Ocurrió hace 40 años, en un pequeño pueblito altiplánico, 70 km al interior de Calama. Dos evadidos del penal de esa ciudad trataban de alcanzar la frontera con Bolivia. Se encontraron con los habitantes de Caspana y ya no salieron más. Después de alterarles por completo la existencia, violan a las dos mejores doncellas del lugar. La venganza es casi ritual; los hechos se suceden como guiados por la fatalidad.
La justicia chilena procesó –en el juzgado de Calama- a los autores materiales de la muerte de los forajidos. Hasta entonces los morenos agricultores y pastores de Caspana no sabían lo que era un tribunal, porque en su pueblo no se cometían delitos.
La historia fue recogida por el dramaturgo Antonio Acevedo Hernández, quien le contó a muchas personas, entre ellas a Pedro de la Barra, el hombre de teatro afincado en Antofagasta. Este, a su vez, lo relató a un grupo de jóvenes cineastas, los que de inmediato empezaron a hurgar en el caso. Después de dar con el expediente en los empolvados anaqueles judiciales, recorrieron la zona en busca de la fantasmal Caspana. Finalmente la hallaron y de labios de los viejos del lugar reconstruyeron la historia. Las niñas violadas ya no vivían. Pese al episodio, se habían casado y tenido descendencia, cumpliendo el ciclo vital de todas las mujeres de la comunidad.
El escritor Waldo Rojas (poeta y profesor de estética) escribió el guión de la película, que posiblemente se llamará A la sombra del sol. La codirigirán Silvio Caiozzi (fue director de fotografía en filmes como Caliche sangriento y Palomita blanca) y Pablo Perelman (estudió cine en Bélgica; asistió en la dirección a Miguel Littin en La tierra prometida). Bajo la producción ejecutiva de José de la Vega, trabajarán con los actores Luis Alarcón, Alejandro Cohen (los violadores) y Marcelo Gaete. Los demás intérpretes: la actriz antofagastina Teresa Ramos, Felisa González –una de las chicas de Palomita– y los propios habitantes de Caspana.
El equipo ya se encuentra filmando allí. Parte de esta manera el primer largometraje argumental que se intenta en Chile “después del once”. Es también el primero del país en hacerse con sonido directo (“el doblaje ha constituido un verdadero atentado contra el cine nacional”, explican sus realizadores). Y –de acuerdo a las exigencias del espectador moderno- la fotografía (del mismo Caiozzi, con cámara de Jorge Müller) será a todo color.
