caros a Resnais, el rostro de una muchacha pegada al vidrio mientras llueve entre los pinos; la incomunicación y el primer enfrentamiento con el sexo; el largo corredor de su casa en Palmilla, junto al río y los sauces”.

Más tarde, en el desván de una tía encontró ejemplares antiguos de Vea y algunos diarios. Ciertos titulares, informaciones, frases de entrevistas le llamaron la atención: “¿Cómo vai a morir, Canaquita? Sin chistar, porque sería feo”. Esa frase fue el comienzo que se tradujo ahora en El Chacal de Nahueltoro.

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EL CANACA DE NIÑO CON EL DIRECTOR

Indagaron persona por persona en el terreno mismo

En busca de un hombre

No fue fácil, Littin comenzó a interrogarse a sí mismo:

-¿Qué sabes en realidad de tu pueblo? Hace falta algo más que paternalismo y buenas intenciones. Es el caso de un hombre que es contemporáneo tuyo, que vive contigo en el mismo país y, sin embargo, es otro mundo. Dos culturas, otros valores morales, otra actitud frente a la vida. ¿Cómo entonces llegar a limpio -sin actitudes apriorísticas- a conocer y a interpretar a este hombre?

La respuesta demora, pero llega:

-Como no conoces nada, es necesario que lo preguntes todo… rompes la inercia santiaguina, dejas de ir a conversar a Il Bosco, recorres Chillán y los juzgados y, entre expedientes, le divisas el rostro y se te escapa, lo vuelves a encontrar en Nahueltoro y entonces comienza a desaparecer el Chacal de los periódicos y emerge el “finao” Canaquita. Te asomas al mito, a la magia popular, al culto de la animita.

-¿Qué piensa usted de la justicia? “La justicia pa’l pobre es angosta y es ancha para el rico”. Así habla el Car’e gato, cicatriz sobre cicatriz, tajo sobre tajo: “Juimos compañeros de carreta con Valenzuela y ahí vivimos. ¿Por qué no vinieron antes? ¿Pa’ qué le sirve a Valenzuela que hagan una película sobre él, si ahora está muerto? ¿Por qué no vinieron antes?”

Así, indagando, persona por persona, el Canaca aparece, se esfuma, reaparece. Va tomando forma la idea de la película, pero falta el dinero. “Conozco a alguien que puede interesarse”, le dice Marcelo Romo a Littin: “Tito Noguera vendió unas tierras y quiere hacer algo con la plata”.

Tito Noguera, actor, escucha. Se entusiasma. De eso hace más de dos años. “¿Bastará con 45 millones?” Littin asiente. Isidora, esposa de Noguera, duda. Se toman otro trago: “No, en realidad no alcanza, pero por lo menos se puede comprar la película virgen”.

Pedro Chaskel se interesa. Cine Experimental de la “U” aporta equipos, además del trabajo de Héctor Ríos, Luis Cornejo, Fernando Bellet y del propio Chaskel.

Se arma la producción. Littin ordena sus apuntes, prepara el libreto: Douglas Hübner saca las primeras copias. Parten a Chillán y en la Escuela de Agronomía les dan comida y alojamiento para continuar la investigación. Siempre la misma pregunta: “¿Por qué eligieron este tema?” Alguien golpea la mesa furioso: “A ese degenerado debieron matarlo en el mismo momento que cometió el crimen”… “Se me ponen de punta los pelos cada vez que usted habla del asunto”… “Es que no había otros temas”…

Un tiempo después, en San Fabián. Se va a comenzar a filmar. Littin, nervioso, se fuma hasta los dedos. Llegan actores y camarógrafos. Casi al pasar le dicen al director: “Tu mujer tuvo la guagua. Fue hombre”.

Pocas horas después del hijo nace la primera toma de la película.

Cuestionando valores

¿Por qué eligió Littin este tema?

-Escogimos a este personaje porque nos dimos cuenta de que había entrado en la mitología del pueblo chileno, se había convertido en una especie de santo, de animita milagrosa. Creo que hay que rescatar ciertos mitos para comunicarse con el pueblo. ¿Qué se comunica más con el chileno medio? La crónica roja. Son los personajes que más conocen. Entonces lo encaramos desde un punto de vista crítico, de distanciamiento y lo dividimos en pequeño actos. La infancia y la caridad es un capítulo. Es un pretexto para mostrar la sociedad chilena, cuestionar sus valores y desmitificarla a nivel popular.

“Al hacer nuestras encuestas en el campo, nos dimos cuenta de que nuestros valores morales eran totalmente distintos a los del personaje, a los de todo un sector del campesinado chileno. A todos nos enseñan, desde niños, qué es el bien y el mal, la patria y la democracia. Ahora bien a nivel popular, a nivel del Canaca y de los campesinos que inundan las cárceles chilenas, estos valores significan una cosa totalmente distinta o no significan absolutamente nada. En Chile los condenados a muerte son campesinos, alcohólicos, analfabetos. Son inconscientes de lo que han hecho, porque están al margen de nuestra valorización moral; suelen estar borrachos cuando delinquen. El latifundio chileno está circundado por un cordón criminal que rodea los campos de trabajo, donde el campesino, después de trabajar de sol a sol, va a gastar su dinero bebiéndose unos tragos y embruteciéndose poco a poco hasta perder conciencia y noción de todo. En el fondo, el film cuestiona todo un sistema jurídico y social.